1 ...6 7 8 10 11 12 ...17 Los expertos evalúan 49 indicadores específicos de integridad electoral que miden las once dimensiones del ciclo electoral presentadas en la gráfica 1.1, cubriendo todo el ciclo electoral tal y como refieren Naciones Unidas, Elklit y Reynolds (2005) y Norris (2014). Las tres primeras partes se concentran en las percepciones sobre las leyes y los procedimientos electorales y los límites de los distritos. Las dos siguientes cubren el registro de los votantes y el de los candidatos y partidos. Las partes seis y siete se fijan en la campaña electoral —en concreto en la cobertura mediática y la financiación—. En la octava y la novena se pregunta sobre el proceso de votación y lo sucedido después del cierre de la votación. Las dos últimas indagan en la adjudicación de los resultados oficiales y el desempeño de las autoridades electorales. Por último, se hacen varias preguntas sobre la situación general de la elección, sobre la familiaridad de los expertos con la elección y algunos detalles demográficos acerca de los expertos. En tanto que el cuestionario es tan detallado y cubre todas las fases de la elección, la Encuesta a Expertos de Percepciones de Integridad Electoral (PEI, por su sigla en inglés) utiliza la idea del “menú de manipulación” de Schedler (2002).
La encuesta PEI que se analiza en este libro incluye casi todas las elecciones nacionales celebradas en el mundo entre julio de 2012 hasta finales de junio de 2017, cubriendo casi cinco años de elecciones. La elección será nacional cuando se eligen el ejecutivo o el legislativo, en la que los ciudadanos pueden votar por un candidato (o partido) y donde hay voto directo (lo que excluye las elecciones indirectas o las que eligen a un comité). En total para estos cinco años el EIP dispone de 260 elecciones (101 presidenciales) en 161 países, 29 en América cubriendo cuarenta elecciones (22 presidenciales). Cuando unas elecciones presidenciales coinciden con unas legislativas, los expertos respondían las preguntas teniendo en cuenta las primeras. De la misma forma, cuando las elecciones se celebran a dos vueltas solo se pregunta por la segunda. Aproximadamente un mes después de la elección, el EIP envía una invitación electrónica a los expertos para que tomen una encuesta electrónica. Si no se ha obtenido respuesta, y con plazos de una semana después de la invitación, el EIP envía hasta dos recordatorios. En los casos en los que la tasa de respuesta es muy baja, se envía un correo adicional. La tasa de respuesta —definida como el número de encuestas completadas dividido por el número de invitaciones enviadas exitosas— es de 28%. Para América es de 27%. El estudio se ha desarrollado en dos fases. La primera, la fase piloto, se realizó entre abril y mayo de 2013 y recogió los datos de las elecciones parlamentarias o presidenciales en veinte países. Después de los ajustes al cuestionario, la encuesta PEI se desarrolla en las condiciones apuntadas arriba. El capítulo desarrolla con mayor detalle los principales resultados del levantamiento de estos años.
¿Cuándo se puede considerar íntegra una elección?
En este capítulo se han ido señalando algunos de los desafíos a tener en cuenta al organizar unas elecciones. La pregunta que abordamos es si, para garantizar la integridad de una elección, alguno de esos desafíos es más importante que el resto. Dicho de otra manera, queremos averiguar qué factores determinan la integridad de las elecciones.
En un artículo reciente de Electoral Studies (Frank y Martinez i Coma, 2017), con base en las respuestas de más de 1400 expertos electorales para 121 elecciones celebradas en 109 países de todo el mundo entre 2013, 2014 y la primera mitad de 2015, se abordó dicha cuestión. Los expertos responden a las 49 preguntas ya señaladas. Además, los expertos evalúan la integridad de las elecciones en una escala que va de 1 a 10 y también se les formulan algunas preguntas sociodemográficas.
Nuestro punto de partida es que cuando los expertos evalúan, sus valoraciones se pueden influir de factores individuales, estatales y electorales. Los individuales se refieren a las características de los expertos; los estatales, a las características inherentes del país donde se realiza la elección, y los electorales a la dinámica con la que se dio la elección.
Se elaboraron varios modelos estadísticos con sus controles relevantes, y encontramos que de los 49 elementos que pueden influir en la evaluación de las elecciones, los más importantes son 1) la percepción sobre la equidad de las leyes electorales, 2) el acceso a los medios, 3) la percepción de la imparcialidad de las autoridades electorales, y 4) si los votantes han sido o no amenazados en el momento de la votación.
El único factor individual distintivo que afecta la evaluación de la elección es el grado de familiaridad que el mismo experto informa sobre las elecciones de ese país: cuanto mayor sea el conocimiento informado, mayor será la evaluación de la integridad. Aspectos como ser un nacional del país que celebra la elección, el sexo de los expertos, la edad o su posición ideológica, no son factores que parezcan afectar la evaluación de las elecciones. Tales resultados son positivos ya que señalan que las características individuales de los expertos no los afectan al evaluar unas elecciones. A nivel del país, los resultados no sorprenden: cuanto mayor es el nivel de ingreso per cápita, mayor es la percepción de integridad y si hay un conflicto civil, es menor. Del mismo modo, las democracias más consolidadas muestran mejores elecciones.
Obviamente, este es un primer trabajo que arroja luz sobre qué aspectos deberían priorizarse en las contiendas electorales. Ahora bien, sorprende que aspectos como el financiamiento no aparezcan. Y aquí es donde pensamos que ello se relaciona con el asunto de lo oculto comentado arriba: efectivamente, si los escándalos de financiación electoral aparecen bastante después de las elecciones, es poco probable que los expertos tengan en cuenta lo que desconocen. Esto justifica que varios de los capítulos en este libro atiendan aspectos concretos de la financiación de las contiendas en México.
El objetivo de este primer capítulo ha sido dar una perspectiva holística del concepto de integridad electoral. Para ello, y después de presentar en la introducción varios problemas recientes a los que se han enfrentado diversas democracias con distintos grados de consolidación, la hemos definido partiendo del ciclo electoral, el cual ha permitido analizar en detalle sus componentes e implicaciones. Después se han tratado las diferentes formas de medición del concepto e introducido la que propone el EIP.
Finalmente, se han explorado, con base en publicaciones recientes, los factores que más parecen afectar a la integridad electoral. La utilidad de esta información es evidente: averiguar qué piensan los expertos sobre cómo han sido unas elecciones permite comparar entre países de la región y con el resto del mundo. Además, como ya se disponen de varias observaciones para un mismo país, es posible observar cómo varían las percepciones de integridad electoral en distintas elecciones de un mismo país, lo que permite obtener insumos para implementar mejoras.
Como se ve, la integridad electoral es un fenómeno complejo y, por tanto, el mejor enfoque para su análisis es el multidisciplinar, combinando expertos con estudios de caso y otras modalidades como evaluaciones de programas. El estudio de estos fenómenos se ven enriquecidos por enfoques multidisciplinares a la par que complementarios. En esta línea, el EIP incluye una serie de preguntas en la Encuesta Mundial de Valores que son idénticas a las que se hace a los expertos, lo que da pauta para comparar y averiguar si hay diferencias entre las evaluaciones de los expertos y las del público.
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