No nos sirve idealizar la diversidad: existen propuestas, estrategias, convicciones que no son compatibles en un mismo espacio. En estos momentos la tentación de imponerse sobre otras personas es fuerte, sobre todo en quienes tienen poder. De nuevo nos podría ayudar a empezar con la vida misma: contarnos nuestras experiencias y sentimientos para entender mejor los vínculos entre lo personal y lo político, y tomarnos el tiempo para los procesos de consenso. Podemos aprender mucho de los pueblos originarios en eso, ya que, por mi propia experiencia sé que ellos no permiten la presión del tiempo en la búsqueda de acuerdos a nivel de comunidad.
Cambiar nuestros lenguajes
Recuperar la riqueza de la diversidad implica, por último, que tomemos en serio nuestro lenguaje. El lenguaje no sólo interpreta la realidad, sino también la crea. Nuestros lenguajes funcionan por los códigos de la cultura uniformante, y se nota. ¿Cuánto cuesta en procesos ecuménicos empezar a hablar de “las iglesias”? ¿Y en procesos de género encontrar lenguajes inclusivos sin enredarnos?, ¿O en procesos con los pueblos originarios comenzar a hablar de un Estado de Chile plurinacional en vez de “un sólo Chile”? ¿Y en procesos ecológicos hablar de los derechos de todos los seres en vez de los derechos humanos? Tenemos que revisar nuestro lenguaje en su amabilidad frente a lo distinto. Y además nos podemos abrir a lenguajes que algunos/as hemos olvidado, como el lenguaje de los gestos y del cuerpo.
El lenguaje religioso puede ser muy excluyente, y también puede ser una fuente de inclusión no discriminatoria. El versículo con que empecé este artículo ha sido una piedra de tropiezo para el diálogo interreligioso, pero también puede abrir posibilidades de hablar de las verdades que encontramos en el camino de la vida. Depende de nosotros.
En la búsqueda de valorar lo distinto existen propuestas que se autoexcluyen, y son justamente aquellas las que se cierran a la diversidad. En general, no son tantas como parece, porque muchas personas somos fundamentalistas más por costumbre que por convicción.
El criterio que al final determina si nuestra verdad puede formar parte del arcoíris de verdades en esta tierra es su contribución a una vida plena para todos los seres vivos, y a la salvación de la vida misma. Nada menos está en juego en nuestro momento histórico. Tenemos que visibilizar lo que los aimaras llaman “un buen vivir”, para que todos y todas puedan vivir. La tradición cristiana tiene mucho que aportar en este proceso, desde sus contextos diversos, y en ese aporte se juega su relevancia. Si caminamos siguiendo a Jesús, acompañando, protegiendo, y venerando esta “buena vida”, lo que es verdadero se revelará en nuestras vidas, y se regenerará como espíritu divino en todo lo que hacemos.
REFERENCIAS
De Sousa Santos, Boaventura. 2005. O Fórum social mundial: Manual de uso. Sâo Paulo: Editora Cortez.
Gebara, Ivone. 2000. Intuiciones ecofeministas, Ensayo para repensar el conocimiento y la religión. Madrid: Editorial Trotta.
Knitter, Paul F. 1980. “El cristianismo como religión absoluta. Perspectiva católica”. Concilium 156 (junio): 329-347.
McFague, Sallie. 1993. Life Abundant. Rethinking Theology and Economy for a Planet in Peril. Minneapolis: Fortress Press.
McFague, Sallie. 1993. The Body of God. An Ecological Theology. Minneapolis: Fortress Press.
Ress, Mary Judith. 2003. Without a vision, the people perish. Reflections on Latin American ecofeminist theology. Santiago de Chile: Sociedad Con-spirando.
Sacks, Jonathan. 2002. The Dignity of Difference: How to Avoid the Clash of Civilizations. London: Continuum.
Schillebeeckx, Edward. 1989. Mensen als verhaal van God. Baarn: Uitgeverij H. Nelissen.
1Este artículo fue publicado como: Arianne van Andel, “Las verdades se definen en el camino de la vida” en Testimonio 236 (2009), 58-69.
