Innovar en tiempos de fracaso encuentra una respuesta mucho más simple y lógica que innovar en tiempos de éxito. Estiras lo más que puedes, pero en cada estiramiento y postergación también te acercas más al final. Por ello, es una lógica de la vida y los negocios “canibalizar” (dar por muerto) un producto antes de que muera. Excepto que te llames Michael Jordan. Si no vas a canibalizar y quieres continuar extendiendo un producto exitoso hasta el agotamiento, asegúrate de que en tu espacio hay un Michael Jordan y no un gerente de Kodak.
Se difundió en la prensa que Jerry Krause (gerente general de los Bulls) dijo: “Las organizaciones ganan títulos, no los jugadores”. Luego aclaró: “Los jugadores y entrenadores por sí solos no ganan campeonatos, las organizaciones, sí. Una sola parte no puede ganar sola”.
Debes saber siempre qué lugar ocupar: el de los visibles o el de los invisibles. Los invisibles (aquellos que no generan atracción en el público) jamás deben competir con los visibles (aquellos que sí atraen al público). Su trabajo es estructural y en las sombras. El valor de tu trabajo no disminuye porque tenga menos prensa o visibilidad. Quizás, justamente, para que ese trabajo tenga valor debe estar en esa forma: entre las sombras. La armonía de una organización (¡y, mucho más, de una organización exitosa!) depende de asumir el rol, los espacios y la visibilidad que tendrá cada uno. Donde compiten los egos, se resquebrajan las estructuras. Vaya casualidad, Jerry Krause quiso resaltar el valor del todo por encima de las partes (pero es obvio que resaltar ese todo nació de la necesidad de resaltar su parte).
“El entrenador Tim Floyd iba de pesca con Jerry Krause, el siguiente Phil Jackson en la era Jordan. [Krause] Invita al casamiento de su hijastra a Floyd, a los jugadores, y no a Jackson”.
Es necesario aprender que las ideas tienen dos lados: el lado objetivo y el lado subjetivo. La mejor y más deslumbrante idea en el papel fracasa si no atiendes las variables personales de quienes convivirán con ellas. La idea de Jerry Krause de acercar a un entrenador (Floyd) y alejar a otro entrenador (Jackson) en un entorno distendido puede haber sido una idea genial… en los papeles. En la práctica, ni el grupo ni Jordan (la subjetividad individual y colectiva) querían desprenderse de Phil Jackson. Los sentimientos de los jugadores, en general, y de Jordan, en especial (el “macho alfa”, ¿recuerdas?), transformaron una idea potencialmente buena en una realidad desastrosa. La lección es bastante simple aquí: las ideas no tienen valor en sí mismas, sino en relación a las personas hacia las cuales serán dirigidas. Tim Floyd solo pudo ser entrenador de los Bulls… una vez que el terceto sagrado (Jordan, Pippen y Rodman) se retiró del equipo.
“Las cosas evolucionan. La gente también. No se queda estática en una posición”. (Phil Jackson)
“Nunca te bañas dos veces en el mismo río”, decía Heráclito. La vida es cambio permanente. Cada vez que intentas forzar un “estatismo”, tienes que saber que vas en contra del mundo y de su natural evolución. Ya lo dijo Henry Ford luego de introducir exitosamente el automóvil en el mercado norteamericano: “Si le preguntaba a la gente, solo iban a querer caballos más rápidos”. Si alguien siempre, evolutivamente, favorecerá el cambio, debes ser tú mismo quien lo promueva. Ahora, si el cambio es inevitable, ¿por qué tanto recelo a adoptar políticas de innovación en tu equipo? Por miedo. El cambio provoca miedo.
