1 ...7 8 9 11 12 13 ...24 La estrella que guía al líder es la visión, que «llega a ser una fuerza motivadora tan poderosa que se convierte en el ADN de nuestra vida13».
La visión se muda en la estructura básica que permite que nos apasionemos por proyectos superiores a nosotros mismos y hace que trabajemos con ahínco en nuestra misión cotidiana, dedicándole el tiempo, el esfuerzo y los recursos humanos y materiales necesarios. En consecuencia, lo fundamental no radica en priorizar las horas del día, sino en programar las prioridades de las actividades que realizamos. Con esto lo que conseguimos es trasladar la misión a un momento concreto y preciso de nuestra vida haciendo que sea real y verdadera.
Desde luego no estamos hablando del líder mesiánico, del libertador enviado por Dios, del guía espiritual, ni de la persona que nos conduce hacia la Tierra Prometida, como en ciertas ocasiones de la Historia ha sucedido, un moderno Moisés14. Aunque desgraciadamente hoy surgen muchos falsos profetas que se autoproclaman «modelos morales y mentales»; podemos encontrarlos en la música, en la política, en la religión, en la telebasura... una especie de predicadores profesionales que a fuerza de repetir sus mensajes tantas veces terminan creyéndose «luz del pueblo» que guía y orienta a las «pobres masas informes».
No nos referimos tampoco al líder rebelde, quien, movido por la injusticia que sufre o que ve que su pueblo padece, decide actuar; un hombre que en otras circunstancias pasaría desapercibido, pero al que la necesidad le obliga a levantar bandera; es ese cuyos seguidores se identifican con él al abrirles la puerta de la libertad, de infundirles coraje y la posibilidad de reorganizar su vida. En ocasiones se llama también liderazgo natural, una persona con sensibilidad hacia la comunicación y que es capaz de realizar planteamientos más aceptables para el propio grupo. Un nuevo Espartaco15, quien en el año 73 a.J.C., junto con otros gladiadores, se rebeló e incitó a numerosos esclavos de los latifundios de la Italia meridional a seguir su ejemplo.
Los grandes líderes son siempre producto de las grandes causas, pero los líderes, en el mejor de los casos, también generan habitualmente grandes causas. Por desgracia, por carecer de una causa, los pseudolíderes suelen crear una crisis, o lo que es peor, una crisis detrás de otra para perpetuarse en el poder.
A menos que una empresa cree una causa más amplia y más importante que el mero enriquecimiento de los accionistas, tendrá pocos grandes líderes. Es más probable que los encontremos en el campo de lo no lucrativo. Si eso es así, entonces ese sector puede cristalizarse en campo de entrenamiento para los negocios y, quizá, incluso para la política. Y esto no es broma, hay que tomarlo muy en serio, pero desde luego sin caer en la tentación absurda y ridícula del «buenismo light» que atrofia el coraje y distorsiona la visión.
Hagas lo que hagas, necesitarás coraje. Independientemente de lo que decidas hacer, siempre habrá alguien que te diga que estás equivocado. Siempre habrá dificultades que te inclinen a pensar que sus críticas son acertadas. Trazar un rumbo y seguirlo precisa del mismo tipo de coraje que necesita un soldado. La paz tiene sus victorias, pero requiere de hombres y mujeres valientes que las ganen. El coraje es algo que en el fondo experimentarás en soledad. No es una victoria pública, sino una privada. Reunir el coraje para escuchar y perseguir tus deseos más profundos no es una actividad de grupo y no es algo que puedas acordar con nadie. El propósito de tu existencia es algo que deberás averiguar por ti mismo. Nadie en la Tierra ha vivido tus experiencias y nadie tiene exactamente los mismos pensamientos que tú.
«El caballo conoce por la brida al que lo conduce».
