Kristen Simmons - Punto de quiebre (Artículo 5 #2)

Здесь есть возможность читать онлайн «Kristen Simmons - Punto de quiebre (Artículo 5 #2)» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Punto de quiebre (Artículo 5 #2): краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Segunda entrega de la saga Artículo 5.Tras fingir sus muertes para escapar de la prisión, Ember Miller y Chase Jennings solo tienen un objetivo: mantener un perfil bajo hasta que la Oficina Federal de Reformas olvide que existieron. No obstante, ahora que son casi unas celebridades, a raíz de sus desencuentros con el Gobierno, Ember y Chase son reconocidos y aceptados por la Resistencia, donde todos los ojos están puestos en el francotirador, un asesino anónimo que derrota a los soldados de la OFR uno por uno, al menos hasta que el Gobierno publica su lista de los más buscados, donde el sospechoso número uno es la propia Ember, y las órdenes son disparar a matar.

Punto de quiebre (Artículo 5 #2) — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Acaso hice algo que no debería? —le pregunté abiertamente, y vi cómo bajaba la guardia.

—¿Tú? ¡No! —Chase sacudió la cabeza—. No. Anoche… No fue mi intención… —Se pasó la mano por el pelo negro y luego se rio con torpeza—. No debí marcharme.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste? —pregunté.

Chase se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las rodillas. Los tacones de sus botas hacían un sonido audible al golpetear contra el cemento.

El aire fresco no parecía tan beneficioso en ese momento. Me levanté para regresar abajo, pero él me agarró de la mano.

—Tú estás sufriendo —dijo de modo atropellado—. No quería que pensaras, no sé, que me estaba aprovechando de ti. —Era evidente que le costaba encontrar las palabras para expresar lo que tenía dentro, y suspiró con frustración.

—Pensé que era yo la que me estaba aprovechando de ti. —Regresé adonde estaba sentada y bajé la mirada, sintiéndome un poco avergonzada. No había pensado que él se sintiera así.

Chase resopló.

—En ese caso, por favor, sigue haciéndolo.

Ambos nos reímos un poco de eso, pero en ese instante recordé la forma como me había abrazado, con el mismo desespero y temor que yo sentía. Yo no era la única que estaba sufriendo y no era la única que sentía el peso de la muerte de mi madre entre los dos.

Cuando bajó un poco la tensión, quise preguntarle sobre el edificio de al lado y contarle más sobre el camión de Horizontes y las provisiones que habíamos confiscado. En algún momento en el pasado hablar con él había sido tan fácil como respirar, pero ahora las cosas se habían complicado.

Me puse de pie, y le dije:

—¡Enséñame a combatir!

Después de unos segundos, él me siguió y ladeó un poco la cabeza con aire de curiosidad.

—¿De qué hablas?

Levanté los puños.

—De pelear —dije, y fingí que lanzaba un puñe­tazo—. Ya sabes, combatir.

Soltó una carcajada y algo dentro de mí empezó a palpitar.

—Tú no necesitas saber cómo pelear.

Bajé las manos y las apoyé sobre las caderas.

—Estás bromeando, ¿cierto? —Vivíamos bajo la amenaza constante de un ataque, incluso aquí, rodeados por la resistencia.

—No necesitas pelear de esa forma —aclaró, y se volvió a reír—. A menos que quieras dedicarte al boxeo.

Traté de no sonreír, pero era difícil cuando resultaba evidente que a él todo el asunto le causaba gracia.

—Entonces, ¿cómo?

—Bueno… —Chase dio un paso hacia mí y yo sentí que mi corazón se paralizaba. Luego agarró mis muñecas con sus manos, sin lastimarme, pero con la suficiente fuerza para evitar que me alejara—. ¿Cuál es tu plan? —Su sonrisa se había desvanecido.

Forcejeé por unos instantes, tratando de juntar mis puños, de liberarme de sus manos, de darme la vuelta, pero Chase tenía demasiada fuerza. Cedí entonces con un suspiro.

—La mayor parte de las personas que te tienen en la mira van a ser más grandes y más fuertes que tú —dijo, y se acercó todavía más, de forma que tuve que levantar la cabeza para mirarlo a la cara. Sentía los latidos de su pecho contra el mío y cada parte del cuerpo en la que estábamos en contacto. Pasé saliva. Continuó—: Pero tú eres rápida. No vas a vencerlos en una pelea a brazo partido, pero puedes escabullirte si alguien te agarra.

—¿Cómo?

—Dime, ¿por dónde rompes una cadena? —respondió Chase—. Mírame —dijo, cuando bajé la mirada hacia nuestras manos.

