34. Hijo mío, usa de este mundo con circunspección195, avanza considerándote nada, sigue al Señor en todas las cosas para estar seguro en el valle de Josafat. Que el mundo te mire como a uno de aquellos que han sido despreciados196; ¡a fin de que, en el día del juicio, en cambio, tú seas hallado revestido de gloria! Y no confíes a nadie tu corazón en lo que atañe al descanso de tu alma, sino confía todos tus anhelos al rey, que el te sustentará (Sal 54 [55],23). Mira a Elías, confió en el Señor en el torrente Querit y fue alimentado por un cuervo197.
35. Cuídate atentamente de la fornicación198. Ésta ha herido y hecho caer a muchos. No te hagas amigo de un joven. No corras detrás de las mujeres199. Huye de la complacencia del cuerpo, porque las amistades inflaman como llamas200. No corras tras ninguna carne, porque si la piedra cae sobre el hierro, la llama se inflama y consume todas las sustancias. Refúgiate siempre en el Señor, siéntate a su sombra, porque quien vive bajo la protección del Altísimo, habitará a la sombra del Dios del cielo (Sal 90 [91],1), y no vacilará jamás (Sal 124 [125],1)201. Acuérdate del Señor y que suba a tu corazón el pensamiento de la Jerusalén celestial202; estarás bajo la bendición del cielo y la gloria de Dios te custodiará.
36. Vigila con toda solicitud tu cuerpo y tu corazón. Busca la paz y la pureza (Hb 12,14), que están unidas entre sí, y verás a Dios. No tengas203 disputas con nadie, porque quien está en alguna pelea con su hermano, es enemigo de Dios y quien está en paz con su hermano, está en paz con Dios. ¿No has aprendido ahora que nada es más grande que la paz que conduce al amor mutuo? Incluso si estás libre de todo pecado, pero eres enemigo de tu hermano, te haces extraño a Dios; está escrito, en efecto: Busquen la paz y la pureza (Hb 12,14), porque están unidas entre sí. Está escrito, asimismo: Aunque tuviese toda la fe como para mover montañas, si no tengo la caridad del corazón, de nada me serviría (1 Co 13,2-3). La caridad edifica (1 Co 8,1). ¿Qué cosa podría ser purificada de la impureza? (Si 34,4). Si sientes en tu corazón odio o enemistad, ¿dónde está tu pureza? El Señor dice por Jeremías: Dirige a su prójimo palabras de paz, pero hay enemistad en su corazón, habla amablemente a su prójimo, pero hay enemistad en su corazón, o alimenta pensamientos de enemistad. ¿Contra esto no deberé encolerizarme? dice el Señor. ¿O de un pagano como éste mi alma no deberá vengarse? (Jr 9,5-9). Es como si dijese: “El que es enemigo de su hermano, ése es un pagano, porque los paganos caminan en las tinieblas, sin conocer la luz204. Así, quien odia a su hermano camina en las tinieblas y no conoce a Dios. El odio y la enemistad, en efecto, han cegado sus ojos205 y no ve la imagen de Dios206.
37. El Señor nos ha mandado amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen y hacer el bien a los que nos persiguen207. ¡En qué peligro nos encontramos entonces, si nos odiamos unos a otros208, (si odiamos) a nuestros miembros-hermanos unidos a nosotros209, los hijos de Dios210, renuevos de la verdadera vid211, ovejas del rebaño espiritual reunidas por el verdadero pastor212, el Unigénito de Dios, que se ofreció en sacrificio por nosotros213! Por esta obra grandiosa el Verbo viviente ha padecido esos sufrimientos. ¿Y tú, oh hombre, la odias por envidia y vanagloria, por avaricia o por arrogancia? Así, el enemigo te ha descarriado para hacerte extraño a Dios. ¿Qué defensa presentarás delante de Cristo? Él te dirá: “Odiando a tu hermano me odias a mí”214. Irás, pues, al castigo eterno215, porque has alimentado la enemistad hacia tu hermano; en cambio, tu hermano entrará en la vida eterna, porque se ha humillado delante de ti por causa de Jesús.
