Charo Vela - Carmela, la hija del capataz

Здесь есть возможность читать онлайн «Charo Vela - Carmela, la hija del capataz» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Carmela, la hija del capataz: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Carmela, la hija del capataz»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tras ocho años aislada del mundo, Carmela vuelve junto a su familia y su hijo. Vuelve más madura, más profesional y con muchas ganas de venganza. El odio hacia la familia De Robles se ha instalado en sus entrañas y ha ido creciendo durante estos años. Nunca podrá olvidar todo lo que ha tenido que sufrir por culpa de ellos. Le tendieron una trampa, una vil artimaña, que la apartó de los que más quería y le rompieron el corazón. Pero ¿quién iba a creerla a ella? ¿Cómo podía, sin dinero, defenderse de las injurias de los señores? Una chica con dieciocho años, hija del capataz, pobre y sin recursos. ¿Cómo iba a imaginar que el hombre que más amaba la iba a abandonar, cuando más lo necesitaba? Tras volver, a su mente acuden recuerdos de cómo comenzó toda su historia y la firme decisión de resarcirse del daño sufrido. La traición, el amor, el odio y la venganza, reina a lo largo de su corta vida. ¿Podrá algún día desquitarse? ¿Despertará su corazón de nuevo al amor o seguirá odiando a muerte al padre de su hijo? Lo que Carmela no imagina son las sorpresas que la vida le deparará y la harán tambalear de su firme propósito.

Carmela, la hija del capataz — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Carmela, la hija del capataz», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando hubo anochecido, Lola se marchó con su marido al pueblo, a dormir a casa de Amparo. Irene, cansada de preparar toda la comida, se retiró a descansar. Carmela salió y se escondió a cierta distancia del festejo, tras un frondoso arbusto. Desde allí podía observar, sin ser vista, cómo bailaban los invitados. Asimismo, pudo ver cómo su amado Tomás bailaba y tonteaba con varias jóvenes. Sintió rabia, celos e impotencia. En el fondo ella sabía que él cualquier día se ennoviaría con una ilustre y distinguida señorita y no con la hija del capataz. Solo era cuestión de tiempo. Ella nunca podría acompañarlo a fiestas como estas. Las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas sin poder controlarlas.

Al rato escuchó un ruido a su espalda. Se limpió con rapidez los ojos del llanto, creyendo que era Tomás. Se sorprendió al ver que era otro hombre, que parecía ebrio y la miraba con lujuria. Ella quiso irse, pero este la agarró fuerte del brazo.

—¿Dónde vas, bonita? No te vayas tan pronto. Déjame disfrutar un poquito de ti.

—Disculpe, señor. Es tarde y debo irme ya —le contestó nerviosa, intentando soltarse. El hombre apestaba a alcohol.

—Eres muy guapa y tienes una hermosa figura. —Tiró de ella y la acercó a su cuerpo, abrazándola—. No huyas. Voy a demostrarte lo que es un hombre de verdad. Verás como te gusta.

—¡Déjeme, por favor! —Carmela forcejeaba sin éxito y alzó la voz para que la soltase. Él era más alto y fuerte que ella. Las lágrimas se agolparon en sus ojos. A punto estaba de gritar más fuerte cuando escuchó una voz a su espalda.

—Suéltala o te arrepentirás. —De pronto Tomás, con rabia, jaló de él, tirándolo al suelo—. Vete de aquí, borracho asqueroso.

—Ja, ja, ja. —Con esfuerzo, debido a su estado, se puso en pie y se enfrentó a Tomás—. Te la estás beneficiando y no quieres compartirla, ¿no? Te comprendo; es muy bonita y para eso está a tu servicio. Haces bien. Te toca primero. Luego, cuando te hartes, me la cedes. Voy a estar por aquí esperando. Avísame cuando termines con ella.

Tomás no pudo escuchar más. Con rabia se abalanzó sobre el hombre y le dio un puñetazo en la cara, tirándolo de nuevo al suelo. Cegado por la rabia y los celos, siguió pegándole sin control. Carmela lo miraba asustada.

—¡Tomás, por Dios, déjalo ya! ¡Vámonos, te lo ruego! —Le tiraba del brazo para separarlo del individuo.

Con la respiración jadeante, él la miró y le cuestionó:

—¿¡Sabes lo que podría haberte hecho este indeseable si no llego a tiempo!?

—No quiero ni pensarlo, pero gracias al cielo viniste. Yo estaba a punto de gritar más alto, iba a pedir ayuda cuando has aparecido. Debemos irnos. Mira, se ha desvanecido. Por favor, Tomás, no quiero que te metas en problemas por mí.

—Bueno, vámonos, ya le di su merecido. Pero recuerda que a ti te defendería una y cien veces si hiciese falta.

Se fueron por una vereda de detrás un poco más lejos para que nadie los viese. Allí, refugiados tras los matorrales, la besó con ansia y desenfreno. Ella, aún dolida por verlo bailar con otras, quiso negarse a sus caprichos, pero lo que su cabeza afirmaba su corazón lo negaba y cedió a sus besos. Desde allí se escuchaba la música y bailaron a escondidas. Tan solo la luna, que los iluminaba, fue testigo de ese encuentro, cómplice del amor prohibido que Carmela le profesaba.

