Galina Ershova - El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov

Здесь есть возможность читать онлайн «Galina Ershova - El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta obra presenta la biografía del gran investigador y epigrafista ruso Yuri Knórosov (1922-1999), quien estableció en los años cincuenta las bases del desciframiento de la escritura jeroglífica maya, partiendo de los códices prehispánicos de esta misma cultura milenaria, para ofrecerle al mundo por primera vez la posibilidad de acceder a la dimensión cultural de sus antiguos textos. A través de cada capítulo, la autora Galina Ershova, va relatando la vida de este genio desde su infancia hasta su edad adulta, pasando por su momento cumbre, cuando da a conocer sus descubrimientos lingüísticos y epigrafistas.
El Dr. Yuri Kórosov fue conocido en Latinoamérica debido a su investigación sobre el desciframiento de la escritura maya prehispánica e historia de dicha región, sin embargo, la realidad es que revolucionó aspectos de la teoría de sistemas cuyas implicaciones se vieron reflejadas en la forma de abordar la relación entre lenguaje, mundo y comunicación social, muchos años antes de cualquier forma de posestructuralismo, modelo que actualmente está vigente.

El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tres años de los diez necesarios para adquirir el profesionalismo ya habían pasado, acompañados de estudios en los últimos años de la facultad y de la crianza de mi hija Anna. Ella había cumplido sus tres años y regularmente estaba presente en las clases acompañándome, e incluso haciéndole observaciones al profesor. Lo bueno era que Anna, desde los dos años y medio, ya sabía leer los libros que no llevaban dibujos. Sin embargo, ir a clases a una edad tan temprana le ha inculcado para siempre una actitud extremadamente crítica hacia las universidades y un profundo conocimiento de la literatura. Recordando las instrucciones docentes, nunca cambié mi apellido y mis documentos siempre han estado en orden. La presencia del marido siempre la tomé filosóficamente –al parecer, por eso mismo, durante tantos años mi esposo no se ha ido a ninguna parte.

Sin embargo, esta armonía al final no duró mucho. Ni siquiera había pasado un año después de terminar los estudios y ya tenía una rara sensación de que algo en mi vida se me escapaba. Después de tomar los consejos de los colegas en la editorial donde continuaba trabajando, me puse a pensar en la idea de estudiar en la Facultad de Historia. Sin embargo, debido a mi pereza no tenía muchas ganas de hacerlo, aunque me parecía algo necesario para poder dedicarme a los antiguos mayas. La tremenda cruda intelectual postuniversitaria me llevó al entendimiento y visualización del problema. Tenía 23 años y me parecía que el tiempo se desaparecía en vano con una velocidad increíble.

Fue en ese momento cuando me vino a la cabeza buscar a aquel misterioso y genial Yuri Knórosov. Al averiguar que el científico-leyenda trabajaba en el Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias, yo, con toda la sencillez de los pioneros (los pequeños boy scouts comunistas de la Unión Soviética), me dirigí directamente a esta institución, que se encontraba en la calle Dmitri Ulianov de Moscú. En el cuarto piso del edificio encontré algo así como una administración del Instituto. De ahí de inmediato me recomendaron que me dirigiera al subdirector, quien resultó ser un personaje sumamente desagradable. Se llamaba Iósif Romualdovich Grigulevich. No conocía en absoluto al etnógrafo con ese nombre, pero no me importó. Inocentemente comencé a exponerle que admiraba a Knórosov, su talento y su descubrimiento genial... En aquel entonces ni siquiera me había pasado por la mente que era aquel mismo «Iósif Lavretski» el que había escrito la biografía del Che Guevara y al mismo tiempo estigmatizaba a la Iglesia católica. Menos podía saber acerca de sus demás capacidades específicas. Sin embargo, si hoy en día alguien se acuerda de este «etnógrafo de traje civil» que me había caído tan mal, se mencionan únicamente «méritos»[2] completamente distintos. Además, en aquel momento se hizo evidente que la antipatía que surgió entre nosotros era mutua: Grigulevich me miraba con alerta, como si yo fuera una completa idiota o una astuta espía, trataba de averiguar con precisión quién me había enviado y, en esencia, para qué me había presentado al Instituto, –más bien, precisamente ante él. Yo no tuve ni la menor sospecha de que nuestros caminos se habían entrelazado en un momento extremamente delicado de relaciones entre Knórosov y Grigulevich. Pasado el tiempo, ya nunca se podrá saber qué es lo que en aquel entonces había pensado Grigulevich de toda esta situación a la luz de lo que ocurría, pero trató de deshacerse de la rara visitante lo más pronto posible. Me envió (por lo menos le agradezco por eso) al despacho de enfrente, a ver a Yulia Pávlovna Avérkieva.[3]

