Puntualizándose, además, que cuando:
… se escribieron los evangelios de Mateo y Lucas —es decir, hacia los años 75–80 d. C.—, el padrenuestro había sido transmitido en dos redacciones concordantes en lo esencial, pero diferentes en una de ellas (Mt 6, 9–13); y con variantes accidentales, también en la Didajé, era más larga que la otra (Lc 11. 2–4) (Jeremías 2005: 218).
Y se sostiene que:
Estos dos catecismos sobre la oración están destinados para situaciones distintas: el de Mateo está destinado para personas que han aprendido a orar, pero cuya oración corre peligros; el de Lucas está destinado para personas que todavía han de aprender a orar como es debido. Esto quiere decir que, en Mateo, tenemos un catecismo judeocristiano sobre la oración, y en Lucas un catecismo paganocristiano [sic] […] tenemos ante nosotros dos versiones de dos iglesias diferentes” (Jeremías 2009: 229).
Se precisa también que la:
… así llamada “Oración del Señor” o “Padre Nuestro” fue dada por Jesús como un modelo de oración cristiana genuina. Según Mateo la dio como un modelo para copiar (Orareis así), según Lucas como una forma para usar (11:2, “Cuando oréis, decid…”) […] (Stott 1984: 165).
Además de lo señalado hasta este momento, se puntualiza que mientras “Mateo se dirige a los judíos que saben rezar correctamente, Lucas se dirige a los paganos que no rezan y han de ser iniciados en la oración” (Boff 1986: 29).
En relación con las diferencias que existen entre las dos versiones del Padrenuestro, la del evangelio según Mateo y la del evangelio según Lucas, se expresa que dichas diferencias:
… no cabe atribuirlas, probablemente, a los evangelistas, sino que se explican por la existencia de dos tradiciones o usos comunitarios que se reflejan en uno y otro (Cullmann 1999: 78) 2 2 Oscar Cullmanm, citando a E. Lohmeyer, acota lo siguiente sobre este asunto: “… la una, utilizada por Mateo, procede de Galilea, y la otra, utilizada por Lucas, de Jerusalén. La versión de Lucas fue escrita para los miembros de la comunidad primitiva a los que este evangelista califica de helenistas (Hech 6, 1ss), por los que él estaba claramente interesado” (Cullmann 1999: 78, nota al pie 62). 3 Joachim Jeremías precisa, además: “con respecto a la longitud, el texto —más breve— de Lucas debe considerarse como más primitivo; con respecto a los elementos comunes, el texto de Mateo es el que debe considerarse como más primitivo” (Jeremías 2009: 231). Y Pierre Grelot afirma que “la recensión de Lucas cuenta con mayores posibilidades de ser la versión original” (Grelot 1988: 302).
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¿Cuál fue entonces la versión original del Padrenuestro: la que registra Mateo en su historia de Jesús o la que consigna Lucas en su evangelio? La discusión sobre este asunto se resume con estas palabras:
Considerando en su conjunto nuestra investigación, el resultado puede resumirse diciendo que la redacción de Lucas conservó la forma más antigua por lo que respecta [a] la longitud; pero el texto de Mateo está más próximo al original en cuanto a la formulación del contenido común a ambas redacciones (Jeremías 2005: 223) 3 3 Joachim Jeremías precisa, además: “con respecto a la longitud, el texto —más breve— de Lucas debe considerarse como más primitivo; con respecto a los elementos comunes, el texto de Mateo es el que debe considerarse como más primitivo” (Jeremías 2009: 231). Y Pierre Grelot afirma que “la recensión de Lucas cuenta con mayores posibilidades de ser la versión original” (Grelot 1988: 302).
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Sobre la estructura del Padrenuestro, comparándose las versiones de Mateo y Lucas, se afirma que:
… consta de dos partes. La primera se caracteriza por el uso de la segunda persona de singular: “tu”, “tuyo”, y la segunda, por el uso de la primera persona de plural: “nosotros”, “nuestro”. La primera parte se refiere a un acontecimiento divino que nos afecta también a nosotros y en el que participamos, pero que no radica directamente en el ámbito humano. La segunda se refiere a un acontecimiento divino que tiene por objeto directo al ser humano. Pero ambas partes están relacionadas por las acciones salvíficas que se piden a Dios (Cullmann 1999: 84).
