Al parecer el amigo ya conocía por lo visto de Sarie y Gie muchos detalles que incluso ellos mismos desconocían. Con las referencias que tenían, y de quien venían, intuían que se trataba de una persona de absoluta confianza. De ello se percató pronto el anfitrión. Sonrió y se dirigió ahora hacia el gigantón.
-Gie, tú no me recuerdas, pero yo te tuve entre mis rodillas. Una vez me mordiste, aquí, en el brazo. Me tuvieron que administrar alcohol y agua oxigenada; una semana tardó en curarme. Y otro día me hiciste pis sobre...
Como si le estuviesen enjuiciando por algún delito hizo protesta en su defensa ¿Había hecho algo bueno? Pareciera que estuviera anunciando al devorador de las naves en lugar de un iser como “¿la copa de un pino?”. Vaya con el aparato y su vocabulario. Al menos esperaba que no le guardase mucho rencor por sus crueldades infantiles. “Tiene mucho sentido del humor, y encima es médico” -aseveró Eti con gran convencimiento-. Otra sonrisa de regalo.
-¿Ahora eres médico? Bueno, si me vuelves a morder, cúrame después por lo menos, jajajá. No, querido Gie... eras un encanto, pero tenías tus cosas, como todos los niños. En cambio dabas unos besos-chupón preciosos.
“Trágame tierra” -pensó quien no se reconocía en los detalles-. Tal vez prefería su faceta menos colorista. Ahora le tocaba el turno a Sarie.
-¡Sarie, querida Sarie!, ¡cómo has crecido! Bueno tú también Gie, ¡no hay más que verte! ¡Pero... qué hermosa eres, niña!
Qué raro ¿Cómo era que no recordaba nada de nada de ese infantil pasado? Su hermano protestó por ella: que si él podría fallar en una prueba de memoria –por algún motivo- tenía un pase, pero que Sarie no recordara “algo, de cualquier cosa”, era literalmente imposible. Ella era muy consciente de la gran verdad que había soltado. Si Gie había quedado más sorprendido que un pescador de illuñs en época de vaciado de canales, ella no menos ¿También la había sentado alguna vez sobre sus rodillas?
-¡Muchas! Menuda cría eras. Con seis añitos y ya recitabas el Manual de Keerar-Sanz de Biofísica Aplicada de memoria, y dominabas las fórmulas de preevolución de plasmas masa-energía. Increíble, ¡a los seis añitos! De la forma más natural. Y algunos colegas míos todavía se perdían en algunas fórmulas. Vamos, que eras la niña mimada de papá. Y un encanto. Qué niña más linda. ¡Pero qué guapa que estás ahora!
Ella insistía por fuerza ¿Cómo era que no se acordaba de todo eso, si tanta memoria tenía?
-La misma de siempre, no dejas nada sin analizar; te das cuenta de todo, nada se te pasa. Tu cerebro descubre muchas más cosas en una frase que cualquier persona normal. En fin, habría muchas cosas que contar. Aunque la madrugada es para dormir, si no estáis demasiado cansados me gustaría comentaros algunas cuestiones, muy importantes.
Ist estaba requete dispuesto. Él ya había dicho que estaba fresco. Sarie, por supuesto. Gie en su línea: procuraría no dormirme. Luego bostezó.
-Bien, pues... Esto... No sé... Son tantas cosas... Lo primero que tengo que informaros es que no habéis sido vosotros los únicos en presentarse hoy. Veinte minutos antes de vuestra llegada, he recibido la visita de un viejo amigo que me ha puesto más o menos en antecedentes de vuestra venida.
“¿Y bien...?” –planteó la impaciente Sarie-. Pero su respuesta no vino de la boca de Teip. “Soy yo” -se escuchó a sus espaldas-. La voz fue acompañada por la entrada de alguien en la habitación. La sorpresa era mayúscula ¡¡Yert!! ¡Yert estaba allí! Tan fresco como una rosa de primavera ¿Cómo coño podía estar allí sin el trazador?
-Sé que os parecerá extraño, pero aquí estoy.
¿Qué clase de pacto podía haber establecido Coi a escondidas? -¿o Dart? Con ese canalla que no hacía tanto lo -¿o los?- había amenazado de muerte -pensó enfadado Ist-. Teip saltó a la arena a atemperar ánimos. Tranquilo todo el mundo que lo iba a explicar en un periquete. Por muy extraño que le pareciere, Sarie y Gie no padecían del alboroto que protagonizaba el tercer riano. Sarie daba una posible solución: lo conocía desde hacía un par de meses. De su futuro.