“Michael me dijo que quería ser el mejor jugador. Y yo le dije ‘debes trabajar más duro que en la escuela’. Y dijo: ‘trabajé tan duro como en la escuela’. Entonces le respondí ‘Discúlpame, ¿no dijiste que quieres ser el mejor jugador?’.Y Michael replicó ‘Te lo demostraré. Nadie trabajará más duro que yo’”. (Roy Williams, asistente Universidad Carolina del Norte)
Cuidado aquí: el trabajar cada vez más duro puede tener un límite. Cuidado con la trampa del incrementalismo (trabajar más y más). A veces es necesario trabajar más, pero muchas veces es necesario trabajar distinto. Seguir trepando una montaña equivocada no te llevará a la cima del Everest, te llevará, en todo caso, y con suerte, a la cima de esa montaña. No todos somos Michael Jordan. Es más, nadie es Michael Jordan. Él bien pudo apoyarse en el incrementalismo, porque en ese hacer más y más despertaba (epigénesis) todo ese potencial genético que estaba en su ADN esperando ser potenciado. Pero los que no disponemos de ese potencial genético, por regla general, debemos ir por un doble camino: el camino de hacer más y el camino de hacer distinto. Y explorar en profundidad sobre qué vale la pena hacer más del hacer distinto y qué vale la pena hacer menos de eso que hacíamos cada vez, aunque ya no nos entregue los mismos resultados. Porque se suele caer en esa trampa: lo que entregaba buenos resultados ya no los entrega como antes. ¿Qué hacemos? Trabajar más de lo mismo entrando en peligrosos círculos viciosos. Las conferencias de prensa luego de los partidos son una muestra cabal de cómo se repite este fenómeno: siempre dicen “tenemos que trabajar más”, nunca dicen “tenemos que trabajar distinto”. Atrapados por la lógica del incrementalismo, podemos estar ignorando la lógica de la disrupción, lo nuevo y la innovación.
En el draft de 1984, se elige a Hakeem Olajuwon en primer lugar, a Sam Bowie por los Portland en segundo lugar y a Michael Jordan por los Chicago Bulls en tercer lugar.
Cuando te condicionas previamente para una decisión, puedes dejar afuera decisiones iguales o más valiosas que las que finalmente vas a tomar. Poner restricciones a una decisión es ir poniendo anteojeras (que suponen dirigirán la atención al lugar correcto). El pensamiento se limita, el horizonte se achica. Así, pensando en términos de altura y solo en la posición de 5 (pivote), es que ni Houston ni Portland optaron por Michael Jordan. Estos últimos llegaron a reconocer que nunca fue una opción.
En el fútbol, y también en otros deportes, la mirada “antropométrica” es una limitante muy fuerte para la detección de talento. Estamos atrapados por sesgos y prejuicios. En el fútbol he sabido de pruebas de jugadores en las que limitan la altura de los participantes de antemano: con ese criterio, Messi y Maradona no hubiesen ni llegado a la prueba.
Jordan fue la clave para el juego. Jordan fue la clave para el nivel competitivo. Jordan fue la clave para la revolución NBA en el mundo. Jordan fue la clave para el negocio.
Si te fijas bien, el problema no radica en la elección. Radica en la forma de pensar la forma de elegir. Como cualquier decisión en la vida, cuando te condicionas, te limitas. Una mente abierta, flexible, creativa y oportuna siempre será mejor (y cada vez más, en este mundo vertiginoso y cambiante) que una mente rígida y condicionada por sesgos. Lo antropométrico es un sesgo muy fuerte en el mundo del deporte.
Cualquier proceso de selección regido por algún tipo de restricción (edad, titulación, medidas antropométricas, etc.), por un lado, simplifica el proceso al limitar el universo, pero, por el otro, lleva el riesgo de la pérdida de potenciales talentos no encuadrados en esos patrones (paradójicamente, el talento escapa a los patrones, los subvierte y los arrasa. Es su forma de odiar la estandarización).
Michael Jordan, el primer día en los Chicago Bulls: “Quien sea el líder, iré detrás de él, y no lo haré con palabras porque no tengo voz aquí. No tengo una posición. Lo debo hacer con mi juego. Creo que me lo gané en el tercer partido”.
¿Y dónde está la creatividad aquí? Lo que dijo Jordan es muy racional y bien lógico. La creatividad está en dar una vuelta de tuerca a esto y, si eres entrenador, guardar esa pequeña grabación de segundos para ser utilizada con jugadores que suben al primer equipo. Y, luego de que sepan quién fue Jordan, mostrarles ese video el primer día. El mensaje será contundente: aquí, de la única forma que nos interesa que te destaques, es desplegando tu juego al máximo y opacando todo lo que no tiene que ver con ello al mínimo.
Читать дальше