1.5. La masonería y el ejercicio profesional
En Cartagena y en general en el Caribe colombiano, las relaciones de la masonería con la sociedad, especialmente con la Iglesia, fueron diferentes, pues allí hubo una colaboración permanente entre las logias, la Iglesia y las autoridades estatales; la élite cartagenera, ora liberal, ora conservadora, se vinculó a la hermandad; no se presentó, como si lo hubo en el centro del país, un agudo conflicto.
En la Heroica, los médicos de la ciudad enfrentaron la pandemia, nos interesa destacar dos: Antonio Abad Tatis y Vicente A. García; 78el primero jugó un importante papel en el Oriente de Cartagena; al segundo, que seguramente también fue masón, se lo reconoce como un destacado médico filántropo, ya que jamás recibió remuneración alguna por sus servicios médicos, la fuente esencial de sus finanzas fue, como muchos otros médicos de la época, una botica o farmacia. García, en 1872, volvió a ponerse al frente de una nueva epidemia, esta vez de dengue, que nuevamente diezmó la ciudad.
A comienzos de 1849, el presidente Tomás Cipriano de Mosquera contrató al médico Antonio Vargas Reyes para que diseñara una campaña tendiente a prevenir, evitar y contrarrestar las posibles pandemias de cólera. Materia en la que el eminente médico contaba con experiencia, dado que, como ya se mencionó, entre 1840 y 1841, junto con su amigo y colega Antonio Vargas Vera, apodado el Cabezón, habían desarrollado una eficaz campaña de vacunación contra la viruela, pero, además, Vargas Reyes tenía una excelente formación, adquirida en París, en el campo de la patología clínica.
Efectivamente, entre 1842 y 1847, Vargas Reyes había permanecido en París, ciudad en la que perfeccionó y profundizó en sus conocimientos médicos, con especial énfasis en lo concerniente a la patología clínica. A su regreso a la Nueva Granada fue vinculado al Hospital San Juan de Dios y como catedrático de patología especial en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Bogotá, cargos que le permitieron emprender con ahínco el encargo presidencial. Experiencia que años después, en 1864, cuando una nueva epidemia de cólera atacó a Bogotá, fue definitiva para controlarla. En la revista La Gaceta Médica, fundada, en 1867, por él, publicó algunas reflexiones y conclusiones sobre el cólera, entre las que se destacan que la enfermedad era el resultado de las condiciones higiénicas de la vida urbana.
Como se esbozará en subsiguientes páginas y capítulos, Vargas Reyes contribuyó a la cualificación de los estudios médicos en el país y en la constitución de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional en 1867, como también en la erección y funcionamiento de la Junta General de Beneficencia en 1869.
Ahora bien, Vargas Reyes se vinculó, en 1850, junto con su colega Juan José Olarte, a la masonería, a la logia Estrella del Tequendama N° 11 de Bogotá, constituyéndose, quizás, en los primeros galenos que se afiliaron a la renacida masonería en la capital del país. Ambos, junto con otros médicos que se afiliaron a la hermandad bogotana, 79y al igual que otros galenos de otras latitudes del planeta, entendieron que, a través de la beneficencia, la medicina tenía una forma de proyección social. 80
Pero en ello medió mucho que, entre los principios generales de la masonería, además de los derechos del hombre y del ciudadano, estaban los de la separación de la Iglesia y el Estado; el matrimonio y el registro civil; la secularización de los cementerios, de la enseñanza y de la beneficencia. 81
Es necesario enfatizar que la vinculación de los médicos a la masonería bogotana, como de otros lugares de la nación, fue relativamente importante. De una selección de 356 personajes (ver anexo 3), casi todos influyentes en diferentes aspectos de la vida social, económica, política y cultural, entre 1845 y 1886, se puede ver un resumen en la tabla 1.1.
Tabla 1.1. Resumen de personajes 1845-1886, agrupados por profesión 82
Lo que gráficamente se ilustra en las figuras 1.1 a 1.4.