-Sentaos por favor. Y tú, si haces el favor, retírate otra vez a tu habitación. Te lo agradecería mucho. Sabes que no puedes estar aquí ahora.
-¿Puedo tomar un poco de ese licor?
Ist se expresó con total honradez, en un papel más propio de su colega iser: “¿Y una patada en la boca con recorrido le gustaría?”.
-Tranquilícese amigo, ahora precisamente no tengo ganas de problemas de ningún tipo con nadie.
Gie curiosamente estaba más en lo técnico. Para él tenía lo que necesitaba. Abrió una especie de cremallera en su antebrazo y automáticamente se extendió una especie de muestrario de pastillas de diversos colores y tamaños. Ahora mismo se iba a tomar unas de esas de refrescantes sabores que le iban a encantar. “Ah, ¿UMR otra vez?” -gruñó-. Bajo su punto de vista consideraba que ya no era necesario. Se la había administrado Teip no hacía ni diez minutos y por supuesto le había cantado todo todito.
-Creo que me quedó la boca seca de tanto parlotear.
Eso era verdad, lo confirmaba Teip. Había estado hablando sin parar durante ese corto espacio de tiempo. Bueno, prácticamente sólo hacía un momento. Podían creerle, la droga era infalible. Sí, eso era cierto, lo sabía bien. Ya se encontraba más tranquilo. Gie enfundaba de nuevo el arma parloteante. Por su parte Teip invitaba a retirarse a su habitación a alguien al que no proporcionaba trato de menosprecio precisamente. Yert cumplió obedientemente tras saborear su rápido trago, y constatado que ya se encontraba donde se le pedía, Teip asegurábase de que todos se descansaran de la errónea idea de que tenerlo fuera del alcance era invitación a una fácil huida. Eti estaba dotada de una increíble capacidad de rastreo y detección y mantenía Yert en un constante protocolo de vigilancia. Bueno, vaya por Dios, el ejemplar regresaba otra vez a por un poco más de licor.
-Llévate la botella, anda, y agarra esta copa vacía. Mañana hablaremos.
Yert tomó su premio y se largó.
-No puede oír nada desde allí y sabemos que no se moverá del sitio, pues lo sabría Eti. Bien, el asunto está así: necesitamos de Yert porque tiene cierta información que sólo él y nadie más que él conoce, y es indispensable para nosotros. Eso lo sabía perfectamente Coi. Bueno, veréis, todo arranca desde hace mucho tiempo, cuando mis años de juventud. En el laboratorio no éramos sólo dos amigos, sino cuatro. Aunque os parezca mentira Yert era uno de ellos. No era mal tipo. No es mal tipo.
“Has citado cuatro” -señaló Ist-. A él no le salían las cuentas ¿Quién era el otro? Efectivamente, cuatro compañeros de trabajo que también habían sido... cuatro amigos. El cuarto era...
-Dart.
Sarie no perdonaba, habría puesto la mano en el fuego en eso. Efectivamente, brillante Sarie, apreciaba el veterano tertuliano. Sin embargo, con sincera humildad, doña perfección se deshacía de todo el valor de su deducción. En su opinión, tan sólo había sido una suposición bastante admisible, teniendo en cuenta los especiales vínculos que al parecer tenía con él Yert. Para su hermano era una oportunidad para todo lo contrario. Su Sarie era “la leche” deduciendo cosas. Qué bien, su traductor mental ya le estaba poniendo al día con las expresiones del nuevo mundo. Era muy curioso. Como si escuchara voces y le pareciera normal repetirlas. Todos rieron la gracia más por cómo lo decía que por lo que decía. Todos, menos Sarie, que no estaba en eso de disertar sobre lo curioso que era el “nuevo mundo” en el que se encontraban o las extrañas proposiciones a las que invitaba el microaparatito. A ella lo que le importaba, lo que necesitaba saber, era… cómo puñetas Yert había podido realizar el viaje sin el papelito trazador, pues por la vía “normal” ya habían averiguado que no. Eso sí era realmente “curioso”, por no decir... Mejor no decirlo, era una señorita bien educada. Teip mostraba sus impresiones.
Читать дальше