El radio de acción se amplió y se hicieron varios ensayos psicométricos en el Colegio Nacional de San Bartolomé, en la Escuela Normal Superior, en el Instituto Pedagógico Nacional, en la Escuela Industrial, en la Policía Nacional y en el Tranvía Municipal de Bogotá (Rodrigo, 1942). A finales de 1947, la sección psicotécnica incluyó un servicio psiquiátrico y otro psicológico para estudiantes universitarios (Peña, 1993, p. 40).
Posteriormente, el 9 de julio de 1948 se inauguró, en la Universidad Nacional en Bogotá, el Instituto de Psicología Aplicada, que pasó a ser facultad el 12 de noviembre de 1957. En 1966, la Facultad de Psicología pasa a ser un departamento en la Facultad de Ciencias Humanas (Peña, 1993), donde hasta la actualidad se forman oficialmente profesionales de la psicología.
La historia de los inicios de la psicología en Colombia está ligada a la aplicación de la psicología en la educación. El espacio social para la psicología queda abierto y esta, que entró de la mano de la educación a Colombia, comienza su crecimiento en lo referente a programas y estudiantes, y a los diferentes ámbitos de aplicación.
Existen algunos eventos que permiten establecer relaciones generales de la educación con la psicología, en tanto abren espacios de reconocimiento de esta como ciencia y profesión aplicada en aquella. La psicología está presente no solo como referente teórico que conduce y nutre las prácticas pedagógicas; ahora está encarnada en un profesional que, sin ser maestro, entra a trabajar en las escuelas y a participar en procesos educativos, con su saber específico.
Las prácticas desarrolladas por los profesionales de la psicología en las instituciones educativas están en la vía del proceso de modernización de la educación. De una educación que pretende enmarcarse en unos fines prácticos, por los caminos de la ciencia y del pensamiento liberal.
En este orden de la educación, que se proyecta hasta la época actual, el psicólogo educativo halla otro punto de confluencia con la educación, de uso útil en ella: en el papel normalizador y homogeneizador que sobre la población tiene la escuela (Martínez, Noguera y Castro, 2003). En esta vía de la psicología aplicada se encuentran las acciones de promoción y prevención que realizan los psicólogos educativos. 36
Por otro lado, la entrada de los profesionales de la psicología a las escuelas ha posibilitado que, en muchos casos, los psicólogos educativos hayan reducido la escuela a un lugar de aplicación de la psicología desde el modelo médico (Hernández, 2012). De esta forma, se ha tendido a la psicopatologización de la vida escolar y de los fenómenos que se presentan en la escuela. Vistos de esta manera, estos últimos son una reducción de los llamados “trastornos psicológicos” a causas que desconocen factores exógenos.
Esto exige que se plantee el límite de la intervención psicoterapéutica en la escuela, en la medida en que este tipo de intervenciones se pueden desarrollar exitosamente en contextos clínicos, en tanto los contextos escolares no tienen las condiciones requeridas para este tipo de acciones.
De igual manera, en esta vía de entrada de la psicología a las instituciones educativas, los profesionales de la psicología que operan desde el modelo médico han contribuido a que la escuela tenga un puntal para endilgarle la solución de problemas sociales. Así, a la escuela, con acciones desde el contexto escolar, le corresponde solucionar problemas extraescolares. La escuela queda involucrada, por medio de los profesionales de la psicología, con la solución de problemas sociales, a través de la implementación de programas especiales, como orientación profesional, escuelas de padres, educación sexual, inducciones y proceso de selección, desarrollos teóricos y conceptos de la psicología en presión de grupo, comunicación asertiva, motivación, desarrollo psicosexual, autoestima, autocuidado, autoimagen, autoconcepto, identidad, desarrollo evolutivo moral y cognitivo, entre otros.
También se observa el impacto de las funciones desarrolladas por los psicólogos educativos desde la psicología clínica en las programaciones y en la redistribución de los tiempos en la escuela, en torno a la solución de problemas individuales y sociales (Hernández, 2012), que en realidad no tienen que ver directamente con lo pedagógico.