Tomás había bebido algunas copas y se encontraba un poco achispado. Eso, sumado al sonido de la música y al hecho de estar abrazados, lo encendió como la pólvora. Aparte de besarla, sus manos empezaron a acariciarla con pasión. Carmela sentía sus dedos recorriendo su cuerpo, excitándola. Notó su masculinidad bien marcada y se asustó. Se separó de él, temerosa de lo que podía pasar si no paraban a tiempo.

—Carmela, te deseo tanto que me cuesta controlar mis instintos masculinos —le confesó mientras la atraía otra vez hacia su cuerpo.

—Lo sé, Tomás, pero no debemos pecar a los ojos de Dios. Además, he escuchado a mi hermana contarle cosas a Luisa sobre las relaciones maritales y puedo quedarme en estado. Eso sería un gran problema para mí.

—Por eso no te preocupes. Si eso ocurriese, yo estaría a tu lado y me haría cargo de vosotros. —Ella seguía apartándose. Lo deseaba con anhelo, pero debía frenarlo. Sabía que el señor Andrés nunca consentiría que su hijo tuviese nada serio con ella.

—Tomás, aún dependes de tu padre. No me aceptaría, tú lo sabes. No tienes aún el título ni el trabajo y en unos días te marchas al servicio militar. Tienes que tener paciencia. En un par de años seré tuya para toda la vida.

Él de mala gana la soltó. ¿Ella no entendía que era un hombre y tenía sus necesidades? Si a veces acudía a los prostíbulos era solo por desahogo. Lo que él anhelaba con ímpetu era que Carmela fuese su amante, pero ella no transigía.

Aunque estaban alejados de la ceremonia, podían oír la música y el rumor de las voces. Después de un tiempo escucharon que la música se iba apagando y los invitados comenzaban a irse. Tomás acompañó a Carmela cerca de su casa y volvió a la fiesta. Se despidió de su hermana, la besó y le deseo la mayor felicidad. Acto seguido se retiró a descansar.

A la mañana siguiente se despertó sobresaltado por un alboroto. Se asomó a la ventana para ver qué jaleo había fuera. Un trasiego de gente de un lado para otro lo puso en alerta. ¿Tanto ruido hacían para retirar el banquete? Se aseó, se vistió rápido y bajó para averiguar qué estaba pasando. Al llegar al salón preguntó a la asistenta:

—Anita, ¿qué sucede que hay tanta algarabía?

—¡Señorito, una desgracia! Ha muerto un hombre.

6. ¿Culpable o inocente?

Tomás fue a preguntarle más detalles, pero vio a Carmela, que venía con rapidez a su encuentro. Al acercarse a ella la notó muy pálida.

—Llevo un rato intentando avisarte, pero siempre hay gente por aquí. ¡Tomás, está muerto, está muerto! —le confesó nerviosa, con los ojos velados por las lágrimas.

—¿Quién? —preguntó confuso y con un poco de resaca, creyendo que hablaba de un trabajador.

—El hombre de anoche. Al que tú le pegaste. Lo ha encontrado mi padre esta mañana. Estaba muerto entre los arbustos.

—¡Santo cielo! ¡No puede ser! ¿Lo he matado? —Su cara palideció de golpe y su voz salió desgarrada. Un escalofrío se apoderó de él. Se llevó las manos a la cara, sin poder creer lo que acababa de oír.

—No lo sé, está muerto. Una patrulla de la Guardia Civil acaba de llegar hace unos minutos.

—Yo le pegué con rabia, pero ¿tan fuerte como para matarlo? No, no, bien lo sabe Dios. —Hablaba en voz muy baja para que no le escucharan y porque el nudo que tenía en la garganta ahogaba sus palabras—. Carmela, ¿qué hago ahora? ¿Y si me detienen?

—¡Dios mío, qué horror! Tú le pegaste por defenderme. Debes intentar relajarte para que tu padre no te note nervioso. —Quería transmitirle la tranquilidad que ella, en su interior, no tenía. Él la había auxiliado y los celos lo cegaron, pero no era un criminal—. Hay que esperar a ver lo que investiga la policía.

—Sí, llevas razón. Reconozco que debo relajarme y no precipitarme. A ver qué pasa.

Tuvieron que dejar de hablar, pues los trabajadores estaban por todos lados. Carmela se fue a su casa y él, temeroso, se dirigió hacia las caballerizas, lugar donde se encontraba su padre.

—Buenos días, hijo, por decir algo. Mira con la tragedia que nos hemos despertado esta mañana.

—Padre, ¿quién es y cómo ha muerto? —Hizo como que no sabía nada para que no sospechase. Necesitaba saber todos los detalles.

—Es Julián Granados, un amigo de Jerez. ¿Te acuerdas de él? Ha venido un par de veces a visitarnos. Posee grandes bodegas. Vino solo, pues su esposa está a punto de dar a luz y no quiso meterse en carretera. Esta mañana lo encontró Gregorio tendido entre la arboleda. Creyó que se había quedado dormido de la borrachera, pero tras acercarse a llamarlo descubrió el cuerpo sin vida. Menos mal que tu hermana pasó su noche de bodas en la capital y no se ha enterado de nada. Da mal fario que en tu boda muera alguien, ¿no crees? —En ese instante se acercaron a ellos dos guardias civiles—. Agentes, este es Tomás, mi hijo menor.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Carmela, la hija del capataz»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Carmela, la hija del capataz» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Carmela, la hija del capataz»

Обсуждение, отзывы о книге «Carmela, la hija del capataz» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x