Otro autor importante de la época es Francisco Xavier Clavijero (Veracruz, 1732 – Bolonia, 1787), quien escribió un curso filosófico del que sólo se conserva la Física particular, aunque es por la Historia antigua de México que ha llegado a ser un escritor célebre. En ella defiende a los indios de las acusaciones de varios ilustrados que los veían como atrasados e inferiores, con lo cual legitimaban el dominio de los europeos.
A su vez, Clavijero es analógico pues, así como Bartolomé de las Casas defendió la cultura indígena por sus semejanzas con la europea frente a los humanistas que no la comprendían, también lo hizo de los ilustrados que la denostaban como inferior. Adoptó una estrategia parecida a Las Casas, que fue comparar ambas culturas e identificar sus similitudes y diferencias, pero señalando siempre los logros de la indígena.
Otro jesuita notable fue Andrés de Guevara y Basoazábal (Guanajuato, 1748 – Plasencia, 1801), quien publicó Instituciones elementales de filosofía,16 editadas y estudiadas ampliamente en la época, por lo que cumplen también una función pedagógica. Entre sus obras, encontramos los manuscritos de los Pasatiempos de cosmología,17 donde se puede leer su espíritu moderno, pues allí acepta el sistema de Copérnico, así como las ideas científicas de Galileo, Leibniz y Lambert. Asimismo, emplea el pensamiento analógico en sus disquisiciones sobre metafísica, donde demuestra un profundo conocimiento de esta doctrina antigua y medieval.
Cuando los jesuitas salieron expulsados, fueron suplidos por otros pensadores en la labor de modernizar los estudios filosóficos. En ese orden de ideas, tenemos al oratoriano Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos (Zamora, 1745 – México, 1783) y sus Elementos de filosofía reciente,18 manual en el que recopila la filosofía moderna para sus alumnos mexicanos. Añadió algunas otras obras, como los Errores del entendimiento humano, donde se ve la orientación epistemológica de la Modernidad, pues se dirige a la teoría del conocimiento.
El entendimiento de la analogía de Gamarra también es evidente, aunque con el matiz de que su centro ya no es la ontología, sino la epistemología, que era el sesgo nuevo que tomaba la filosofía moderna. Sin embargo, esta nueva orientación convive en su obra con doctrinas tradicionales, como su tratado de metafísica.
Este es el panorama de la presencia y uso de la analogía en la filosofía novohispana. Con base en todo lo que he expuesto, se pone de manifiesto que la analogía fue un actuante notable en el pensamiento de esta etapa tan importante en la historia mexicana. Es tiempo de recuperar este tesoro para la filosofía actual y sobre todo para la de nuestra patria.
1.3 Utilidad del pensamiento analógico
Como hemos revisado, el concepto de analogía y su utilización en la hermenéutica ha estado presente a lo largo del desarrollo de la filosofía novohispana. En el siglo xvi, entre los escolásticos humanistas, Bartolomé de las Casas lo aplicó a la defensa de los indios para demostrar que su cultura no desmerecía ante la española, pues era equiparable a la de los griegos y romanos. Su postura debatía con la incomprensión de humanistas como Ginés de Sepúlveda, que acusaba a los indios de crímenes de lesa humanidad, es decir, de leso humanismo; de esta manera Las Casas proponía otro tipo de humanismo, uno indígena pero análogo al europeo, con el fin de exponer la gran injusticia a la que se les había sometido.
Por su parte, Vasco de Quiroga en su intención de establecer una parea con los naturales una república india, propuso un régimen propio, solamente asociado al español. Consistiría en un orden análogo al de la metrópoli, pero con autoridades indígenas; de esa idea surgen los hospitales-pueblos en los que se pudiera recoger a los indios que estaban derrotados y dispersos en los montes, muriendo de hambre, con el fin de brindarles la oportunidad de tener educación y un oficio. Como he mencionado anteriormente, se trataba de una adaptación de la Utopía de Tomás Moro, a quien leía y admiraba.
Sahagún utilizó la analogía de modo parecido al de Las Casas, pues le sirvió para interesarse en las antigüedades indígenas que trató de conservar en obras como Historia de las cosas de la Nueva España. A su vez, el doctor Francisco Hernández emplea el modo analógico al comparar las hierbas medicinales indígenas con los remedios europeos, pues observó que tenían también un resultado favorable.
Alonso de la Vera Cruz expone la doctrina de la analogía en sus obras filosóficas y la aplica al hablar de la validez de los matrimonios indígenas, cuyo elemento en común con los cristianos es el consenso de los cónyuges. De igual modo, en su relección sobre el dominio de los infieles acepta el derecho legítimo de los indios de tener sus posesiones y por consiguiente, la injusticia de habérselas quitado durante la conquista. El mismo espíritu se encuentra en su doctrina económica respecto al tráfico de población negra, práctica de la que se duele con vehemencia.
En el siglo xvii, los principales analogistas son Sigüenza y Góngora y Sor Juana. El primero, al ver el gobierno de los indios como semejante al de los romanos, con las mismas virtudes cívicas, lo cual es resaltado en su escrito sobre las virtudes políticas de los gobernantes; por su lado, la escritora, en su amplio manejo de la metáfora y metonimia.
En el siglo xviii los jesuitas continuaron con la analogía: Abad dentro de su poesía; Alegre en aspectos teológicos relacionados con la filosofía; y sobre todo Clavijero en su Historia antigua de México, en la que, como un nuevo Bartolomé de las Casas, muestra que la cultura indígena es equiparable a cualquier otra y la defiende de las críticas de los ilustrados que la veían como menor de edad y con ello justificaban la dominación europea.
Dentro de ese siglo no desmerece Gamarra, quien la expone en su manual, a pesar de que la filosofía se orientaba ya a la Modernidad, es decir, hacia la epistemología o crítica del conocimiento.
Éste es el panorama en la historia de la filosofía novohispana acerca del concepto de analogía y su utilización en la disciplina de la interpretación. Mediante esta revisión diacrónica es posible darse cuenta de que la analogía ha recorrido el pensamiento filosófico mexicano y no sólo forma parte de nuestra tradición, sino que puede continuar enriqueciéndonos.
1.4 Conclusión
El concepto de analogía fue trabajado considerablemente por los pensadores novohispanos. Es una noción de gran importancia, pues implica una sensibilidad para las semejanzas y diferencias, e incluso, para las semejanzas en las diferencias, y pensar de esta manera nos hace enfrentarnos correctamente al mundo.
La analogía es la que nos hace conocer al otro ya que respeta las diferencias, pero resalta las semejanzas, de modo que nos permite comprender parte de la alteridad. Si bien identificarnos completamente con el otro es algo utópico e idealista, pues siempre hay pérdida en la interpretación de lo diferente, lo más que podemos hacer es acercarnos por similitud; esto es lo que humanamente podemos alcanzar y resulta suficiente si sabemos manejarlo y aprovecharlo.
En el tiempo actual posmoderno donde se ensalza en gran manera la diferencia, es necesario advertir que no se la puede asimilar en su totalidad, que hemos de contentarnos con la aproximación a ella y darnos por satisfechos con lo que en esa línea podamos alcanzar. En este punto es donde se revitaliza la función del concepto de analogía, pues nos abre a la diferencia, pero nos cierra a la desmesurada pretensión de comprenderla completamente; es decir, nos hace semejantes a pesar de la diferencia y diferentes a pesar de la semejanza, y con eso nos basta.
1Sobre esa temática vid. Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de la interpretación, México, unam, 5a ed., 2015, pp. 31 ss.
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