La entrada del saber psicológico a la educación colombiana vía pedagogía
Como ya se enunció, la emergencia de la escuela nueva en Colombia funcionó como llave de entrada para la psicología científica en la educación colombiana. Por lo tanto, la vía primigenia de entrada de la psicología a la educación es la pedagogía. Pero el auge de esta propuesta pedagógica corresponde con el proceso de modernización del Estado colombiano, implementado por las propuestas de los políticos y pensadores liberales que oficializaron la escuela nueva.
A propósito de la psicología que entró en la educación, es relevante dar una mirada a lo que se enseñaba a los maestros en Colombia. Herrera y Low (1991) exhiben un panorama de lo que circulaba en los programas de formación de los maestros y de los psicólogos que podrían entrar como profesionales a trabajar en la educación:
Mercedes Rodrigo inició una enseñanza sistemática de la Psicología con planteamientos modernos, donde definió que la Psicología no era el estudio del alma sino ‘el estudio de las acciones del ser y en particular del hombre’; retomando a Claparède dice que el objeto de la Psicología es la conducta de la vida de todos los días. Para ella la ciencia psicológica tiene por objeto el estudio de las acciones del hombre o también de las reacciones del individuo a su ambiente y tiene como misión ineludible buscar la manera de dirigir esas acciones, esa conducta, tanto individual como colectiva. En el desarrollo de sus clases señala que a la constitución de la psicología como ciencia contribuyen los aportes de la escuela experimental norteamericana, la corriente psicoanalítica y numerosos autores alemanes y franceses. Entre los tratadistas que cita están los franceses Binet, Claparède, Wallon, Janet, Ribot y Pieron; el suizo Piaget; los alemanes y austríacos Freud, Adler, Jung y Gesel y los norteamericanos James y Hall. En sus conferencias trataba temas como el estatuto científico de la psicología, la psicología de la infancia, la psicología del preescolar, psicología y educación, tipos de niños, declaración de los derechos del niño y delincuencia infantil.
Mientras esto ocurría en la Universidad Nacional y en la Escuela Normal Superior, la mayoría de los maestros del país se venían formando bajo otro paradigma, el que exponía Julius Sieber en un texto titulado Psicología para escuelas normales y maestros. Allí definía la Psicología como ‘la ciencia del alma’. La obra carece de referencias bibliográficas. Habla fundamentalmente de estímulos, funciones nerviosas, cognoscitivas, inteligencia, sentimientos y voluntad. Con este texto fueron formados los maestros colombianos hasta muy entrada la década de los sesenta en Colombia (pp. 72-74).
Antes de que entrara la psicología del estudio del comportamiento a la pedagogía, las acciones reformadoras, también liberales, se presentaron desde los aportes de la escuela nueva, que contenían los avances de la psicología respecto tanto al desarrollo del niño y la niñez como periodo evolutivo –desde autores como Sigmund Freud, William James y Alfred Binet–, como al aprendizaje –desde la teoría de la Gestalt– (Zubiría, 2006).
Igualmente, en el marco de la modernización de la educación, antes de la franca entrada de la psicología a este campo, la propuesta pedagógica de Johann Heinrich Pestalozzi se perfiló como una tendencia moderna contrailustrada que hizo eco de los desarrollos naturalistas de Rousseau. Estos fueron la vía de entrada del despotismo ilustrado a la pedagogía y a la la educación europea (Gaviria, 1966), enmascarada en unas ideas asociadas con la benevolencia y la libertad, que lograron renovar los procesos de escolarización. En esta tendencia se enmarca la Primera Misión Alemana, contratada durante el gobierno del general Eustorgio Salgar, entre 1870 y 1872, para organizar las escuelas normales en Colombia y poder impactar directamente la formación de los maestros y la escolarización en el país (Gaviria, 1966, p.128-129).
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