Nédoncelle reconocerá esa crítica superándola con su tesis sobre la reciprocidad de las conciencias. En ella se libra de las objeciones de Blondel en contra de ciertos personalismos que erigen a la persona en un absoluto. Por el contrario, Nédoncelle defenderá un personalismo que puede ser calificado de intersubjetivo.
Este pequeño recorrido del pensamiento blondeliano sobre la substancia lleva a concluir que Nédoncelle encontró en Blondel el apoyo necesario para superar dos grandes escollos: el cogito cartesiano y la monadología leibniziana. Al margen del juicio que se pueda hacer sobre el pensamiento de Descartes y Leibniz, mi juicio aquí es que Nédoncelle adoptó, tras riguroso estudio de la filosofía de Blondel —como se desprende de la bibliografía— las conclusiones de Maurice Blondel sobre la unidad e interrelación de las personas como punto firme de su filosofía.
1.3.2. En contacto con la realidad
Quizás las disquisiciones de Blondel sobre el vinculum de Leibniz puedan parecer vetustas. Sin embargo, como se ha visto, Blondel valoraba el esfuerzo filosófico de Leibniz encaminado a resolver la separación tajante entre res cogitans y extensa. Tal separación imposibilitaba el conocimiento de la persona y obligaba a Descartes a introducir subrepticiamente un orden medio. Se puede decir que en la época de Blondel la escisión entre cogitans y extensa estaba representada por el idealismo y el fenomenismo. Me parece que se puede establecer un paralelismo entre el fenómeno kantiano y la res extensa, por un lado, y el idealismo y la res cogitans por el otro. Teniendo este paralelismo en mente se entiende que Blondel rechace tanto el fenomenismo como el idealismo, pues en ambas posturas se mantiene la separación cartesiana irreconciliable entre la extensa y la cogitans, haciendo imposible abordar al ser personal.
Ahora bien, cuando Nédoncelle retoma el estudio blondeliano y apela a un realismo superior nos está ofreciendo un camino de reflexión que sirve todavía en nuestros días. De hecho, pienso que se puede detectar un problema similar en el estudio de Steven Pinker sobre la negación moderna de la naturaleza humana.98 Ciertamente el contexto de la obra de Blondel y la de Pinker son diversos; pero ambos se enfrentan a las simplificaciones de una pseudociencia que lo quiere todo reducido a los datos de la sensibilidad o lo confina todo a ideas en la mente sin contacto con lo externo.
En la obra de Pinker se habla de nuevo sobre el realismo acrítico e ingenuo que se corresponde, mutatis mutandi, con el realismo de las ciencias positivas atacado por Blondel. En efecto, como había notado Blondel a la zaga de Leibniz, las ciencias positivas daban una consistencia a la materia que de hecho no tiene, haciéndonos además pensar que conocemos realmente los objetos como son.99 Esta “idea de que vemos la cosas tal como son se llama ‘realismo ingenuo’ y la refutaron los filósofos escépticos hace miles de años”,100 dice Pinker. Una conclusión precipitada al respecto sería negar todo realismo en el conocimiento. Conclusión que evita Blondel al hablar de un realismo superior. También me parece que Pinker, sin llegar a un realismo superior, intenta encontrar una salida a las disyuntivas ya planteadas.
En el caso de Blondel hay primero una crítica al realismo ingenuo basada en las aporías de Zenón y en la incoherencia entre el número y el continuo, puesta a la luz por el cálculo infinitesimal.101 En el caso de Pinker la crítica se basa en el sencillo fenómeno de las ilusiones ópticas. Para Blondel el camino de salida al atolladero de los problemas planteados por los datos de la sensibilidad se encuentra en el estudio del sujeto pensante.102 Por su parte, Pinker explica que las ilusiones ópticas lejos de descalificar nuestra capacidad de conocimiento la refuerzan, pues “la tarea importante es desmenuzar la información de la imagen en componentes significativos”,103 de tal manera que el hombre pueda habérselas con su entorno seleccionando lo relevante para sí mismo.
