—Muchos tendríamos, pero no pocos argumentos para sentirnos orgullosos de nuestra historia y de nuestra gente (que así la consideré tal), y que hicieron inmortal el nombre de España. Bien con la pluma, como Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Garcilaso, María de Zayas, Tirso de Molina, Góngora, Baltasar Gracián, Emilia Pardo Bazán, Galdós, Valle-Inclán, Baroja, los Machado… Innumerables. O con su arte, sus manos y sus pinceles, como los Berruguete, la Roldana, Alonso Cano Martín Montañés, Juan de Mesa, Gil de Siloé, Churriguera, Salzillo, Benlliure…
Fuimos el primer lugardonde se dejó deperseguir y de promoverlas matanzas de mujeres,hombres y hasta deniños que en tan grannúmero llevaron a caboen Alemania, Suiza oInglaterra. |
—¡Y os habéis dejado la lista de los pinceles, primo! Zurbarán, Murillo, Velázquez, Goya, Sorolla, Picasso, Miró, Dalí…
—Y ya puestos —quitándose uno al otro la palabra con entusiasmo—, por qué no volver a los inventores, ya que citamos a Ayanz. Blasco de Garay, con sus ingenios para la Armada del emperador y de su hijo; Juanelo Turriano, con sus artefactos, que volverían loco a un tal Da Vinci; el canario Agustín de Betancourt y Molina, precursor de la radio, la telegrafía y la termodinámica, en la segunda mitad del XVIII; Narciso Monturiol e Isaac Peral, ambos luchando por los primeros submarinos que se pudieran considerar así; el autogiro de Juan de la Cierva; la leonesa Ángela Ruiz Robles, maestra rural en Galicia, que será la precursora del libro electrónico y de las tabletas interactivas en la primera mitad del siglo XX, o el logroñés Manuel Jalón, que, aparte de la fregona, inventaría nada menos que las jeringuillas y agujas desechables. ¡Cuánto talento!
—La verdad, querido primo —dijo Carlos acabando ya la segunda jícara de chocolate—, es que creo que hemos tenido mejores súbditos que gobiernos les hemos dado.
—Cazzo, caro Carlo! —exclamó saliéndole del alma Amadeo—. No digo que no, pero como pueblo, es el más orgulloso, anárquico y pícaro que en el mundo haya. Y bastante ingobernable. Cuna de soldados que tantos fueron poetas. Soldados que tuvieron fama de fieros, pero que cuando hubo que demostrar su solidaridad en el ejercicio de su labor, han dado todo un ejemplo. Desde las acciones realizadas por los médicos militares en la guerra del Vietnam a la impagable labor en misiones internacionales de estos tiempos más cercanos. Desde los Balcanes a Afganistán; desde el Índico al Mediterráneo; desde Iraq a Malí; de Líbano a Somalia. Ya dijo aquel rapsoda que «no hay un puñado de tierra en el mundo / sin una tumba española». Y lo que es más increíble: con el reconocimiento por su labor como pocas otras Fuerzas Armadas han tenido.
—La verdad —cabeceó algo apesadumbrado mientras se dirigían fuera del refectorio hacia la basílica— es que no es creíble lo de nuestro pueblo. No sé si es que no vemos o es que no queremos ver todo lo bueno de nuestro legado histórico. No me entra en la cabeza. ¡Eso sí que me deja hechizado y patidifuso! —rieron ambos la broma.
No sé si es que novemos o es que noqueremos ver todolo bueno de nuestrolegado histórico. |
—Tal vez tenga yo una idea más cercana a la posible razón, habiendo tenido la posibilidad de estudiar tras mi marcha y en la distancia a este pueblo tan grande, terco, solidario y hedonista. De hecho, voy a utilizar una analogía aprovechando el lugar donde estamos. Este palacio monasterio que desde el primer momento fue considerado una maravilla propia de la Antigüedad Clásica. Un lugar en honor a una batalla. A la guerra. Donde lo político y lo religioso se funden. Que aúna arte, conocimiento, ciencia, literatura, esculturas, pinturas, y fue todo un referente de la modernidad del momento. Tan vasto lugar es casi inasumible desde un solo ángulo. Es demasiado grande. ¡Es bestial! De lejos, tal vez podamos admirar la mole, pero desconocer su contenido. Contenido que se escapa a un análisis sencillo. Contenido inabarcable a un solo paseo. A una sola mirada. A un simple juicio.
»La historia de España es un poco como este lugar. Inabarcable, compleja, llena de arte y conocimiento; de literatura y de batallas; de la cruz y la espada; sin duda, inasumible. Bestial. Que hay quien la adora, y a quien le supera. La desprecia. Muy posiblemente porque conocerla a fondo es casi una tarea homérica. Solo poder conocerla bien haría que se pueda, al menos, mirar con otros ojos. Por eso en lugares como este hacen falta buenos guías que conduzcan a los que lo visitan, para explicarles apasionadamente, pero de manera rigurosa, el qué y el porqué de cada parte. De este modo, estoy seguro de que se enamorará del todo.