Me imaginé una cadena de metal, un eslabón tras otro, y mirándolo a los ojos respondí:

—Por el eslabón más débil.

—Entre mi pulgar y mis otros dedos hay un punto de quiebre. —Su pulgar rozó la piel sensible de mis muñecas—. Suéltate.

Respiré profundo y luego, tan rápido como pude, giré mis muñecas y las uní, justo por el espacio que había entre sus dedos.

Estaba radiante.

—¿Y luego qué?

—Y luego corres —dijo sonriendo—. Pero si no puedes hacerlo, busca los puntos débiles. Los ojos, los oídos, la boca, el cuello… —Chase hizo un gesto hacia más abajo y yo desvié la mirada—. Como te dije, tú eres rápida. No lo pienses dos veces. Golpea un punto frágil y huye.

Volvió a agarrarme de las muñecas y esta vez no vacilé. Me solté, y luego di media vuelta para salir corriendo, pero antes de que alcanzara a dar dos pasos, él me agarró y apretó su antebrazo suavemente contra mi cuello, de modo que si me movía, me asfixiaba. De inmediato subí las manos para tratar de liberarme, intentando en vano mover su brazo. Sus músculos se volvieron a flexionar contra mí, pero no me apretó. Mi espalda quedó cómodamente apoyada contra su pecho, su pecho tibio y sólido, que se estrujaba con firmeza contra mí a cada inhalación.

—Baja el mentón —susurró, y yo podía sentir el movimiento de sus labios contra mi nuca, lo cual me daba escalofríos.

Después de renunciar a la idea de mover su brazo, hice lo que me estaba diciendo y enterré mi mentón contra su músculo. Cuando logré deslizarlo por detrás de su brazo, pude respirar con más facilidad, aunque todavía no había escapado.

Chase me dijo que podía darle una patada con mi talón, apuntarle a la parte de la espinilla y luego apoyarme sobre su pie, pero cuando traté de hacerlo, él se hizo a un lado, y me arrastró como si fuera una muñeca de trapo.

—Toma todo el aire que puedas —me indicó— y luego, de un solo golpe, echa las caderas hacia atrás e inclínate hacia delante. Eso me hará perder el equilibrio.

Entonces respiré tan profundo como pude y lo empujé con toda la fuerza.

Pero no funcionó. Nos enderezamos, forcejeamos un poco más y luego, en cierto momento, nos quedamos inmóviles. Mi piel ardía y apenas podía respirar, mientras sentía cómo su corazón latía contra mi hombro.

—No fuiste lo suficientemente rápida —dijo con voz profunda.

Aunque aflojó un poco el antebrazo, siguió haciéndome presión sobre la garganta, mientras bajaba la otra mano y sus dedos rozaban mi cintura y estómago. Contuve la respiración.

—Puedes soltarte cuando quieras.

Sí, podía hacerlo, pero no quería. Su nariz acariciaba mi nuca y luego se metió por detrás de mi oreja. Entonces sentí que mis rodillas cedían, y cerré los ojos.

En ese momento alguien salió por la puerta de la escalera, y la puerta se golpeó tan duro contra el tope metálico que los dos nos separamos sobresaltados.

Era Sean. Mientras se acercaba, vimos que tenía el pelo desgreñado y una expresión atónita en el rostro.

—Lincoln envió un mensaje por radio desde la Plaza —dijo—. Tienen que oír esto.

Después de recuperar el ritmo de mi respiración y echarle un último vistazo a Chase a los ojos, seguí los pasos de ambos.

SEAN NO VACILÓ. Salió corriendo por las escaleras, mientras nosotros tratábamos de seguirlo, y sentíamos cómo la preocupación por lo que había ocurrido aumentaba con cada paso que dábamos.

—Ustedes dos eligieron un momento estupendo para desaparecer.

—¿Qué pasó? —le pregunté desde atrás—. ¿Qué fue? ¿Hay alguien herido? —seguí preguntando mientras recordaba los rostros de los que habían salido en misión esa mañana.

—Nosotros no —dijo Sean—. Ellos.

—¿Qué?

Cuando llegamos al cuarto piso, en lugar de responder, Sean se adentró en el corredor. Era como entrar a una fiesta. La gente estaba gritando de felicidad; hasta Riggins había iniciado la parodia de una pelea de lucha libre con los dos hermanos.

Se detuvo cuando nos vio. Tenía una expresión extraña mientras se acercaba, casi de curiosidad, a no ser por la censura permanente en su mirada. Me sonrojé, mientras me preguntaba si sabría lo que Chase y yo habíamos estado haciendo arriba, y me preparé para oírlo decir algo desagradable.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)»

Обсуждение, отзывы о книге «Punto de quiebre (Artículo 5 #2)» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x