Alexandra Granados - ¡No te enamores del jefe!

Здесь есть возможность читать онлайн «Alexandra Granados - ¡No te enamores del jefe!» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

¡No te enamores del jefe!: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¡No te enamores del jefe!»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Roselyn Harper solicita puesto en la Ross Reserve Edition S.L, la mejor Editorial que hay en San Francisco. Y va a volcarse en su trabajo, porque no quiere escuchar la palabra «hombres» después de ganarse un corazón roto, cortesía de Blake Cox.
¡Ni en sueños va a volver a enamorarse!
Pero para su desgracia, el destino tiene otros planes. El flamante director editorial, Logan Ross, está a punto de cruzarse en su camino, y así cambiar sus prioridades. ¿Quien no sucumbiría a semejante hombre? ¿Qué pasará cuando las hormonas manden por encima de la lógica? ¿Serías capaz de sacrificar quién eres, y lo que eres por amor?

¡No te enamores del jefe! — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¡No te enamores del jefe!», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¡Esto te pasa por coqueta!

¡Es la voz de Logan Ross!

Me quedo quieta y miro con angustia el rostro de Logan junto a mí. Sus ojos grises ya no me parecen tan atractivos. Están enrojecidos por el alcohol y por la ira. Siento mucho miedo de no poderle detener. Es muy fuerte. Más incluso que Blake.

—¡Suéltame!

D espierto sobresaltada cuando mi madre me zarandea en mitad del sueño. Pesadilla, diría mejor. Insuflo y suelto el aire repetidamente, tratando de normalizar mi respiración. Tengo las manos puestas en mi cuello. Aún puedo sentir el calor de Logan sobre mí.

—Cariño, ¿estás bien?

Me abrazo a ella como una chiquita pequeña y me sumerjo en el olor de su perfume. Inhalar aroma a rosas me va calmando poco a poco.

—Sólo ha sido una pesadilla, mi amor —murmura ella preocupada.

Dedico un par de minutos a sentirme bien en sus brazos, y cuando noto que la pesadilla ya es tan solo una imagen lejana en mi retina, me alejo de ella con vergüenza.

—Creo que cené demasiado pesado anoche, mamá.

—¿Estás segura?

—Sí. Siento haberte preocupado.

—No te preocupes amor. Quise venir a despertarte al ver que eran las ocho y cuarto y aún no te habías levantado.

¡Las ocho y cuarto!

Doy un brinco en la cama y pongo pies en polvorosa. Voy directa al baño y me doy una ducha rápida. Me paro frente al espejo para peinarme y se me escapa un grito de horror al ver el moratón tan enorme que tengo en el cuello.

Busco el maquillaje en el estante del armario y trato de ocultarlo como bien puedo, pero no hago nada provechoso. No sirve de nada y con el sudor se va a ir. Así que me pongo a maquillar mi rostro mejor, y hoy decido dejarme el pelo suelo sin secarlo. A continuación voy a mi habitación y me pongo una falda marrón y una blusa a juego. Busco un pañuelo en uno de los cajones de seda y me lo coloco a cuello.

Así se podrá ocultar durante un par de días el moratón.

Me perfumo con rapidez y voy al salón.

—¡Mamá, me voy!— grito mirando con horror que ya son las nueve menos veinte.

—¿No desayunar, querida?

—¡No tengo tiempo! Te quiero.

Tomo las llaves del coche, mi cartera y mi móvil y salgo de la casa con la sensación de que mi segundo día en la empresa iba a ser movidito.

De nuevo.

CAPÍTULO 6

“El caballero con armadura blanca recorre los campos

con lanza y yelmo en mano. Se frena ante su dama

que le espera junto a un lago lleno de tiburones y le dice:

Salta si me quieres. Quédate a mi lado si no sientes por mí nada.

Y el buen hombre saltó, porque entre el amor y la

locura sólo hay una fina línea que distingue al

verdadero loco y al loco enamorado”

S on las nueve y diez cuando aparco mi Mustang en mi plaza de garaje y voy corriendo hacia el ascensor. Nadie sabe cuánto me alegra pasar por delante del lugar dónde debería estar el Ferrari de Logan y no verlo allí.

No ha llegado aún.

Lanzo una plegaria de agradecimiento al cielo porque no tenga que verme llegar tarde en mi segundo día. Se me hubiera caído el pelo en ese caso, y mucho.

Pulso el botón que marca la séptima planta y el cristal del ascensor me coloco mejor el pañuelo y me peino con los dedos mi cabello. Se ha alborotado mucho al dejarlo suelto.

Camino con relativa tranquilidad cuando llego a mi puesto de trabajo y vuelvo a sentirme a salvo a girar la vista hacia el fondo y ver que el despacho de Logan está cerrado. Sí, sin duda no ha llegado todavía. ¿Puede ser maravilloso el mundo?