Proverbio turco
El modo de dirigir en la organización genera actitudes constructivas o destructivas en las personas que participan en el entorno laboral; todos conocemos por experiencia propia las ventajas de un correcto liderazgo, y también nos hemos visto obligados a soportar en alguna ocasión una dirección pésima por el mal uso (en exceso o en defecto) de la autoridad, por falta de conocimiento o por falta de iniciativa, entre otras causas.
Algunos individuos, para lograr una posición de respeto, deciden recorrer las sendas de la fuerza y el miedo. Utilizan el poder coercitivo para conseguir lo que se proponen. Este tipo de poder puede ser ejercido en cualquier entorno social, ya sea en el trabajo, en el patio de una escuela, en la familia, etc. Su eficacia a corto plazo puede ser alta, pero no es fácil mantener la situación por mucho tiempo, pues produce una sumisión tensa, provocando actitudes de resistencia activa o pasiva.
«Solo se tiene poder sobre las personas mientras no se las oprima demasiado; porque si a una persona se le priva de lo que considera fundamental, considerará que ya nada tiene que perder y se liberará de esa sujeción a cualquier precio».
Alexander Solzhenitsyn
El liderazgo no se entiende sin resultados éticos. No se trata simplemente de influir en las personas, sino de hacerlo para que voluntariamente se empeñen en los objetivos marcados. Por lo tanto, excluimos de nuestro modelo al líder coercitivo, que basa su influencia en la represión y el temor, como se ha tratado de hacer en muchos momentos históricos. Se confunde en ciertas ocasiones con el carisma, pues este tipo de líder se rodea de una especie de guardia pretoriana y de adeptos fanatizados, dando la sensación de que es querido y aceptado con normalidad y entusiasmo, mientras reprime y silencia toda oposición.
La Historia nos ha demostrado con excesiva frecuencia lo dañino que es para el conjunto social el comportamiento de los extremistas del poder. Cuando imponen sus dogmas mediante la violencia, física o psicológica, se producen muertes, se resquebrajan las instituciones, se empobrece el pueblo, desaparecen las clases medias y se elimina toda posibilidad de mejora en el bienestar de las clases más desfavorecidas.
El liderazgo no consiste simplemente en dar órdenes, aunque se den con mucha energía, con ademanes autoritarios o con un lenguaje no verbal condicionante; tampoco se trata de hacer un promedio de las intenciones e intereses de los subordinados para obtener así una línea de actuación (algo muy frecuente entre la clase política).
El auténtico líder no busca doblegar voluntades como, entre otros, hizo Stalin16. Puedes leer más sobre el estilo de liderazgo de Stalin descargándote el contenido de este bidi:
El poder coercitivo suele desaparecer cuando desaparece la capacidad de ejercer las amenazas o el miedo, y entonces surgen con facilidad, como reacción, sentimientos de rechazo, oposición y revanchismo.
Tras la rendición alemana en mayo de 1939, y las derrotas en el Suroeste del Pacífico con la pérdida de Filipinas, las islas de Iwo Jima y Okinawa, parecía que Japón se rendiría, pero esto no se producía. La espera llevó a Harry S. Truman –que había sustituido a Franklin D. Roosevelt tras su fallecimiento en abril de 1945– a ordenar el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El 2 de septiembre de 1945, sobre la cubierta del USS Missouri en la Bahía de Tokio se iba a producir un histórico encuentro que ponía fin a la II Guerra Mundial: la firma del acta de rendición de Japón, documento que daba por terminado un conflicto que había supuesto la muerte de entre cuarenta y setenta millones de personas en todo el mundo, convirtiéndose en el más mortífero de la Historia. Fue firmado por los representantes del Imperio del Japón, los Estados Unidos de América, la República de China, el Reino Unido, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Mancomunidad de Australia, el Dominio del Canadá, el Gobierno provisional de la República Francesa, el Reino de Holanda, México y el Dominio de Nueva Zelanda. El 14 de agosto, el emperador Hiroito radió el discurso de rendición. Puedes descargártelo con ayuda de este bidi:
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