Y se acentúa que:
El orden de las peticiones no es arbitrario. Se empieza por Dios y sólo después se pasa al hombre; porque a partir de Dios, de su óptica, es como nos preocupamos de nuestras necesidades; y en medio de nuestras miserias es desde donde debemos preocuparnos de Dios. La pasión por el cielo se articula con la pasión por la tierra (Boff 1986: 614).
Se puntualiza, además, en cuanto a su estructura, que el Padrenuestro:
… se divide en dos partes: una tiene por objeto a Dios, la otra, a los hombres. Las tres peticiones que se refieren a Dios nos dan en síntesis la revelación del Antiguo Testamento, respetando el ritmo de su progresión […] Santificado sea tu nombre recapitula la primera revelación hecha a Moisés de la trascendencia de Dios […] Venga a nosotros tu reino. De estos hebreos dispersos, Yahveh hace una nación y luego un reino […] Hágase tu voluntad. El reino de Israel es precario a causa de la prevaricación […] Estas revelaciones progresivas jalonan la historia de Israel y terminan en su término, Cristo, que las recapitula […]. La estructura de la segunda parte del padrenuestro es más difícil de descubrir […]. Las tres últimas peticiones responden a la novedad del evangelio (Hamman 1967: 108).
Teniendo en cuenta todas estas valiosas opiniones, bastante útiles para comprender un poco mejor la oración modelo de Jesús, la versión del Padrenuestro que examinaremos es la que nos ha dejado Mateo en el evangelio que lleva su nombre (Mt 6.9–13; cf. Lc 11.2–4). La razón histórica y teológica, para esta opción intencional, que puede parecer incluso arbitraria, es la siguiente:
… desde fecha muy temprana la versión de Mateo parece haber sido la más común. Ciertamente, al estudiar los antiguos escritores cristianos vemos que, por lo general, es esta la versión la que citan y estudian; por tanto, sería también la que se empleaba en las iglesias de esos autores en las distintas partes del mundo antiguo (González 2019: 14).
Mateo ubica el Padrenuestro como parte de un largo discurso de Jesús conocido como el Sermón del Monte, en el que se explican y precisan las normas que deben caracterizar a la nueva sociedad que Jesús de Nazaret inauguró con su presencia y sus acciones liberadoras en favor de los indefensos y los desposeídos. En cambio, Lucas, en su historia de Jesús, ubica el Padrenuestro en el contexto de una petición que le hace uno de sus discípulos para que les enseñe a orar: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lc 11.1).
Un estudio detallado de la versión de Lucas da cuenta de que el autor del tercer evangelio precisa que Jesús tenía una práctica visible de oración conocida por sus discípulos. Considerando esa realidad, cabe aquí una pregunta: ¿El Padrenuestro es la única enseñanza de Jesús sobre la oración como una práctica necesaria, cotidiana y vital para los discípulos? Una lectura de los evangelios indica que no es así. La oración, por ejemplo, es uno de los temas transversales en el evangelio según Lucas. El autor de este evangelio muestra a Jesús en oración nueve veces (3.21; 5.16; 6.12; 9.18, 29; 11.1–4; 22.39–46; 23.34, 46). Dos parábolas, exclusivamente lucanas, destacan también la centralidad de la oración en la vida de los discípulos (Lc 18.1–8; 18.9–14).
Aparte del evangelio según Lucas, Juan, en el suyo, ha registrado la oración de Jesús por la unidad de los discípulos (17.1–26). Esta hermosa oración, con hondas reflexiones sobre la unidad cristiana, tiene también un marcado acento misionero. En ella se traza la ruta que deben seguir los discípulos de Jesús en sus realidades misioneras particulares: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Jn 17.18; cf. 20.21).
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