C. H. SPURGEON
Como el que trae luto por su madre. Debido a la poligamia que se practica en Oriente, con múltiples esposas en un mismo hogar, los hijos suelen estar mucho más apegados a su madre que a su padre. El padre lo comparten con un nutrido grupo de medio-hermanos que les envidian o de los cuales están celosos; pero su madre es algo propio: ella es quien los ha criado y educado en los años de su infancia; quien los defendía cuando niños en las numerosas reyertas que se dan en los harenes; y por tanto, cuando son adultos la aman muy intensamente, lo que hace que el duelo por su deceso sea más agudo y amargo que por cualquier otra persona.
C. H. SPURGEON
Como el que trae luto por su madre. Preguntaron en cierta ocasión a Mahoma cual era la relación que ejercía en su vida mayor fuerza en sus afectos y respetos. Respondió: «La madre, la madre, la madre».
ANÓNIMO
Como el que trae luto por su madre. En el antiguo Israel se entendía que el luto por la madre era el más doloroso y penetrante que podía haber, porque era donde los afectos eran más intensos; razón por la cual a los sacerdotes, a quienes no se les permitía contaminarse acercándose a ningún cadáver de extraños, se les permitía en caso de parientes cercanos y especialmente de su madre. 134
HENRY AINSWORTH [1571-1622]
“Psalms, The Book of Psalmes: Englished both in Prose and Metre with Annotations”, 1612
Vers. 15. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía; me despedazaban sin descanso. [Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo sabía; me despedazaban sin descanso. RVR ] [Pero ellos se alegraron en mi tropiezo, y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar. LBLA ] [Pero ellos, en mi adversidad se alegran, y se juntan contra mí con otros, a quienes no conozco, y no cesan de hostigarme. BTX ] [Pero yo tropecé, y ellos se alegraron, y a una se juntaron contra mí. Gente extraña, que yo no conocía, me calumniaba sin cesar. NVI ] [Pero, al caer yo, ellos se alegran, se unen todos contra mí, me dañan y nada entiendo, me desgarran sin cesar. BLP ] [Pero ahora que yo estoy en dificultades, ellos se ponen contentos; con aires de triunfo se unen en mi contra. Me ataca gente que ni siquiera conozco; me calumnian sin cesar. NTV ]135
Se alegraron en mi tropiezo . 136Mis oscilaciones y bamboleos les eran motivo de diversión; pues el peligro estaba cerca y cantaban ya mi derrota inminente. ¡Qué eufóricos se ponen los impíos cuando ven al justo que se tambalea! «Ahora –dicen alegres– presenciaremos su caída»
Y se juntaron. Como cuervos y buitres en torno a una oveja moribunda. Encontraron en mi desgracia una alegría común, se recreaban en mi dolor, y por tanto se reunieron para celebrar la fiesta. Unieron sus mentes para concebir el mal, y sus lenguas para hablar engaño.
Se juntaron contra mí gentes despreciables. Quienes eran merecedores de recibir latigazos, personajes a quienes debían haber apaleado las plantas de los pies con varas, 137se coordinaron para conspirar y trazar planes contra el justo, citándose en las esquinas y celebrando reuniones en lugares ocultos. Igual que las hienas alrededor de un león enfermo, los muy desgraciados insultaban y se mofaban de aquel, cuyo solo nombre, en otros tiempos había sido su terror. Aún los lisiados acudían renqueando para unirse a tan malévola pandilla. ¡Qué unánimes son los poderes del mal; de qué buen grado sirven los hombres al diablo y ninguno renuncia a su servicio, porque no están dotados de grandes capacidades!
Y yo no lo sabía. Todo lo hacían a mis espaldas. ¡Qué revuelo tan grande puede llegar a organizar el mundo por una causa injusta! Y el encausado y supuesto causante sin enterarse siquiera de cual ha sido el motivo de ofensa.
Me despedazaban sin descanso . Tal es la afición y labor primorosa de los malvados en desgarrar y hacer trizas la reputación de las personas buenas, que cuando están en ello, se resisten por todos los medios a abandonar la tarea. Una jauría de perros despedazando su presa, no es nada, comparado con un grupo de chismosos magullando la reputación de una persona digna y honrada. Si los amantes del puro evangelio no son en nuestros días descuartizados como en viejos tiempos de la reina María, 138hemos de atribuirlo más a la providencia de Dios que a la bondad y justicia de los hombres.
C. H. SPURGEON
Pero ellos se alegraron en mi adversidad. Jamás te jactes ni te gloríes de la desgracia de tu prójimo, por más que sea tu adversario. No faltan quienes se regocijan en los sufrimientos de los demás, organizando danzas alrededor del fuego de su adversidad y revoloteando como luciérnagas con cada nueva llama de la desgracia ajena. Quienes reaccionan de semejante modo padecen la enfermedad del diablo, viven infectados por el virus de Satanás. ¡Libre el Señor nuestras almas de semejante perversidad! Vejar a quienes el Señor ha humillado, y escupir a quienes el Altísimo a dado a beber un cáliz amargo, es lo más bajo que pueda caer el ser humano. Hacer de las desgracias de nuestros vecinos tema predilecto de nuestras conversaciones; o peor aún, argumento de nuestra pública vindicación y jactancia; no merece otra cosa que la ira divina descargando sobre nosotros males siete veces mayores de los acaecidos a aquellos de cuyo infortunio nos regocijamos. ¡Guardémonos de tañer nuestras arpas porque otros se han visto obligados a colgar las suyas en los sauces! 139Alejemos de la sutil tentación de orar para que lluevan calamidades sobre nuestros enemigos; como también del gnosticismo solapado de Clemente 140cuando exclama: «Envíame, Señor, calamidades para que pueda regocijarme en ellas». 141No hay evidencia más clara de la maldad de un corazón que la de alegrarse en la desgracia de otros. “El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor; y el que se regocija de la desgracia (ajena) no quedará sin castigo”.142 Si Dios es Dios, y sin duda lo es, podemos estar bien seguros que alegrarse en las miserias ajenas es un proceder tan indigno que ha de ser castigado con el peor de los castigos; pues el que lo hace no tan solo peca contra la ley de la gracia, sino también contra la ley de la naturaleza, que enseña a los hombres a compadecerse y simpatizar con aquellos que padecen, en lugar de alegrarse de sus miserias. ¡Jamás hagamos música del dolor ajeno, ni escanciemos vino con las lágrimas de otros, no vaya a ser que acabemos borrachos con el jarabe de nuestra propia expiación!
THOMAS BROOKS [1608-1680]
“London’s lamentations: or, A serious discourse concerning that late fiery dispensation that turned our once renown City into a ruinous Heap”, 1670
Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron contra mí. ¡Que profecía tan maravillosa sobre la Cruz, tan solo aventajada, si es que lo es, por el Salmo 22! Más cercana todavía a la realidad histórica cuando la leemos en la Vulgata: “Los azotes se juntaron y cayeron todos sobre mí”. Oh, sí, Señor Jesús, los que araron tu espalda hicieron en ella surcos profundos; 143surcos preciosos y benditos para nosotros; surcos donde hay sembrada paciencia para la vida presente y gloria en la venidera; donde hay sembrada esperanza que no avergüenza 144y amor que las muchas aguas no pueden apagar. 145
Se juntaron contra mí gentes despreciables. Sí, los más despreciados entre los despreciables, aquellos que se jactaban orando: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres”;146 y que arrojaron a la pobre pecadora a los pies del Señor diciendo: “En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?”. 147
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