Entre los estudios más recientes puede citarse el de Cardozo Sáenz, “El caudillismo y militarismo en Venezuela. Orígenes, conceptualización y consecuencias”18, que procura establecer, desde la esfera conceptual, la relación existente entre el militarismo y el caudillismo en el caso venezolano, donde destaca una práctica común de los caudillos: el uso de la fuerza y del aparato militar que, dicho sea, no es una cuestión exclusiva del caso latinoamericano, sino una tendencia universal, evidente en los procesos políticos tanto de orden estatal como regional. Como se quiera, la lista de trabajos sobre el caudillismo es amplia. Ahora bien, este trabajo centra la atención en el clientelismo, uno de los mecanismos políticos implementados por los caudillos y por políticos de toda suerte. Una relación no necesariamente instrumentalizada por los patrones, puesto que los clientes también pueden inclinar la balanza del poder político.
Para analizar el clientelismo del caudillo santandereano se estudió la forma como este dispuso de los bienes del Estado. Además, se procuró una lectura detallada del contexto de la época, mediante el seguimiento a diversos procesos políticos, para lo cual, se elaboraron cuatro bases de datos: nombramientos, elecciones, correspondencia, conflictos. Con las dos primeras se identificó la disposición de cargos tanto por parte de Wilches como por otros patrones que dominaron el aparato del Estado, así como la actuación en el juego electoral; la base de correspondencia permitió conocer las negociaciones directas entre el patrón y sus clientes; y la base de conflictos, principalmente las guerras, permitió observar el rol de los políticos en diferentes esferas de actuación en pro del aparato político. En conjunto, las bases permitieron una aproximación desde el análisis de redes y la elaboración de gráficos que representan el universo relacional y clientelista de Wilches. En tal sentido, cabe señalar que este trabajo, si bien resalta la actuación de un caudillo, no se limita a ello, sino que involucra a cerca de mil actores, que aparecen en diferentes momentos a lo largo de la narración (véase anexo pág. 359).
Acerca de Wilches se han escrito otros trabajos basados en el archivo de la familia, compuesto de unas dos mil cartas y diversos documentos que suman unos doce expedientes, custodiados por el Archivo Histórico de la Escuela de Historia de la UIS. Tal correspondencia fue una fuente excepcional para observar el problema aquí abordado: el clientelismo. Además, se consultaron fuentes oficiales, memorias de presidentes, de los actores involucrados y prensa, entre otras. Respecto a los trabajos basados en el archivo familiar, quizás el más antiguo sea el escrito por Gustavo Otero Muñoz y publicado en 1936, obra que pese a su perfil apologético resulta de interés, pues contiene cartas y datos que desaparecieron del archivo citado, o que nunca llegaron a él. Posteriormente se escribieron algunas tesis de grado y de maestría, también artículos, acerca de Solón Wilches o de temas que hacen parte del contexto en el que actuó19. También se deben agregar a las publicaciones mencionadas algunos resultados parciales de esta investigación, publicados en artículos de las revistas Estudios Sociales de la Universidad del Litoral, Argentina; en el Anuario de Historia Regional y de las Fronteras de la UIS; en la revista Historia y Espacio de la Universidad del Valle y en el Anuario de Historia Social y de la Cultura de la Universidad Nacional de Colombia.20.
Los capítulos expuestos contienen el siguiente orden. El primero, «El tiempo y el espacio de Solón Wilches», comprende un resumen global de la andadura política del caudillo, algunos datos biográficos, el contexto en el que vivió, su sociabilidad política e información acerca de la red clientelar de la familia. En el segundo capítulo, «Solón Wilches en la cúspide del poder político», se narran las circunstancias sociopolíticas dadas entre 1878 y 1883, correspondientes al mejor tiempo del general, cuando las quinas se convirtieron en el primer producto de exportación e ingresos del país y Santander era el mayor productor de esta corteza. En el tercer capítulo, «La invención del Estado», se presentan aspectos del proyecto político de los radicales y detalles de la primera guerra que los enfrentó a los conservadores (1859-1862), y en la que Wilches fue investido como general; igualmente se muestra el orden institucional que procuraron fundar: el aparato fiscal, la fuerza militar, el poder judicial, etc. En el cuarto capítulo, «Los intereses en juego: políticos empresarios en el origen del faccionalismo liberal en Santander», se presenta a los políticos en competencia por los recursos del Estado, principalmente las tierras baldías y los contratos de los ferrocarriles; se hace énfasis en las motivaciones e intereses que llevaron a la ruptura del liberalismo santandereano y al faccionalismo. En el último capítulo, «Wilches y el ocaso del federalismo», se relatan aspectos de su lucha por alcanzar la presidencia de la Unión y la crisis definitiva de su gobierno en 1884, antecedente inmediato de la guerra de 1885. El texto cierra con la muerte política y física del caudillo. Los cinco capítulos, como se ha dicho, tienen en su trasfondo las relaciones clientelares.
1Las provincias que conformaron el Estado Soberano de Santander en 1857 fueron García Rovira, Cúcuta, Pamplona, Ocaña, Vélez, Socorro, Soto y Guanentá; en 1878 se creó la Provincia de Charalá. Durante el periodo federal se reconocieron como “departamentos”.
2GUERRA François-Xavier. “Los orígenes socioculturales del caciquismo”. Anuario del IEHS (Instituto de Estudios Histórico-Sociales, Universidad Nacional del Centro, Argentina), 1992, n.° 7, pp. 181-209. El concepto de Guerra evoca a los pretores romanos para referirse a los caudillos militares que instrumentalizan las fuerzas armadas del Estado, de modo que estas resultan influenciadas por las fidelidades personales. Ya en la época federal se denominaba grupo pretoriano a la tendencia más militarista de los liberales. Véase DELPAR Helen. Rojos contra azules. El partido liberal en la política colombiana 1863-1899. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1994, p. 202.
3PALACIOS Marco. “La fragmentación regional de las clases dominantes en Colombia: una perspectiva histórica”. Revista Mexicana de Sociología, octubre-diciembre de 1980, vol. 42, n.˚ 4, pp. 1663-1689. Palacios precisa que, desde la Independencia, los notables provinciales que lideraron la guerra comprendieron la necesidad de justificar las fuentes del poder político detentado, e hicieron de las elecciones una manera de hacerlo. Así, el sufragio fue utilizado muchas veces para legitimar triunfos militares de una u otra facción. De tal modo se seguía cierto ritual: si había elecciones, había preparativos para la guerra, pues el conflicto podría sobrevenir en cualquier momento, en la campaña, en las elecciones o después. En Santander hubo guerra de 1859 a 1862, de 1876 a 1877 y de 1884 a 1885; además hubo numerosos conatos locales de guerra, y la actuación permanente de guerrillas conservadoras.
4LIND Gunner. “Grandes y pequeños amigos: el clientelismo y la élite del poder”. En: REINHARD Wolfgang y otros. Las élites del poder y la construcción del Estado. Madrid: FCE, 1996, pp. 159-189. En una caracterización general del fenómeno clientelista durante la configuración del Estado moderno en Europa, Lind encontró que los cargos públicos eran la meta principal de los clientes de las élites del poder.
5MANN Michel. Las fuentes del poder social. Madrid: Alianza Editorial, 1991, p. 49. El poder político es, según Mann, parte del poder social, expresado en las relaciones sociales. Este, en su perspectiva, incluye también los poderes ideológico, militar y económico.
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