Encontraremos un gran movimiento intelectual en los colegios de las órdenes y en la Universidad de México, así como en pensadores autónomos. De acuerdo con lo anterior, ofreceré algunos puntos importantes a través de las aportaciones de ciertos autores destacados y su manera de abordar el pensamiento analógico.
La analogía es un modo de significar, intermedio entre lo unívoco y lo equívoco; es decir, si esto último es lo completamente ambiguo y confuso, y aquello lo claro y exacto, lo analógico no llega a la precisión del primero, pero tampoco se diluye en el equívoco, por eso puede abarcar las diferencias, sin perder la capacidad de unificar en la semejanza. Como he mencionado anteriormente, una de sus formas es la metáfora, tan útil para el estudio de las culturas pues permite ver la diversidad pero dentro de un cierto orden.
Me interesa señalar el conocimiento y uso de la doctrina de la analogía que mostraron los novohispanos, con el fin de enfatizar que, lo que he llamado una “hermenéutica analógica”, tiene raíces en el pensamiento mexicano y de manera especial en esta etapa de la historia que abarcó tres siglos.1
Uno de los principales propósitos al hacer este trabajo responde a la necesidad de revitalización de la filosofía de nuestra época, porque ha pasado mucho tiempo empantanada entre univocismos y equivocismos. Así pues, es hora de que levante de nuevo el vuelo y tenga más vida y sentido; resulta apremiante hacerlo y considero que la racionalidad analógica es una vía adecuada para lograrlo.
1.2 El concepto de la analogía en la filosofía novohispana
La filosofía novohispana se desarrolla en tres etapas permeadas por un sano eclecticismo: en sus inicios fue escolástica, aunque en contacto con el humanismo renacentista; posteriormente se relacionó con el hermetismo barroco, ya con indicios de modernización; y finalmente se consolida como escolástica modernizada.2
En el siglo xvi sobresale Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1484 – Madrid, 1566),3 que fue el gran protector de los indios. Su defensa se encuentra a lo largo de sus obras entre las que destacan la Historia de las Indias y la Apologética historia sumaria, dedicadas a ensalzar la cultura indígena mexicana y la de otros pueblos.4
El pensamiento del fraile tomaba aspectos tanto del humanismo como de Aristóteles y Santo Tomás, y los plasmaba con un estilo incisivo a la hora de narrar los sucesos de la conquista y denunciar los abusos que se hicieron. Ejemplo de ello, es su alegato a favor de los naturales de las Indias que peligraban en desaparecer, de modo que pide que trajeran población negra a América, considerada más resistente; no obstante, cabe decir, posteriormente se arrepintió y se opuso igualmente a la esclavitud de los africanos.
El concepto de analogía, aprendido del tomismo, resulta de utilidad para Bartolomé de las Casas para entender, en la medida de lo posible, una cultura totalmente diferente a la suya. La analogía fue el medio por el cual acercaba lo otro a los parámetros que conocía y se hacía más comprensible para los españoles. En ese sentido, en la Apologética historia sumaria comparó la otra cultura con la civilización de los griegos y romanos, así como con elementos del cristianismo. De esta manera disminuyó la extrañeza y, aunque la diferencia siguiera predominando, llegó a un punto intermedio.
En don Vasco de Quiroga (Madrigal de las Altas Torres, España 1480 – Uruapan, México, 1565) encontramos otras iniciativas de defensa de los indígenas. El caso más claro es la fundación de hospitales-pueblos, en cuyos escritos operativos el autor despliega su pensamiento.5 Los indígenas carecían de sustento y cobijo tras la derrota contra los españoles y se encontraban dispersos por los montes donde morían en grandes cantidades; por ello, don Vasco ideó esos hospitales-pueblos, los cuales eran poblados que fungían como hospicios para que ahí se les diera alojamiento, además de trabajo y la oportunidad de aprender artes y oficios. En estos lugares también se les proporcionaban nuevos cultivos y ganado, de manera que podían no solamente sobrevivir, sino vivir dignamente.