Yo me había puesto feliz, ya que conocía sus publicaciones y sabía que ella era una gran especialista en las culturas indígenas de Norteamérica. Además, siendo joven había hecho prácticas con el mismísimo Franz Boas. Hasta el momento me acuerdo de la agradable sensación de poder conversar con esta mujer increíble, ya nada joven, reservada y al mismo tiempo llena de afecto. Por otro lado, yo no tenía ni la mínima idea de su asombroso pasado, pero de inmediato entendí que ella era realmente una gran científica e, indudablemente, una excelente persona. Después de haberme escuchado, Yulia Pávlovna me hizo algunas preguntas esenciales y dijo: «Vaya a Leningrado a ver a Yuri Valentínovich. Le daré su teléfono. Puede decir que yo fui quien la recomendé». No creo que haga falta decir que salí muy entusiasmada. Sin perder tiempo, me dirigí a Leningrado.

Llegando a la «ciudad en el Neva» por la mañana, siempre húmeda y fría, a la estación Moskovski, que olía a creosota de las traviesas de madera del tren, encontré una cabina telefónica, marqué el número tan valioso (todavía me acuerdo de él) y, con la garganta encogida por la emoción, llamé a Knórosov. «¿Puede venir ahorita?», preguntó una voz extraña en el otro lado del cable. No entró en detalles y ni siquiera se había sorprendido de la llamada. «Anote la dirección». A duras penas escribí, bajé al metro; luego en tranvía, a través del puente al lado del monasterio Alexander-Nevsky Lavra, me dirigí a la calle Granitnaya. Subí al segundo piso de un edificio verde de cinco pisos, encontré el número del apartamento y toqué. Abrió una amable mujer de edad, un poco quisquillosa y con voluminoso cabello canoso. Era la esposa de Knórosov: Valentina Mijáilovna. «¿Viene a ver a Yuri Valentínovich?», preguntó ella. Me llevó a un cuarto bastante oscuro y de forma atenta preguntó si no quería tomar una taza de café.

Todas las paredes del cuarto estaban tapadas con estantes de madera con libros. En los bordes de los estantes, con botones, se sujetaba un grueso fleco de cortinas. Del lado derecho, justo debajo de los libros, estaba un viejo sofá muy desgastado sobre el cual estaban tiradas una almohada sucia y una manta.

«!Yuri Valentínovich, vienen a verte!», me presentó la mujer. «Ahorita le traigo una taza de café a la niña.» Hacia mí, de una manera formal pero sin sentir muy seguro el piso, caminó una persona muy extraña, bastante encorvada, en un oscuro traje arrugado, con el cabello canoso y desordenado y unas cejas tupidas. Me extendió la mano para saludar –la cual resultó ser muy fría y dura. «¿Qué tal le fue en el viaje?», se interesó él en lugar de saludar, y me miró fijamente con enormes ojos azules ampliamente abiertos. Me impresionó el escritorio grande en el cual también había libros, con el retrato de un gordo gatito siamés en un marco de papel, сon la fotografía de una bonita niña en uniforme de escuela (la hija, adiviné yo) y con diferentes figuritas. Allí mismo estaba una botella abierta y una taza.

Cerca del escritorio se alzaba una verdadera tribuna de madera oscura, tal como en una sala de reuniones. Solo posteriormente entendí que le servía a Knórosov como una especie de pupitre para escribir. Él trabajaba parado para dejar descansar la espalda. Debajo de la mesa, a la vista, estaban varias botellas ya vacías, lo que me dejó un poco preocupada. Aunque la situación se volvía más comprensible. Sobre todo quedaba claro que me había tocado ver la culminación del proceso relativo a las botellas. Pero, al decidir que tenía que llegar hasta el final de mi plan, comencé a contarle mi historia. Me presenté: «Galya». Knórosov me miró de una forma extrañamente asombrosa y de inmediato me confundió al preguntar por mi patronímico. Desde el principio no me trató de otra forma que no fuera «usted», «Galina Gavrilovna» y «colega». En la realidad eso era algo a lo que yo no estaba acostumbrada, si tomaba en cuenta mis 23 años y el trabajo en una editorial donde a todas las mujeres hasta la vejez se les sigue llamando solo por su nombre de pila: Natasha, Marina, Katya.

Pero todavía no habían terminado las sorpresas que me asustaban. «Entonces, ¿qué carajos necesitaba?», de inmediato preguntó Knórosov de manera sospechosa. Y nuevamente comencé a contarle que admiraba su trabajo y que quería dedicarme a estudiar la cultura maya...

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov»

Обсуждение, отзывы о книге «El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x