[…] los imperios hegemónicos están más orientados a mantener la tranquilidad entre sus tributarios que a guardar las fronteras permanentemente: este aspecto se encomienda a los estados clientes que se encargan de la seguridad con el apoyo, si lo necesitan, de las fuerzas imperiales. Su objetivo no era únicamente dominar un territorio, sino mantener la zona tributaria lo más productiva posible para sacarle el máximo rendimiento económico. 28
Los malestares larvados por la presión a la que los mexicas sometían a los habitantes sometidos del imperio podían aparecer en el momento del fallecimiento de un gobernante o en cualquier otra situación crítica. La llegada de un grupo de extraños invasores podía ser una de ellas, por ejemplo. Sobre todo, lo que debía evitarse a toda costa era la unión de diversos estados cercanos para crear un frente común antimexica. Porque ejemplos había, y varios, de estados no conquistados por la Triple Alianza: los tarascos (o purépechas), 29 los mixtecos 30 de Tototepec y las ciudades de Puebla-Tlaxcala. Estos últimos fueron claves en la posterior conquista castellana del Imperio mexica.
LA ESTRUCTURA IMPERIAL:
PROVINCIAS TRIBUTARIAS FRONTERIZAS 31
Geográficamente, las cuatro provincias del nordeste del Imperio mexica, a saber: Atlan, Ctzicoac, Tuchpa y Oxtipan, regían grandes arterias de comercio y transporte. Dejaban al oeste Metztitlan y se adentraban como una cuña en territorio de los huastecas. Oxtipan estaba algo separada de las otras tres ciudades, todas ellas con unas localizaciones estratégicas privilegiadas, al estar situadas en vías ribereñas principales que unían el altiplano con las ricas tierras bajas de la costa. Ctzicoac y Tuchpa fueron el primer objetivo de las conquistas mexicas en la región. Estos querían controlar un área de particular abundancia; Tuchpa era especialmente rica y suministraba productos de lujo tropicales y semitropicales a la Triple Alianza: algodón, prendas finas de dicho tejido, así como chile, plumas preciosas, maderas, liquidámbar y una amplia variedad de productos perecederos de la costa. Además, al ocupar una zona se controlaba asimismo el comercio preexistente, igualmente atractivo; en este caso, el de turquesas, piedras verdes y sal. Por supuesto, muchos productos y manufacturas tropicales de alto valor se canalizaban a través de los bulliciosos mercados de la región. Cuando los comerciantes del valle central fueron asesinados en Ctzicoac y Tuchpa, los tenochcas y sus aliados fueron a la guerra y aumentaron su dominio sobre el área, cuando exigieron un aumento de tributos, en especial de productos manufacturados en lugar de la misma cantidad de materias primas y la consecución de bienes valiosos, como turquesas y piedras verdes. La presencia de la Triple Alianza en una zona de frontera inestable con Metztitlan, y con los huastecas desde Oxtipan, no rompió, ni mucho menos, los lazos comerciales de estos territorios con sus vecinos potencialmente hostiles, pues estos no querrían romper los lazos comerciales beneficiosos para ambas partes. Eso sí, las guarniciones mexicas las tendrían muy cerca.