Carlos II llegó hasta la puerta de la Cripta Real, desde donde se escuchaban las risas y juegos del panteón de Infantes, y volviéndose a su primo y colega Amadeo, masticó las frases que había dicho y, sonriéndole con sus finos labios, el que todos creyeron falto de seso, le dijo:
Creo que es tiempo deenfocar nuestra mirada aesas luces, y de una vez verla historia de España no yacomo una historia de éxito,sino como una historia dela que estar, con motivo,muy orgullosos. |
—¿Sabéis? ¡Creo que hubierais sido un gran rey para España!
—¿Sabéis? Todos los que aquí moran por la eternidad fueron hombres y mujeres antes que reyes y reinas. Y como los hombres y mujeres que gobernaron, tuvieron sus luces y sus sombras. Pero creo que es tiempo de enfocar nuestra mirada a esas luces, y de una vez ver la historia de España no ya como una historia de éxito, sino como una historia de la que estar, con motivo, muy orgullosos.
Y fue acabar esa frase cuando el carillón del monasterio volteó sus campanas llamando a ánimas, las cuales fueron difuminándose como las velas de los buques que en tiempos rigieron el imperio de los mares haciendo de España una nación eterna.
Javier Santamarta del PozoPolitólogo, periodista, escritor y entusiasta de la historia de España. Ha trabajado en Ayuda Humanitaria en varios conflictos, y sigue como experto publicando artículos y dando formación para expatriados civiles y militares. Es colaborador habitual en varios programas de radio y medios como ABC o El Liberal. Ha escrito durante años sobre costumbrismo, arte, libros… y, sobre todo, acerca de la historia de España. Autor de Siempre tuvimos héroes, Siempre estuvieron ellas y Fake news del Imperio Español. |
2.3.
¿ES ESPAÑA UN PAÍS FALLIDO Y OSCURO?
ELVIRA ROCA
Para completar este paseo por la historia de España y su destructiva leyenda negra, hemos querido compartir unas preguntas con Elvira Roca, la autora del «histórico» libro Imperiofobia y leyenda negra. Estas son sus interesantísimas repuestas.
¿ES ESPAÑA UN PAÍS FALLIDO, OSCURO, DE INQUISIDORES, TAL Y COMO ES PERCIBIDO POR MUCHOS ESPAÑOLES?
En absoluto, pero es difícil superar ese punto de vista cuando una parte importante de nuestras élites intelectuales, que son los formadores de opinión pública, lo cultiva con pasión, lo promociona y hace de este argumentario el motivo de su «prestigio intelectual». En el siglo XVIII, se transformó en el discurso oficial de la nueva monarquía, que venía a arreglar España con reformas y que nunca lo conseguía porque el país no tenía apaño. En las últimas semanas, y hoy es 10 de noviembre de 2020, he leído en prensa titulares como este: «Nuestra verdadera leyenda negra es la desidia, la envidia y una cierta pereza», eso es el 10 de octubre en El País. El 29 de octubre, otro titular en El Norte de Castilla y otras cabeceras de Vocento: «Este país se vuelve más miserable conforme se niega el diálogo al adversario». El 7 de noviembre, en El Mundo leemos: «España no se ha caracterizado por ser un país tolerante y respetuoso». Da igual quiénes sean los que dicen estas cosas. Lo que importa es que las dicen y obtienen titulares. Y ningún reproche social, sino más bien al contrario. Decir estas cosas en España es de buen tono. Significa que perteneces a la estirpe de los «reformistas» y eres un incomprendido en un país cerril. Así se compra en España ser un rebelde premiado. Es un buen ramillete y podría seguir. Intente encontrar algo parecido en la prensa inglesa o francesa y no lo hallará, pero en España tienen prestigio y premios. Y crean opinión pública. Necesitan un país acomplejado y débil, y así ellos son estupendos y magníficos, honestos, modernos y europeos… Y nada, que han tenido la desgracia de nacer aquí, como nos decía un profesor mío en la universidad. ¿A dónde no hubiera llegado él de haber nacido en un país como Dios manda y no en España? Era un inútil integral, pero escuchábamos aquello y nos parecía tan normal. A los veinte años, un español medio se ha habituado ya a ese discurso y lo ha interiorizado. En realidad, es una inmensa fortuna porque en ningún lugar habrían llegado a ocupar la posición que ocupan aquí. Y luego son grandes patriotas, claro. Es como el amor de los maltratadores: «Pero qué tonta eres, querida, qué fea y qué torpe, no sé cómo te aguanto, anda, anda, dame premios y honores para reivindicarte un poco, que si no vas a demostrar que eres todavía más miserable y más inculta de lo que ya pareces…». Es patético pero funciona.
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