Sin embargo, la opción por los pobres como “una sola clase popular” fue la causa de que esta primera generación de teólogos de la liberación no visibilizara parte de la realidad. Ivone Gebara, junto con otras teólogas feministas, puso la atención en el hecho de que la opción por los pobres, en realidad, significaba una opción por los varones pobres, quienes reclamaron sus derechos por medio de movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos. La opresión de mujeres pobres se encubrió en esta teología.
Esta limitación de la generación inicial de la teología de la liberación es, según Gebara, una consecuencia de la separación del terreno político y público del terreno personal, llamado privado. Esta separación fue una reacción entendible a una teología tradicional demasiado individualizante, pero mostró límites en sus capacidades de “liberar de toda opresión”27. Gebara revela que en la vida de las mujeres pobres la distinción entre lo público y lo privado es insostenible en el análisis político y en la teología. Temas como la división de trabajo, la economía informal, la violencia intrafamiliar y la ética sexual no entraron en la primera teología de la liberación. Gebara señala que, justamente en la vida diaria de las mujeres, los temas políticos son temas privados, y los asuntos privados obtienen peso político. Además, su enfoque en la ecología hace que transcienda la división entre lo público y lo privado. Muestra como la situación de emergencia ecológica mundial, un tema público y político, se hace tangible en la vida diaria “privada” de las mujeres en su barrio. Estas afirmaciones no son nuevas, y muchas de ellas son inspiradas en el trabajo de colegas feministas y ecologistas, pero Gebara asuma, de manera pionera, sus consecuencias en el desarrollo de una teología de la liberación actualizada.
La opresión de las mujeres no puede ser combatida sólo mediante análisis políticos, sino que pide un cambio más profundo en nuestro pensar cultural y psicológico-simbólico. Gebara aboga por una antropología nueva, donde la separación entre cuerpo, espíritu, y razón es reemplazada por una imagen más integral del ser humano. Esta nueva antropología pide otra epistemología, donde nuestras experiencias concretas diarias llegan a ser punto de partida de la reflexión social y teológica. Sólo de esta forma es posible que caiga luz sobre las mujeres en un barrio pobre en Brasil; ellas que diariamente se esfuerzan por el cuidado de la vida en todas sus dimensiones.
Para mí, ese es el gran mérito de la obra de Gebara: ella visibiliza las mujeres marginalizadas en su realidad de dolor y alegría, de injusticia y resistencias pequeñas. Habla en nombre de sí misma, no quiere hablar por otras, pero igualmente representa las voces y preguntas de mucha gente. No es por acaso que en estos días me siento tan conectada con sus reflexiones poéticas, donde hay tanto espacio para la vida “aparentemente insignificante” y su valor teológico28.
Con su epistemología ecofeminista Gebara da nuevos referentes y rompe algunos tabúes que en la teología de la liberación de la primera generación quedaron intocados. Relativiza la autoridad de la Biblia y de los dogmas, y dirige la atención hacia las expresiones corporales, emocionales y racionales de nuestra búsqueda de sentido del misterio de la vida de la que formamos partes. La misma Gebara nos acompaña en esta búsqueda en todas sus reflexiones teológicas, porque cada una de ellas refleja su pasión por la sanación de la gente, de la tierra y de la vida.
Como conclusión vuelvo a la pregunta inicial: ¿Logra Gebara, en su reflexión teológica, vincular su análisis sociopolítico con la vida personal? Sí, porque siempre interpreta la vida diaria y personal desde un marco de estructuras sociales y políticas amplias y a la vez vincula sus reflexiones políticas con la vida diaria. Este logro marca su singularidad como teóloga ecofeminista. El ecofeminismo es criticado, muchas veces, por su tendencia a la despolitización, sobre todo por parte de otras feministas
y por teólogos y teólogas de la liberación. En este artículo no fue posible abordar toda esta discusión, pero se puede concluir que Gebara logra ser teóloga ecofeminista sin perder una postura política crítica29.
A pesar de eso, su teología también tiene ambigüedades y preguntas que quedan abiertas, y ella probablemente será la primera en admitir eso. Acá quiero hacer dos grupos de preguntas, que me surgen acerca de su antropología, como invitación para seguir reflexionando.
Según Gebara, las personas se sienten impulsadas hacia la transformación por el sentimiento de que “algo no está bien”, por un malestar más que por la concientización, ¿pero no es que muchos de nuestros sentimientos y emociones siguen a nuestros pensamientos internalizados? ¿Cómo ve Gebara esta dialéctica entre pensar y sentir? ¿Dónde se inicia el impulso hacia el cambio, hacia la transformación? En mi situación nueva como “madre tiempo completo” esta pregunta me intriga.
Yo tiendo a valorar la tarea diaria, de cuidar a dos pequeños, menos que el escribir de este artículo. ¿Esta valoración está basada en un cierto malestar emocional, o es más bien resultado de pensamientos internalizados desde una epistemología patriarcal? ¿Ayuda a cuestionar mis pensamientos que desvalorizan la vida diaria, o es mejor tomar en serio mis emociones para poder luchar por más tiempo para escribir artículos? ¿Probablemente algo de los dos?
O sea: ¿Son nuestros sentimientos y experiencias más confiables que nuestro pensar? ¿Existen “experiencias auténticas pre-racionales” fuera de la interpretación racional que les damos que ya está influenciada por el pensar dominante? Gebara a veces sugiere que sí, pero yo tengo mis dudas. Y si no existen experiencias o emociones puras para impulsar nuestros cambios, la concientización política vuelve a ser un eje fundamental en procesos de transformación, aunque quizás primeramente en la forma de una concientización desde nosotras mismas y desde nuestros cuerpos.
Otra pregunta abierta trata del tema de la relacionalidad cósmica sobre la cual Gebara escribe con mucha esperanza. ¿Es esa verdaderamente una experiencia que nos puede llevar a un actuar ético? ¿Cómo esta relacionalidad se hace sentir en nuestra realidad concreta? ¿Es tan fácil vincular el nivel de la evolución biológica con el nivel de la historia humana? ¿Cómo podemos seguir tematizando las relaciones de poder injustas y las diferencias conflictivas dentro de esta relacionalidad cósmica? Gebara deja abiertas estas preguntas, y por eso sus reflexiones sobre una nueva cosmología y nuestra relacionalidad e interdependencia recíproca como humanidad a veces tienden a sonar idealista, perdiendo algo de la agudeza política que generalmente caracteriza su obra como un tesoro de teología de la liberación renovada.
La relación entre el análisis sociopolítico y la vida personal permanece en tensión y compleja. La pregunta por el puente entre estas dos dimensiones me va a seguir ocupando como teóloga. Sin embargo, tanto la importancia de un análisis político agudo como la atención sincera por la situación personal de tantas mujeres empobrecidas, las aprendí en Latinoamérica, especialmente de Ivone Gebara.
REFERENCIAS
Boff, Leonardo, y Clodovis M. Boff. 1986. Wat is theologie van de bevrijding?. Averbode, Apeldoorn: Altiora.
Gebara, Ivone. 1993. “III Semana Teológica: Construyendo nuestras teologías feministas”. Tópicos 90. Aportes para una teología feminista. Vol. 6, núm. 3, 71-124.
Gebara, Ivone. 1999. Longing for running water. Ecofeminism and liberation, Minneapolis: Fortress Press.
Gebara, Ivone. 2000. Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión. Madrid: Editorial Trotta.
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