1 ...6 7 8 10 11 12 ...19 El proceso político tiene que ser visualizado como un proceso, que tiene lugar en tiempo real, gobernado y circunscripto por la historia… Debe ser analizado como un juego complejo, que se desarrolla entre muchos participantes (los principales) que tratan de afectar las acciones de los dirigentes políticos (el agente)… Es probable que el juego no maximice nada, por la existencia de varios principales… El análisis tiene que ser más flexible, más dinámico, hasta evolutivo… La formulación de las políticas económicas tienen que ser analizadas en términos de juegos dinámicos, que se desarrollan bajo circunstancias inciertas y cambiantes. (Dixit, 1996).
En el plano monetario la interacción fue enfatizada por Barro y Gordon (1983). En sus palabras: “La determinación de las tasas de inflación y desempleo pueden ser caracterizadas como un juego entre el responsable de la política económica y una gran cantidad de agentes económicos, quienes integran el sector privado… Una excesiva tasa de inflación, y reacciones de la política monetaria ante influencias exógenas, pueden ser visualizadas como el resultado de cálculos racionales cuando los funcionarios no pueden plantear compromisos de largo plazo”.
Reglas versus discrecionalidad, consistencia temporal
Un profesor arbitrario trata de manera diferente a alumnos que son iguales; un profesor discrecional trata de manera diferente a alumnos que son diferentes; un profesor que sólo aplica reglas trata de manera igual a alumnos que son diferentes. La arbitrariedad es indefendible, en cambio es objeto de debate si conviene que los profesores apliquen las reglas o la discrecionalidad cuando corrigen los exámenes. Las reglas tienen como costo ignorar las diferencias. La desventaja de la discrecionalidad reside en que requiere mucha más información para ser aplicada, además del subjetivismo propio de este tipo de decisiones.
Al debate sobre reglas versus discrecionalidad Kydland y Prescott (1977) aportaron un argumento a favor de las primeras, mostrando que la discrecionalidad genera lo que se denomina “inconsistencia temporal”,22 concepto que Calvo (1979) ilustró magníficamente a través del siguiente ejemplo: un padre quiere que su hijo estudie Economía. Al hijo la economía no le interesa nada, pero quiere fumar. Para que el hijo estudie, el padre le hace la siguiente propuesta: “Si aprobás la materia, te dejo fumar”. Para lograr su objetivo el hijo estudia como un loco y obtiene la calificación máxima. Habiendo logrado su objetivo, el padre, pensando en la salud de su hijo, no lo deja fumar. ¿Cuántas materias aprobará el hijo, con este método? Solo una. En una palabra: “Una promesa tiene que ser creíble para que genere los efectos deseados. Esto requiere que sea clara y observable para todos, ex ante, e irreversible ex post” (Dixit, 1996).
En política económica esto implica, principalmente, que los funcionarios tienen que evitar las tentaciones de aprovechar –con criterio miope– las “oportunidades”. Fácil de decir, pero… Cuando un gobernador enfrenta un delicado problema fiscal, mira “con cariño” los depósitos que sus coprovincianos tienen en los bancos locales. Esto es muy humano, pero si se los apropia, le ocurrirá lo mismo que al padre descripto en el párrafo anterior. Un ejemplo más sutil es el de considerar que el endeudamiento es el sustituto del ajuste, no el complemento. Pecado que en el caso argentino se ha cometido de manera reiterada.
Credibilidad y reputación
La cuestión de la inconsistencia temporal está íntimamente relacionada con la de la credibilidad en el cumplimiento de las promesas y las amenazas y la reputación de las autoridades, cuestiones empíricamente importantes en países como la Argentina.
En mis clases ilustro el punto a través del siguiente ejemplo: hay gente que vive en zonas inundables, a pesar de los carteles que avisan que se trata de zonas inundables, y que en caso de catástrofe nadie los va a socorrer. Actúan de manera racional porque saben que a pesar de lo que dice el cartel, ¡los van a socorrer! Por eso a mis alumnas les enseño que, cuando sean madres recientes, nunca amenacen al hijo que no come con matarlo si no come. Porque el pibe, aunque muerto de miedo, no comerá, y al advertir que la amenaza no se cumple, la credibilidad de la palabra de la madre sufrirá un golpe... mortal.
Inspirado en las reformas liberalizadoras que a fines de la década de 1970 y comienzos de la de 1980 se llevaron a cabo en varios países de América Latina, entre ellos la Argentina, Calvo (1986, 1987, 1988) analizó la cuestión de las reformas no creíbles, aludiendo a que las desregulaciones financieras y comerciales probaron ser transitorias porque fueron revisadas por los gobiernos posteriores.
Calvo enfatizó un punto muy importante: una misma medida de política económica puede generar resultados muy diferentes, según sea considerada transitoria o permanente por parte de la población. Ejemplo: se aprueba una ley que dispone que el empleador podrá despedir a cualquier obrero o empleado sin causa alguna y sin pagarle indemnización. ¿Cuál será el impacto sobre el empleo? Quien ignore lo que dice Calvo responderá que aumentará, por la reducción del costo laboral. Calvo sugiere que, por el contrario, podría disminuir, si los empleadores consideraran que una ley tan extrema será revisada, y por consiguiente se apresurarían a despedir a todo el personal indeseado, que ya trabajaba en la empresa, antes de la esperada derogación de la ley. Nueva manifestación de que la política económica nunca puede ser analizada en el vacío.
La cuestión de las reformas no creíbles se complementa con la de la trampa de la incredibilidad, planteada por el lituano Nissan Liviatan. Se la escuché, de manera que la describo en mis términos: “El marido que engañó y fue descubierto está bajo la atenta supervisión de su esposa (el teorema es simétrico, aquí desarrollo la versión masculina). Su conducta presente es impecable, pero como la pasada no lo fue, soporta los costos sin recibir los beneficios. Entonces piensa: ¿para qué me sigo portando bien, si igual no consigo lo que quiero?, y lo peor es que ¡la esposa sabe que lo está pensando! La persona –o el gobierno– que enfrenta problemas de (falta de) credibilidad, tiene que ser el triple de ‘ortodoxo’ para que, en el mejor de los casos, le crean la mitad. Con frecuencia esto es demasiado”. Liviatan no dice que sea imposible “hacer las cosas bien”, pero afirma que la introducción y mantenimiento de las políticas económicas “correctas” es un proceso mucho más difícil y prolongado en el tiempo, en un país cuyas autoridades enfrentan problemas de falta de credibilidad.
A partir de comienzos de la década de 1980, en buena parte del mundo, particularmente en las economías más desarrolladas, se eliminó la inflación. Fue tan fuerte el cambio de régimen, que modificaciones en la oferta monetaria –como la duplicación de la base monetaria en los Estados Unidos, durante el cuarto trimestre de 2008– no produjeron cambios en la tasa esperada de inflación, porque fueron correctamente diagnosticadas por la población como una respuesta del Fed al aumento de la demanda de liquidez por parte de las instituciones financieras.
Esto plantea una cuestión importante: en economías como las de los Estados Unidos, buena parte de la Unión Europea y Japón, quien tiene a cargo la política económica “no encuentra cómo” asustar a la población para inducirla a aumentar la demanda agregada, más allá de que las tasas de interés son casi nulas. Mientras que en economías como la de la Argentina, el responsable de la política económica “no encuentra cómo” tranquilizar a la población para convencerla de que “esta vez” las reformas económicas llegaron para quedarse.
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