Con todo, nuestros objetivos han sido los siguientes:
• Elaborar una edición crítica de la quaestio 66, perteneciente al t. III de los Comentarios a la Secunda secundae , de Francisco de Vitoria, integrando las variantes de los manuscritos inéditos en el texto base de Beltrán de Heredia.
• Realizar un estudio introductorio sobre las cuestiones relativas al hurto y la rapiña encuadrándolas en el pensamiento clásico español del siglo XVI sobre justicia, dominio y economía.
• Acompañar el texto latino con una traducción al español con el fin de favorecer su divulgación.
• Iluminar el contenido de las relecciones a partir del estudio de las lecturas para obtener una visión de conjunto a través de la cual sea posible ponderar la influencia de la escolástica española.
Francisco de Vitoria y su legado
La vida de Francisco de Vitoria (1483-1546) discurre en paralelo a los importantes procesos históricos que marcan el comienzo de la Edad Moderna. El descubrimiento de América y la posterior asunción de la responsabilidad imperial (1520) hicieron de España centro mundial de la acción política y militar, así como observatorio privilegiado de las nuevas realidades religiosas, históricas e intelectuales que se estaban abriendo paso. El mundo al que Vitoria pertenece, que es el universitario, conoce en España a lo largo del siglo XVI un notable auge, ya que crecen en número e influencia universidades 3y universitarios, lo que respondía a la necesidad de cubrir las necesidades crecientes tanto de la Corona como de la Iglesia, que debía evangelizar inmensos territorios. Por su parte, la Iglesia española se encontraba inmersa en un profundo proceso de reforma auspiciado por la Corona a través de la acción del cardenal Cisneros, pero que venía alimentado desde su base. Baste recordar, si bien se localizan en fechas posteriores, la reforma del Carmelo por santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, o la fundación de la Compañía de Jesús. Por otro lado, el auge del erasmismo 4ponía de manifiesto una renovada inquietud espiritual, no plenamente ajustada a la ortodoxia, en ambientes aristocráticos y de la nueva burguesía. A este ambiente se suma el reto doctrinal, pero también militar y político, que supone la reforma protestante. Miembros dominicos de la escuela de Salamanca, de la que Vitoria es considerado fundador, participaron en el Concilio de Trento (1545-1563): Domingo de Soto, Melchor Cano o Diego de Covarrubias; y en su seno tendrá lugar la polémica De auxiliis , en torno al auxilio de la gracia para la salvación, motivada por la postura protestante sobre la predestinación, que enfrentará a dominicos y jesuitas, representados respectivamente por las figuras de Domingo Báñez ( Apologia fratrum praedicatorum , Madrid, 1595) y Luis de Molina ( Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis , Lisboa, 1588).
Francisco de Vitoria nació en Burgos 5en 1483, si bien, como era costumbre entre los religiosos, tomó el nombre de la ciudad de origen de su padre. Provenía de familia acomodada, era hijo del mercader Pedro Arcaya y de Catalina de Compludo, burgalesa y probablemente de ascendencia judía. Francisco ingresó en el convento de San Pablo, que la Orden de Santo Domingo tenía en Burgos, en 1505. Se trataba de un convento reformado de estricta observancia y Estudio General de la orden, en el cual Vitoria estudió humanidades y artes (filosofía) hasta 1508, cuando su prometedora valía fue decisiva para enviarlo como colegial al colegio dominicano de Saint-Jacques, en París, donde acudían los estudiantes más selectos de la orden. De 1509 es la licencia para ordenarse presbítero. En el curso 1508-09, finalizó Artes en el colegio Coqueret, agregado a la universidad, estudios que incluían las sumula y la lógica aristotélica, física, ética, metafísica y matemáticas. En él, tuvo como maestro al nominalista Juan de Celaya, discípulo del también nominalista John Mair. 6En Saint-Jacques, de 1509 a 1513, realizó los estudios de bachiller en Teología, con profesores como el tomista Pierre Crockaert Bruselensis , también discípulo de John Mair, y Juan Fenario, posteriormente general de los dominicos cuya elocuencia será modelo de método docente para Vitoria. Crockaert comenzó la implantación de la Suma de teología de Santo Tomás en París en sustitución de las Sentencias ( Libri quattuor sententiarum, ca. 1150), de Pedro Lombardo. Vitoria prologó y participó junto con otros compañeros en la edición de Crockaert de la Secunda secundae de la Suma de 1512. 7
Tras la obtención del bachiller en Teología, Vitoria, antes de acceder a la licenciatura y el doctorado, precisaba ejercer la docencia en Artes, lo que llevó a cabo de 1513 a 1516 en Saint-Jacques. A partir del curso 1516-17, explica las Sentencias , para lo cual recibió el nombramiento de bachiller sentenciario por parte del capítulo de la Orden en 1515. Conforme al plan de estudios, de 1516 a 1521 estudia en la Facultad de Teología, donde obtiene el grado de bachalaureus formatus . Desde 1517 hasta 1523, enseña Teología en la cátedra para extranjeros de Saint-Jacques. En marzo de 1522, obtiene la licencia en Sagrada Teología, quedando el sexto de treinta y cinco candidatos. Tras los actos académicos preceptivos (Vesperias, Aulica y Resumpta) , en junio obtiene la laurea o doctorado.