En el sudeste, las provincias de Cuetlaxtlan y Tochtepec se extendían desde las tierras altas hasta las costas en los confines del imperio con Coatzcualco (Coatzacoalcos), en contacto con tierras mayas. Como en el caso de las provincias anteriores, estas regiones eran atractivas para la Triple Alianza por la abundancia de sus recursos tropicales y por su posición estratégica, al incluir o abrir rutas de comercio hacia tierras ricas y tentadoras más distantes. Una vez más, el asesinato de pochtecas y otros emisarios mexicas en la zona de Cuetlaxtlan significó la conquista final de toda la región, de las más ricas incorporadas al imperio, conocida aquella costa central del golfo como Totonacapan. Tras la crisis alimentaria sufrida en el valle central de México los primeros años de la década de 1450, toda esta área del este fue vista como una tierra rica, ya que los bienes de subsistencia se producían aquí en abundancia, pero no solo ellos, también obtenían cacao, piedras verdes, oro, goma, adornos cutáneos (bezotes) y plumas de pájaros tropicales, incluido el quetzal. De la misma manera que en el caso de las provincias tributarias del nordeste, tanto Cuetlaxtlan como Tochtepec experimentaron algunos cambios en sus requerimientos de tributo y aumentaron la petición de productos manufacturados. Tochtepec fue primero objeto de atención por parte de Tlatelolco, pero después tanto Tenochtitlan como Tetzcoco también se interesaron y de ahí llegó la conquista e incorporación final. Con guarnición militar y gobernador mexica, esta ciudad y su entorno no se rebelaron a diferencia de Cuetlaxtlan, que lo hizo varias veces, atendiendo principalmente a los estímulos de Tlaxcala, que también tenía intereses en esta región, y a pesar del traslado de población colona dependiente de los mexicas a sus costas.
En la costa del Pacífico, todo parece indicar que las conquistas de Xoconochco (Soconusco) y Cihuatlan fueron sendos objetivos por sí mismas, es decir, sin ser vistas en ningún caso como posibles etapas de una posterior expansión hacia tierras más distantes. No obstante, Xoconochco sí se encuentra en una ruta muy obvia hacia América Central, un lugar donde, además, los mexicas compitieron con los mayas quichés por el control de aquellas ricas tierras. Por su parte, Cihuatlan se extendía a lo largo de la costa del Pacífico, fronteriza con los tarascos al noroeste y con las tierras de Yopitzingo al sudeste. En ambas provincias se producía cacao de calidad, que, en el caso de la región del Xoconochco, pudo intercambiarse por obsidiana del centro de México y hachas de cobre, que funcionaban como moneda. Además del tributo según los recursos locales, los mexicas obtuvieron en esta zona ámbar, oro y posiblemente piedras verdes gracias a las redes comerciales ya establecidas con anterioridad. De ahí que su conquista quizá buscase por encima de todo dotar de ventaja a los comerciantes mexicas sobre sus rivales mayas en la consecución de las riquezas de las tierras situadas más allá. Cihuatlan, en cambio, dependía de los recursos producidos localmente para su tributo imperial: manufacturas del algodón allí cultivado, pero, sobre todo, algodón pardo en bruto, cacao bermejo y conchas de la variedad Spondylus , unos productos que únicamente los obtenían los mexicas de este territorio.
Dada su distancia a las capitales imperiales, tanto el Xoconochco como Cihuatlan podían esperar el nombramiento de funcionarios imperiales u otros medios de control político y militar. La cercanía a la frontera tarasca sin duda influyó en el caso de Cihuatlan, donde al menos uno de sus centros provinciales proporcionaba como tributo comida y armas «para la frontera». No obstante, parece que en Xoconochco se desplegó una actividad militar mayor.
En la zona sur se hallaban situadas las provincias de Tlappan, Coixtlahuacan y Tlachquiauhco. Estas dos últimas se hallan localizadas en la Mixteca Alta, una región montañosa conocida históricamente por sus reinos independientes que competían entre sí, mientras Tlappan se localizaba en el actual estado de Guerrero. Tlappan contaba con fronteras con territorios enemigos como Yopitzingo y Tototepec; Coixtlahuacan y Tlachquiauhco compartían frontera entre ellos y las ciudades-estado en las dos provincias llevaban a cabo incesantes guerras dentro de los límites del imperio y con enemigos más allá de las fronteras, Teotitlan al norte y la propia Tototepec al sur. Las tres provincias dominadas aportaban oro, cochinilla y plumas de quetzal, estos dos últimos productos obtenidos mediante el comercio con zonas independientes. La situación militar se conoce mucho mejor para Coixtlahuacan, donde había gobernadores mexicas, guarniciones y una fortificación, aunque estos establecimientos pueden ser típicos de esta región fronteriza. Sin embargo, algunas ciudades-estado en estas provincias fueron conquistadas durante el reinado de Mohtecuzoma Xocoyotzin (o Moctezuma II).
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