© 2020, Soledad Reyes del Villar
© De esta edición:
2020, Empresa El Mercurio S.A.P.
Avda. Santa María 5542, Vitacura,
Santiago de Chile.
ISBN edición impresa: 978-956-9986-69-7
ISBN edición digital: 978-956-9986-70-3
Inscripción Nº 2020-A-8510
Primera edición: diciembre 2020
Edición general:Consuelo Montoya
Diseño y producción:Paula Montero
Ilustración de portada:Francisco Javier Olea
Diagramación digital:ebooks Patagonia www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com
Todos los derechos reservados.
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A mi querido padre.Gracias por apoyarme siempre.
ÍNDICE
PRÓLOGO
PALABRAS PRELIMINARES
PRIMERA PARTE 1781-1824JAVIERA Y SUS IDEALES
La infancia de Javiera
Otro escándalo, la Scorpion
Las primeras tertulias de Javiera
Los duendes patriotas
Ambrosio y Bernardo
Los destinos de Bernardo
El año 1811
La llegada de Pedro y José Miguel
El príncipe de las bayonetas
Primeros signos reformistas
Un cónsul conciliador
Y desde Concepción…
Comienza la represión
Un nuevo comandante en jefe
Una segunda expedición
La primera de muchas huidas
Manos a la obra
Nuevo golpe tras Lircay
Hacia el desastre
Al otro lado de la cordillera
El autoexilio de Javiera
Y mientras tanto en Chile
Otras como Javiera
De Mendoza a Buenos Aires
Un duelo fatal
José Miguel busca ayuda en otra parte
A Montevideo
El cruce a Chile
Después de Chacabuco
La misteriosa Rosario Puga
El triunfo definitivo en Maipú
Primeros días de O’Higgins
La fallida conspiración ¿de Javiera?
El primer fusilamiento
El hurón
Las prisiones de Javiera
José Miguel federalista
Javiera en Montevideo
Montonero de las pampas
Muero por la libertad de América
El dolor de Javiera
Hacia el fin de Bernardo
La expedición libertadora
Quién era Ramón Freire
Adiós Bernardo, adiós José
El regreso de Javiera
SEGUNDA PARTE 1825-1830JAVIERA CUMPLE SU PROMESA
El estanco de Portales
Aciertos y desaciertos
Ensayos constitucionales
1826-1828
Los tres hermanos regresan a Chile
El liberalismo de Francisco Antonio Pinto
El triunfo en Lircay
TERCERA PARTE 1831-1862JAVIERA DESDE EL RETIRO
El poder de Diego Portales
Constanza, la «mujer» de Portales
La gestión de «Don Proyectos»
Una nueva Constitución
La guerra contra la confederación
Muerte en el cerro Barón
El triunfo de Chile
El chileno nacido en Caracas
El general Manuel Bulnes
Últimos años de Bernardo
Voces nuevas, gente nueva
Sociabilidad chilena
El año 1851
Manuel Montt Torres
El Chile de ese entonces
La cuestión del sacristán
El segundo intento de 1859
El último tiempo de Javiera
Dónde está José Miguel
EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO
¿Por qué Javiera Carrera? No hay duda que dicha pregunta quedará plenamente despejada cuando se lea el libro; sin embargo, a mi modo de ver existen dos razones que han motivado a la autora, Soledad Reyes, a hacerlo. La primera tiene que ver con el rol e influencia de Javiera Carrera, su familia y sus redes sociales y políticas en la historia del siglo XIX. Pero además existe una segunda que es más personal, y que no es evidente al lector.
En relación con la primera razón, en la red familiar directa e indirecta (consanguínea y política) de los Carrera podemos aquilatar la influencia que tuvo durante el siglo XIX e incluso hasta el siglo XX. Veamos algunos ejemplos: María Angélica Valdés Aldunate, descendiente directa de José Miguel Carrera (tataranieta de este), estaba casada con el diputado Eduardo Alessandri Rodríguez, hijo del presidente de la República Arturo Alessandri Palma y hermano del diputado y posteriormente presidente Jorge Alessandri Rodríguez.
José Miguel Valdés Carrera, nieto de José Miguel Carrera, militante del Partido Liberal y víctima de la paradoja de haber participado en la «revolución» de 1859 en contra de Montt, terminando exiliado en Francia después de la «revolución» de 1891 por haber sido ministro de Balmaceda.
Héroes como Ignacio Carrera Pinto, quien muere en la Batalla de La Concepción en 1880 junto a setenta y seis soldados chilenos durante la Guerra del Pacífico.
Pero hay más. María Elena Carrera, tataranieta, quien fue senadora del Partido Socialista y ejerció el cargo en tres períodos críticos de nuestra historia: 1961-1969, 1969-1977 y 1990-1998.
Por último, por citar algunos entre muchos, se encuentra José Ramón Lira Calvo, yerno de José Miguel Carrera, quien siendo intendente de Chiloé en 1848 tendría un rol clave en la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, 4 días antes que una expedición francesa intentara hacerlo.
Pero un dato revelador es que entre 1811 y 1900 veintiocho diputados tenían vínculos directos e indirectos (v.g. yernos, cuñados, concuñados, suegros consuegros y tíos políticos) con el prócer1, a los que habría que agregar descendientes del siglo XX, como la ya mencionada senadora Carrera.
Pero de igual forma que hubo partidarios, también hubo detractores. El principal, tal vez, fue el sacerdote Joaquín de Larraín y Salas, quien en 1811 era el líder del clan Larraín, o más bien una fracción de ellos denominada también la «casa Otomana» o Los Ochocientos. En efecto, la astucia del mercedario2 le permitió establecer alianzas con otros grupos que finalmente lograron derrotar a Carrera, o al menos instaurar el orden frente al desorden que este suponía. No es casualidad que, al respecto, sea el propio Carrera quien describe y acusa los alcances del conflicto con los «larraínes» en su Diario Militar3. En este relata desde los intentos por controlar al gobierno4, los insultos públicos a su familia5 hasta intentos de asesinato hacia él y sus hermanos6, los que habrían sido elucubrados por la facción dirigida por el fraile.
Ahora bien, aunque la oposición a Carrera fue transmutando en diferentes rostros (Larraín, San Martín, Irisarri, O’Higgins y Monteagudo, entre otros), en el caso del clan Carrera tuvo uno: Javiera Carrera. Fue ella quien frente a las más diversas adversidades defendió la dignidad familiar y específicamente el legado de sus hermanos. Si bien Javiera tuvo descendencia política que se expresó en cargos públicos, su principal legado está en su influencia en los hechos políticos que sucedieron en la primera mitad del siglo XIX y que moderaron la política del país, los que quedan clara y fascinantemente desarrollados en el texto de Soledad Reyes.
En general, lo que se desprende de este y otros conflictos es una característica central de la política en los inicios de la República y del siglo XIX en general, a saber, las disputas entre «clanes» o agrupaciones de estos que, en su afán de construcción y conducción del Estado trasuntaron pasiones y símbolos de supremacía y señorío de los distintos sectores de los que provenían. En definitiva, si bien percibieron que su misión y profesión era la construcción de este nuevo Estado, y que en definitiva lo hicieron, ella no estuvo exenta de conflictividad y confusión.
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