Don Vasco supo aprovechar la noción de analogía para tratar de implantar en el Nuevo Mundo ideas del europeo. Así hizo con la Utopía de Tomás Moro, pues se dice que sus hospitales-pueblo eran un análogo de lo que el humanista inglés expuso en su novela. Cabe decir, su idea es análoga en tanto que no quiso trasplantar todo, sino solamente algunos aspectos en los que se ve el empeño de favorecer a los naturales.
Por su parte, fray Juan de Zumárraga (Tabira de Durango, España, 1468 – México, 1548), primer obispo y arzobispo de México, escribió algunos pareceres en los que condena la esclavitud de los indios y el maltrato que se les daba.6 Con ello, se muestra el humanismo de este dignatario, quien no sólo se dedicó a su ministerio, sino que se preocupaba por el bienestar de los indios, condenando la esclavitud a la que se les sometía.
A éste se sumó fray Bernardino de Sahagún (León, España, 1499 – México, 1590), quien fue de los principales opositores de la destrucción de las antigüedades, y se dedicó a catalogarlas y describirlas en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España.
La analogía cobra especial importancia en este último, pues se convierte en la herramienta para entender la cultura indígena. El empeño de conservar todo lo que pudiera de los pueblos originarios viene de una analogía de éstos con lo que él conocía: su propia cultura. De esta forma, pudo buscar las semejanzas y entender las diferencias, a pesar de la incomprensión de los conquistadores.
A su vez, el doctor Francisco Hernández (nacido en España hacia 1518) es un representante del humanismo en este periodo. Protomédico de Felipe II, no solamente hizo una exploración científica de la flora medicinal de las Indias, sino que se adentró en temas filosóficos. En su obra trata de conciliar a Platón y Aristóteles, maestro y discípulo, disonantes en primera instancia, aunque para los humanistas era posible una concordia.7
La actitud del Dr. Hernández fue analógica en esta empresa, cabe decir, nada sencilla, a pesar de que contaba ya con el antecedente de algunos de los post-socráticos que lo habían intentado, entre ellos los estoicos, a quienes también el autor dedicó su atención. Operó de manera analógica también al momento de encontrar en las plantas medicinales de los indígenas un uso como el que se daba en Europa, enriqueciendo así la farmacopea de ambos mundos.
Por otro lado, fray Alonso de la Vera Cruz (Caspueñas, Toledo, 1507 – México, 1584) fue un profesor con formación escolástica que tomó en cuenta a los humanistas, y redactó un curso de filosofía, el primero en América, donde abordó la lógica y la física.8
La primera parte de su curso contiene las súmulas o compendio de lógica titulado Recognitio summularum o revisión de los compendios, porque en ella se encargó de depurar la enseñanza de muchas cuestiones inútiles o complicadas que solían contener las obras similares, aspecto que los humanistas renacentistas criticaban acremente en la escolástica.
Después encontramos la lógica más elaborada en Dialectica resolutio o análisis dialéctico, porque contenía principalmente lo relativo a los Analíticos posteriores de Aristóteles. La tercera parte corresponde a la física, abordada en Physica speculatio, así como a la astronomía de aquella época y lo concerniente a la psicología o del ánima.
Fray Alonso también escribió dos “relecciones”, que eran lecciones especiales o solemnes con diferentes temas. La primera de ellas, titulada Relectio de dominio infidelium (1553-1554), se trataba acerca del dominio legítimo que tenían los infieles o indios sobre sus tierras; después Relectio de decimis (1554-1555), que hablaba sobre los diezmos que la Iglesia pedía a los indígenas, abogando porque éstos fueran moderados; por otro lado, está el Speculum coniugiorum (1556), que se traduce como “espejo de casamientos”, donde defendía los matrimonios indígenas. Esta obra pertenecía a los espejos, un género literario particular que consistía en manuales donde se trataba alguna profesión, o bien, donde se indicaban pautas para los gobernantes como en los “espejos de los príncipes”.
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