Ahora bien, para los relativistas, que no comparten el punto de vista de Pinker, resulta que el conjunto heterogéneo de datos sensibles es agrupado por nuestra inteligencia en conceptos o categorías, como serían aves, peces y personas. Como se acaba de decir, resulta posible que al percibir un objeto nos equivoquemos, pero lo clasificamos o “categorizamos” según nos parezca conveniente. A los relativistas les parece que esta labor de categorización es totalmente arbitraria, de tal manera que nuestros conceptos estarían muy lejos de la realidad. Para los adversarios de este relativismo, en cambio, nuestros conceptos tienen tal consistencia que no son arbitrarios, sino que son absolutamente verdaderos, independientemente de los errores de la sensibilidad. Esta sería la posición de los idealistas contra los que también se enfrenta Blondel y es desde luego la posición de una cierta metafísica, precisamente aquella que Nédoncelle rechazó. Como se ve, el idealismo querría evitar caer en el relativismo del que habla Pinker.
Aquello que toca nuestra sensibilidad, aunque a veces nos engañe, sería el fenómeno, en cambio aquello que tiene una estabilidad inamovible sería lo metafísico. Así que cuando he hablado más arriba del empeño de Nédoncelle por integrar estos dos ámbitos, se ve que estamos de nuevo ante el problema retomado por Pinker entre lo percibido por los sentidos y nuestra manera de formar unidades significativas a partir de allí, sin que sean arbitrarias. Esto tiene sus implicaciones en nuestro modo de relacionarnos, pues si todo es construcción social, entonces los idealistas tendrían razón, pero si todo es impresión sensible entonces habría que darle la razón a ese realismo que Blondel llama primitivo o espontáneo.104 Todavía este último es llamado por Blondel pseudorrealismo físico. Expresión que sirve para designar esa pretensión de las ciencias que consideran que no hay paso coherente entre los conceptos forjados a partir de los datos inmediatos de la sensibilidad y los conceptos más abstractos. Los primeros serían científicos y los otros serían meras ideas, en sentido peyorativo.
No se necesita ahora refutar al idealismo ni al realismo ingenuo, pero pienso que se debe valorar el hilo de pensamiento que desde Blondel, pasando por Nédoncelle, llega hasta nuestros días y nos permite afrontar esos aparentes dilemas de nuestra sociedad.
Sin pretender hacer una equiparación demasiado fácil, pienso que el idealismo atacado por Blondel se corresponde, hechas las debidas adaptaciones, con los estereotipos de los que habla Pinker. Claro está que en vez de enfrentarse al idealismo, Pinker se enfrenta al relativismo, es decir, a esa postura que sostiene que “la realidad se construye socialmente mediante el uso del lenguaje, los estereotipos y las imágenes de los medios de comunicación”.105 Un estereotipo sería una idea fija (generalmente negativa) sobre la realidad, pero que de hecho no tiene ningún fundamento en la realidad. En otras palabras, al igual que un idealismo exacerbado como el de Fichte, que se desentiende de los hechos concretos, las categorías de cosas y personas llamadas estereotipos serían totalmente construcciones sociales arbitrarias. Al hablar de esto Pinker desea mostrar que el relativismo en contra de los estereotipos “se basa en una teoría no formulada de la formación del concepto humano: que las categorías conceptuales no guardan una relación sistemática con las cosas del mundo, sino que están construidas socialmente (y por lo tanto se pueden deconstruir)”.106
Los relativistas, al tener una actitud negativa hacia la ciencia, piensan que la ciencia es incapaz de captar una realidad objetiva.107 Este relativismo piensa que la ciencia sólo describe un modo de funcionar las cosas; pero desde luego que hablar de hechos o de verdad es inaceptable. Pinker se esfuerza por mostrar que el origen de las categorías o de los conceptos no es casual ni es meramente una construcción social, por el contrario, provienen de nuestras facultades, las cuales están bien dotadas para hacerse cargo de la realidad, aunque desde luego tengan sus límites.108
Читать дальше