2Paul F. Knitter, “El cristianismo como religión absoluta. Perspectiva católica”. Concilium 156 (junio 1980): 329-347, también en: http://servicioskoinonia.org/relat/323.htm, accedida el 10/10/09.
3Sallie McFague, Life abundant. Rethinking Theology and Economy for a Planet in Peril (Fortress Press: Minneapolis, 1993), 43, 77.
4Edward Schillebeeckx, Mensen als verhaal van God (Baarn: Uitgeverij H. Nelissen, 1989), 181.
5Jonathan Sacks, The Dignity of Difference: How to Avoid the Clash of Civilizations (London: Continuum, 2002).
6Sacks, The Dignity of Difference , 19 y 48-52.
7McFague, Life Abundant , 30, 36.
8Mary Judith Ress, Without a vision, the people perish. Reflections on Latin American ecofeminist theology (Santiago de Chile: Sociedad Con-spirando, 2003), 58; Sallie McFague, The body of God. An ecological theology (Minneapolis: Fortress, 1993), 37-47.
9McFague, The Body of God , 41-46.
10Sacks, The Dignity of Difference , 10.
11Sacks, The Dignity of Difference , 42, 45-50.
12Schillebeeckx, Mensen als verhaal van God , 183.
13Sacks, The Dignity of Difference , 50-52.
14Sacks, The Dignity of Difference , 56.
15McFague, Life Abundant , 102.
16Ivone Gebara, Intuiciones ecofeministas, Ensayo para repensar el conocimiento y la religión (Madrid: Editorial Trotta, 2000), 42.
17Ivone Gebara, Intuiciones ecofeministas , 35-89.
18Boaventura de Sousa Santos, o Fórum social mundial: manual de uso (Sâo Paulo: Editora Cortez, 2005), 25-26.
19Sacks, The Dignity of Difference , 2.
ENTRE LUCHA POLÍTICA Y RELACIONALIDAD COSMOLÓGICA:
LA CONTRIBUCIÓN DE IVONE GEBARA A LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN1
¿Cómo asumir la realidad cotidiana y la vida privada de las personas en el análisis sociopolítico de la teología de la liberación? ¿Y cómo hacerlo sin despolitizar la teología? Estas son las preguntas claves que me han acompañado como teóloga feminista durante mis estudios, que nuevamente me apelaron durante los cinco años que realicé trabajo de formación teológica en Chile y, en estos momentos, se me imponen nuevamente.
En septiembre de 2010 nos trasladamos a España, yo como holandesa con un corazón latinoamericano, mi marido Álvaro, nuestro hijo Teis, de casi 3 años, y nuestra hija Lena, que nació en junio de ese año. Mientras Álvaro realizaba el doctorado, yo me encargué un año al cuidado de nuestros “peques”, lejos de las redes sociales que tenía en Chile, una experiencia que significó un gran desafío: una vida que demandaba la responsabilidad de “madre a tiempo completo”. Como mujer especializada en teología feminista, para quien la valoración de la vida diaria es un tema importante, mi nueva realidad me hizo pensar mucho, pero entre pañales, dar pecho y abrazos, y medir fuerzas con mi hijo, apenas tenía tiempo para sentarme a escribir algunas de estas reflexiones.
Y justo, en esos momentos, me pidieron escribir un artículo para un libro en honor a la vida y el trabajo de Ivone Gebara. Ivone es una teóloga que describe la vida diaria de las mujeres de su barrio –preparar comida, limpiar, lavar, ordenar, cambiar pañales, llevar los niños y niñas al pediatra–, y la analiza política y teológicamente. Para las mujeres con quien ella convive, en un barrio popular de Recife, en el Noreste de Brasil, la vida muchas veces es más un sobrevivir, por la falta de satisfacer las necesidades básicas de subsistencia. Además, ellas no viven esa situación por opción, ni temporalmente, como era mi caso. Personas como Ivone son las únicas que hacen pública la vida de estas mujeres y les dan una cara.
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