Figura 1.1. Personajes, 1845-1886
Figura 1.2. Personajes 1845-1886 en porcentajes
Figura 1.3. Profesionales masones
Figura 1.4. Profesionales no masones
Así es como hemos podido ubicar 47 médicos, un 13,20 %, que se destacaron no solo en el ejercicio de su profesión, sino en diferentes actividades de la vida nacional. De esa muestra de 47 médicos, 32 de ellos, el 66,08 % del total pertenecieron a la masonería, lo que no es de extrañar, pues la masonería durante el siglo XIX, en el territorio de la actual Colombia, fue una forma de sociabilidad de las élites políticas, económicas, científicas y culturales, habida cuenta de que en ese entonces ser médico era pertenecer a la élite o estar muy cerca de ella. No es entonces extraño que 16 de los 32 masones médicos pertenecieron a la logia Estrella del Tequendama, la logia madre de la masonería de la Región Andina, dado que una de sus características fue la de acoger a las mencionadas élites. No obstante, la excepción, la del médico boyacense Manuel María de los Santos Acosta, miembro de la logia Propagadores de la Luz, de Bogotá, fue la más significativa, pues él fue uno de los tres médicos que han sido presidentes de Colombia; los dos restantes fueron Manuel Benito de Castro, presidente de Cundinamarca en 1812, y José Fernández Madrid en 1816.
Tabla 1.2. Médicos destacados, reseñando los pertenecientes a la masonería 86
Persona |
Logia |
Antonio Abad Tatis |
Logia Hospitalidad N° 1 de Cartagena. Grado 33 |
Manuel María de los Santos Acosta Castilla |
Logias Filantropía Bogotana y Propagadores de la Luz. Grado 3 |
José Araújo |
Masón |
Leoncio Barreto |
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Francisco Bayón |
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Ángel María Céspedes |
Masón |
Juan Bautista de Brigard Sordo |
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Domingo Esguerra Ortiz |
Logia Luz del Tolima N° 17 de Ambalema |
Bernardo Espinosa Escallón |
Logia Filantropía Bogotana N° 16. Grado 3 |
Vicente A. García |
Masón |
José Ángel Gómez |
Logia Hospitalidad N° 1 de Cartagena. Grado 33 |
Gabriel González Gaitán |
|
Narciso González Linero |
|
Rafael Gutiérrez |
|
José Luis Guardiola |
Logia Estrella del Atlántico N° 23 de Santa Marta. Grado 3 |
Guillermo León y Carreño |
Logia Estrella del Saravita N° 5 del Socorro. Grado 30 |
Jacinto León Carreño |
Logia Estrella del Saravita N° 5 del Socorro |
Vicente Lombana Buendía |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Cayetano Lombana |
Logia Amistad Unida N° 808 de Santa Marta |
Joaquín Maldonado |
Logia Estrella del Tequendama N° 11, Grado 3 |
Antonio José Matos |
Masón. Grado 31 |
José Félix Merizalde |
|
Juan José Olarte |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 3 |
Juan María Pardo |
|
Andrés María Pardo Álvarez |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Emiliano Pereira Gamba |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Manuel Plata Azuero |
Masón |
Esteban M. Pupo |
Logia Unión Momposina N° 18 |
José María Quijano Otero |
|
Daniel Rodríguez |
Logia Luz del Tolima de Ambalema N° 17. Grado 3 |
Rodríguez Pinzón |
Logia Estrella del Saravita N° 5 del Socorro. Grado 30 |
José Manuel Royo |
Logia Unión Momposina N° 18. Grado 3 |
Juan de Dios Riomalo |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 33 |
David Torres Solano |
|
José Jerónimo Triana Silva |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 3 |
Gabriel Ujueta |
Amistad Unida N° 808 de Santa Marta |
Manuel Uribe Ángel |
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José Vicente Uribe Restrepo |
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Ezequiel Uricoechea y Rodríguez |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 3 |
Antonio Vargas Reyes |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 3 |
Antonio Vargas Vega |
Logia Estrella del Tequendama N° 11. Grado 3 |
Liborio Zerda |
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Ignacio Antorveza |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Federico Rivas Mejía |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Joaquín Sarmiento |
Logia Estrella del Tequendama N° 11 |
Salvador María Álvarez Bermúdez |
|
José Víctor San Miguel y Tobar |
|
José Peregrino San Miguel |
|
La participación de los médicos dentro de las dignidades masónicas no fue masiva. En la masonería bogotana el más destacado fue, quizá, Juan de Dios Riomalo, vinculado a la logia Estrella del Tequendama en 1852, alcanzó el grado 33, el máximo dentro del rito escocés; en 1864 fue Primer Vigilante, y solo tenía el grado 3, al escalar en grados le permitió jugar un importante papel en la reactivación de la hermandad en la década de los setenta. Como iremos viendo, fue uno de los principales motores de la erección de la Junta Central de Beneficencia y colaborador permanente de las estructuras administrativas de los establecimientos de beneficencia, habida cuenta de que fue pieza fundamental de la Universidad Nacional. Junto con su colega Bernardo Espinosa, combatió, en 1862, a favor de los ejércitos de Mosquera en la defensa del convento de San Agustín.
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