Solicitado por su provincia, Vitoria se trasladó en 1523 al colegio de San Gregorio, en Valladolid, Estudio General dominicano, donde ejerció en la Cátedra de Teología. Allí es promocionado en 1525 a maestro en Sagrada Teología, máximo mérito dentro de la orden. Tras la muerte de su anterior titular, Pedro de León O. P., Francisco de Vitoria fue propuesto 8para la Cátedra de Prima de Teología en Salamanca, la más importante de España, que venía siendo titularidad de dominicos desde 1416. El rival de Vitoria en la oposición fue el portugués Pedro Margallo, catedrático de Teología Moral en Salamanca y admirado por los estudiantes, que eran quienes resolvían los concursos con sus votos (no individualmente, sino representando los distintos cursos). Del 2 al 7 de septiembre de 1526, se realizaron los ejercicios, que ganó Vitoria con gran diferencia de votos, y el 21 juró la Cátedra de Prima de Teología, que ejerció durante veinte años.
En Salamanca, Vitoria residió en el convento de San Esteban, incorporado al movimiento de observancia de Castilla, que vivía entonces un momento de gran esplendor. De este convento partió un gran número de misioneros para tierras americanas, de donde se deduce que la información concerniente a la conquista y evangelización de América llegaba con fluidez, y era conocida y valorada por los frailes de San Esteban, incluido Vitoria. Por su parte, la Universidad de Salamanca, a imitación de la de Alcalá, había implantado en las cátedras menores las tres vías teológicas particulares (tomista, escotista y nominalista), al tiempo que incorporaba como docentes a humanistas dedicados a la filosofía y las lenguas clásicas. En ambientes tan favorables, y partiendo de su muy destacada formación en París y enorme capacidad docente, Vitoria procedió a renovar los estudios de Teología mediante sus clases, a las que asistía un gran número de alumnos, incluidos extranjeros, los cuales luego desempeñarían a su vez puestos docentes o cargos eclesiásticos, también en América.
En efecto, Francisco de Vitoria es reconocido como maestro y fundador de la escuela teológica de Salamanca 9y renovador de su enseñanza, al fijar, como Crockaert hiciera en París, la Suma de teología como referencia fundamental con preferencia sobre las Sentencias . Por las Constituciones de la Universidad, en las cátedras mayores ( Prima y Visperas ) habían de seguirse las Sentencias , mientras que las cátedras menores se destinaban a las vías teológicas particulares. Vitoria alternó en sus lecciones ordinarias las Sentencias con la Suma , lo que fue aceptado de hecho. 10Hasta la reforma de Diego de Covarrubias en 1561, no se alteraron dichas Constituciones para imponer la enseñanza de santo Tomás en las cátedras mayores. Como innovación pedagógica, Vitoria dictaba sus clases permitiendo que los alumnos tomaran notas de unas lecciones originales, cuidadosamente preparadas y que redactaba con antelación. Prefería la claridad a las sutilezas nominalistas. Mediante su exposición en un latín sencillo, facilitaba que los alumnos pudieran tomar apuntes de unas lecciones que ha sido posible recuperar a partir de los manuscritos que circulaban entre los estudiantes.
Читать дальше