Integridad electoral
México en perspectiva global
Irma Méndez
Ferrán Martínez
Nicolás Loza
(Editores)
Introducción
Irma Méndez, Ferrán Martínez i Coma, Nicolás Loza
Primera parte. Integridad electoral en el mundo
1 ¿Qué es la integridad electoral? Ferrán Martínez i Coma
2 Registro electoral en las Américas: equilibrando inclusión y seguridad Thomas Wynter, Pippa Norris, Sarah Cameron
Segunda parte. Integridad electoral subnacional en el mundo
1 Rusia: finanzas electorales en una federación autoritaria Margarita Zavadskaya
2 Integridad electoral en India: evidencia de elecciones a nivel nacional y estatal Zaad Mahmood
3 Integridad electoral y administrador predominante. Elecciones subnacionales en México, 2015-2017 Nicolás Loza Otero
Tercera parte. Integridad del financiamiento de campañas y resultados electorales en México
1 México en el contexto de la integridad electoral: financiamiento de campañas y resultados electorales, 2015-2017 Irma Méndez
2 Integridad electoral, financiamiento y fiscalización: políticas públicas y casos relevantes de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación Reyes Rodríguez Mondragón
3 El financiamiento de los partidos políticos en México Arturo Sánchez Gutiérrez
4 Integridad electoral en la construcción de los resultados electorales Gustavo López Montiel
Cuarta parte. Observación e integridad electoral: experiencias sde organismos internacionales
1 Observando los procesos electorales: la metodología de la Organización de los Estados Americanos Brenda Santamaría
2 Protección de la democracia contra el crimen organizado: elecciones, partidos políticos, democracia local y prestación de servicios Catalina Uribe Burcher
Conclusiones
Irma Méndez, Ferrán Martínez i Coma, Nicolás Loza
Notas
Créditos
Irma Méndez, Ferrán Martínez i Coma, Nicolás Loza
La calidad de las elecciones es una preocupación creciente en las nuevas democracias. Se parte de que las condiciones formales de libertad, justicia y equidad que deben cumplir las elecciones para ser democráticas no impiden la existencia de malas prácticas políticas como la compra de votos, el uso de dinero público o ilegal, la violencia contra partidos y candidatos, la exclusión de candidatos de oposición, la manipulación de los distritos electorales, la alteración de los procesos de conteo de votos, los sesgos de los medios de comunicación, o la falta de acceso a la justicia, entre otras, que persisten en los límites de la legalidad.
Esta distancia entre la incorporación paulatina de requisitos formales de elecciones libres, justas y limpias en las Constituciones y leyes electorales de los países, y las malas prácticas electorales que persisten en las semidemocracias, y hasta en viejas democracias, ha dado lugar a propuestas analíticas diversas que intentan brindar herramientas para el análisis exhaustivo de las elecciones, entre las que destaca el enfoque de integridad electoral.
Según Pippa Norris, fundadora y exponente prominente de la perspectiva de integridad electoral, alrededor del mundo cada vez son más las elecciones que no cumplen con los ideales a los que deben servir, esto es, seleccionar gobernantes y determinar prioridades de política pública, vincular a los ciudadanos con sus representantes, generar legislaturas inclusivas, controlar y hacer rendir cuentas a los gobernantes, además de proveer a los ciudadanos ordinarios de una oportunidad vital para participar en la vida política de un país (Norris, 2014, p. 3). Ahí donde las elecciones son defectuosas o fallan por la presencia de malas prácticas electorales, se generan problemas instrumentales importantes como la falta de legitimidad de las autoridades electas y, en general, la desconfianza de los ciudadanos en los procesos electorales, la erosión de la participación electoral y hasta la insatisfacción con la democracia (Norris, 2014, pp. 5-6).
En este contexto, la perspectiva de integridad electoral trata de explicar cómo, cuándo y por qué las élites gobernantes y actores políticos violan sus obligaciones, compromisos y principios de elecciones democráticas o, por el contrario, cumplen con un sistema de normas y acuerdos internacionales cuyos vértices son la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el Pacto Internacional Sobre los Derechos Civiles y Políticos (1966) y las resoluciones de la Asamblea General de la ONU sobre derechos políticos y electorales de los individuos, entre otros. Estas normas no solo son aplicables el día de la elección, sino que cubren el conjunto de fases preparatorias y poselectorales de todo el proceso.
Uno de los organismos internacionales que promueve elecciones con integridad es el International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), que las define como cualquier contienda basada en los principios democráticos de sufragio universal y equidad política, reflejados en estándares y acuerdos internacionales, conducidas con profesionalismo, imparcialidad y transparencia, desde su preparación hasta la administración a lo largo de todo el ciclo electoral (IDEA, 2012). Por su parte, Pippa Norris señala que el concepto de integridad electoral se refiere tanto a los convenios internacionales como a las normas globales aplicadas de forma universal a todos los países durante todo el ciclo electoral. Este ciclo es entendido como un proceso secuencial de once componentes que incluyen leyes electorales, procedimientos electorales, distritación, registro de votantes, registro de candidatos y partidos, campaña en medios de comunicación, financiamiento de campañas, procedimiento de votación, conteo de votos, resultados, y órganos electorales. Como piezas de una compleja cadena, la violación de estándares internacionales en cualquiera de las etapas secuenciales erosiona los principios de la integridad electoral (Norris, 2014, p. 9).
Norris añade que lo opuesto a la integridad son las malas prácticas electorales, que Sarah Birch define como “la manipulación de los procesos y resultados electorales con el fin de sustituir el interés público por el beneficio personal o partidista” (2011, p. 7).
¿Cómo saber con certidumbre cuándo se está frente a una mala práctica o ante el cumplimiento de un estándar internacional? Los niveles de cumplimiento del sistema de normas y acuerdos internacionales en una elección nacional o en otro nivel territorial aplicable, en el conjunto o en cualquiera de las once fases del ciclo electoral, ofrecen un diagnóstico de la calidad del proceso. Desde 2012, las universidades de Harvard y Sydney, con el liderazgo de Pippa Norris, identifican expertos en procesos electorales de un país y someten a su escrutinio la integridad electoral de las leyes electorales y las prácticas de partidos, candidatos, gobiernos, autoridades electorales y votantes. La selección de los expertos es rigurosa y se atiene a criterios académicos. Para cada país, el número mínimo de expertos entrevistados es de treinta. Hasta la medición mundial de 2017, el proyecto de integridad electoral internacional había entrevistado a 2961 expertos en 161 países, dando cuenta de la calidad de 260 elecciones nacionales. La entrevista se hace con un cuestionario estandarizado mediante una plataforma en Internet. El esfuerzo se identifica con el nombre de Encuesta a Expertos de Percepciones de Integridad Electoral (PEI, por sus siglas en inglés).
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