38. Busquemos entonces los remedios para este mal antes de morir. Queridísimos, dirijámonos al evangelio de la verdadera ley de Dios, el Cristo, y le escucharemos decir: No condenen para no ser condenados, perdonen y serán perdonados (Lc 6,37). Si no perdonas, tampoco serás perdonado. Si estás en peleas con tu hermano, prepárate para el castigo por tus culpas, tus transgresiones, tus fornicaciones realizadas ocultamente, tus mentiras, tus palabras obscenas, tus malos pensamientos, tu avaricia, tus malas acciones de las que rendirás cuenta al tribunal de Cristo216, cuando todas las creaturas de Dios te contemplarán y todos los ángeles del entero ejército angélico estarán presentes con sus espadas desenvainadas, obligándote a justificarte y a confesar tus pecados; y tus vestidos estarán todos manchados y tu boca permanecerá cerrada; ¡estarás aterrado sin tener nada que decir! Desventurado, ¿de cuántas cosas deberás rendir cuentas? Impurezas innumerables, que son como un cáncer para tu alma, deseos de los ojos217, malos pensamientos que entristecen al Espíritu y afligen el alma, palabras inconvenientes218, lengua fanfarrona que mancha todo el cuerpo219, bromas, malas diversiones, maledicencias, celos, odios, burlas, ofensas contra las imágenes de Dios220, condenas, deseos del vientre que te han excluido de los bienes del paraíso, pasiones, blasfemias que es vergonzoso mencionar, malos pensamientos contra las imágenes de Dios, cólera, disputas, obscenidades, arrogancia de los ojos, deseos perversos, falta de respeto, vanidades. Sobre todo esto serás interrogado, porque has pleiteado con tu hermano y no has resuelto el pleito, como hubieras debido, en el amor de Dios. ¿Nunca has oído decir que la caridad cubre una multitud de pecados (1 P 4,8)221? Y s u Padre que esta en los cielos hará con ustedes lo mismo si no se perdonan mutuamente en sus corazones (Mt 18,35)222. Su Padre que está en los cielos no les perdonará sus pecados.
39. He aquí, queridos míos, que ustedes saben que nos hemos revestido de Cristo223, bueno y amigo de los hombres. No nos despojemos de Cristo a causa de nuestras malas obras. Hemos prometido la pureza a Dios, hemos prometido la vida monástica, cumplamos las obras que son: ayuno, oración incesante, la pureza de cuerpo y la pureza de corazón. Si hemos prometido a Dios la pureza, no nos ocurra que seamos sorprendidos en la fornicación, la cual asume formas variadas. Se ha dicho, en efecto: Se han prostituido de múltiples formas (Ez 16,25). Hermanos míos, que no nos sorprendan en obras de este género, ¡qué no nos encuentren inferiores a todos los hombres!
40. Nos hemos prometido a nosotros mismos ser discípulos de Cristo; mortifiquémonos224, porque la mortificación maltrata a la impureza. Esta es la hora de la lucha. No nos retiremos, por el temor de devenir esclavos del pecado225. Hemos sido constituidos luz del mundo226; que nadie se escandalice por causa nuestra227. Revistámonos de silencio, pues muchos, en efecto, le deben su salvación.
41. ¡Velen sobre ustedes mismos, hermanos! No seamos exigentes entre nosotros, por temor a que lo sean con nosotros en la hora del castigo228. A nosotros, vírgenes, monjes229, anacoretas, ciertamente se nos dirá: “Dame lo mío con los intereses230. Nos increparán y nos dirán: “¿Dónde está el vestido de bodas231? ¿Dónde está la luz de las lámparas232? Si eres mi hijo, ¿donde está mi gloria? Si eres mi siervo, ¿dónde mi temor? (Ml 1,6)233. Si me has odiado en este mundo, ahora apártate de m í porque no te conozco (Mt 7,23). Si has odiado a tu hermano, te has hecho extraño a mi reino. Si has estado en peleas con tu hermano y no lo has perdonado, te atarán las manos detrás de la espalda, te atarán los pies y te arrojarán a las tinieblas exteriores, donde habrá llantos y rechinar de dientes (Mt 22,13). Si has golpeado a tu hermano, serás entregado a los ángeles sin piedad234 y serás fustigado con el flagelo de las llamas eternamente. No has tenido respeto por mi imagen, me has insultado, me has despreciado y deshonrado, por eso yo no tendré respeto por ti en la aflicción de tu angustia. No has hecho las paces con tu hermano en este mundo, yo no estaré contigo en el día del gran juicio. Has insultado al pobre235. Es a mí a quien has insultado. Has golpeado al desgraciado. Así te has hecho cómplice de quien me ha golpeado en mi humillación sobre la cruz236.
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