Entro en mi despacho, enciendo la luz y noto que la respiración se me acelera al ver una figura sentada en mi silla de escritorio leyendo mis papeles. Su mirada se clava en mí cuando doy un par de pasos y se queda fija observando todos mis movimientos.

El Titán está en mi despacho y sin lugar a dudas, ya sabe que estoy llegando tarde. ¡Estupendo!

Abro y cierro la boca tratando de buscar una excusa que explique mi retraso, pero el hecho de ver en vivo y en directo —y no en sueños—, a Logan Ross enfadado me hace temblar. Y no es de miedo precisamente.

—¿Otra vez se le cruzó un coche en el camino y por eso llega tarde en su segundo día de trabajo, señorita Harper? —hace la pregunta con voz fría.

—Hoy no ha traído su Ferrari rojo —es lo único que se me ocurre decir, mirándole con enfurruñamiento.

Creo que se queda sorprendido, porque alza las cejas a oír mi pobre comentario.

—¿Perdone?

Me quito la chaqueta con lentitud y sin decir nada me dedico a colgarla en el perchero, junto con mi bolso.

—Ayer salí tarde de la oficina, señor Ross. Entendí que si un trabajador se queda más tiempo en su puesto de trabajo, puede compensar esas horas de más al día siguiente si le surge una urgencia —le respondo, improvisando la primera excusa que se me ocurre.

—¿De verdad?

Se levanta cuán alto es de mi silla de escritorio y con las manos en los bolsillos se planta enfrente mío. Observa casi con altanería mi vestimenta y me avergüenza mucho cuando posa su mirada en mi pelo alborotado y en el pañuelo que cubre mi cuello. Sus preciosos ojos grises se endurecen acto seguido.

—¿Y qué clase de emergencia le sucedió a usted? —pregunta con sorna—. ¿Alguna de tipo sexual, tal vez?

Palidezco al notar el tono de desprecio que sale de sus labios. Me dedico durante un instante al observar yo misma mi propio aspecto y evidentemente parece que vengo de pasar una noche “loca” por lo desarreglado de mi aspecto. Quiero disculparme y él no me lo permite.

—Señorita Harper, es usted mayor de edad, puede hacer lo que quiera con sus amiguitos en plena calle si lo desea —dice sin apartar su mirada de mí—. Pero le doy un consejo. No permita que le hagan chupetones en el cuello. Es de mal gusto, en primer lugar. Y ya no sólo eso, sino que provocan que tenga usted que ponerse ese pañuelo que le hace tener aspecto de fulana más que de una mujer profesional.

Se da la vuelta tras soltar su “bomba dialéctica” y me impide poder contestarle cómo él se merece. ¡Será maleducado! Comienzo a pensar mientras la rabia fluye por mi cuerpo. ¿Cómo que fulana? El hecho de que sea mi jefe no le da derecho a decir en voz alta esa clase de chorradas.

Doy un paso para ir hacia él y cantarle las cuarenta, cuando recuerdo que necesito ese trabajo para poder ayudar a mi madre con los gastos. Y me quedo quietecita.

—Por cierto, señorita Harper —añade Logan regresando al despacho—. Quiero que todas las mañanas a las nueve en punto me sirva una taza de café encima de mi escritorio. Tómelo como una de las funciones más de su puesto de trabajo.

¿Qué?

Sé que debo contenerme, y realmente iba a hacerlo, pero la mirada de sorna que se ve en su rostro, me saca de quicio.

—Pensé que usted ya tenía a alguien que satisfacía esas necesidades durante las mañanas, señor Ross.

No sé quién se sorprende más por mi contestación si él o yo, porque no se mueve del sitio. Permanece inmóvil mirándome con una expresión curiosa en el rostro. No sé decir qué pasa por su cabeza, pero no debe ser nada bueno. No por el carácter tan volátil del cual hace gala en el día de hoy.

—Sé que fui yo quién ayer le pidió que dejara salir su pasión— comienza a decir mientras camina hacia donde estoy yo de nuevo—. Y eso me gusta. Prefiero mil veces que las mujeres sean directas conmigo, y no que escondan sus sentimientos. Eso no va conmigo.

—¿No?

—No —repite ya a escasos centímetros de mí.

Puedo oler su aroma emanando de él y me quedo como boba mirándole fijamente. El pensamiento de acercarme ahora yo más a su lado se instala en mi cerebro y me deja avergonzada. Realmente las palmas de mi mano comienzan a hormiguear deseosas de acariciar su pecho, de dónde más se desprende su olor a hombre.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «¡No te enamores del jefe!»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¡No te enamores del jefe!» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «¡No te enamores del jefe!»

Обсуждение, отзывы о книге «¡No te enamores del jefe!» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x