1.
Azamuite yukinuke-dera ya oboro-zuki
Contando una mentira,
atajo por medio del templo…
La Luna con un halo de niebla
Autor: Taigi
Kigo: oboro-zuki [estado de la Luna]
Estrofa más probable: 5-7-5
Cronología: haiku clásico
Clasificación: de lo sagrado
Gramaticalmente, no tendría por qué ser el propio poeta el sujeto de la acción. Podría ser que Taigi fuera sólo un testigo. Pero, si el protagonista del haiku no fuera él, ¿cómo es que sabe lo que sucede después? Incluso la Luna –en estricta posibilidad gramatical– podría ser la que cruzara el templo, y de alguna forma así ha tenido que ser para que Luna y poeta allí se encuentren. Si hay que elegir entre ambos –Luna y poeta– para ver cuál es el sujeto del verbo, lo que se espera de un traductor de haiku –extraordinariamente sensata como es esta poesía– es que se centre en el sujeto humano. Vamos a presuponer que un poeta cruza un templo, un templo del que sabemos que es budista ( o-tera ) y que interfiere el camino en línea recta de Taigi, un yukinuke-dera (“templo de paso”).
Si gramaticalmente no estaba claro –y hemos tenido que deducir– quién cruzaba el templo, de lo que no hay duda es de que es Taigi quien azamuku: el que “se las da de listo”, el que “dice una mentirijilla”, el que “silba”, o “canturrea”. Taigi se presenta a sí mismo abriéndose paso por entre la inocencia, mintiendo al guarda del templo. Y ahí es donde le sobreviene la cercanía con la existencia que producirá el haiku. El propio poeta no se imagina adónde va a llevarle este atajo que ha tomado. Estamos donde está él y con su misma ignorancia. Taigi nos ha llevado al lugar y habremos de estar allí hasta que concluya el haiku, participando en él. Pase lo que pase. También nosotros nos hemos visto obligados a decir una mentira –o, como mínimo, a ser cómplices mudos del ardid del poeta– para entrar en los dominios de ese “templo de paso”.
Luego, nos damos cuenta de que se ha producido un encuentro con la Luna. Un encuentro que no respondía al objetivo previsto. Por eso, habríamos desvirtuado el haiku si hubiéramos traducido:
Cruzo por el templo,
aunque sea mintiendo,
por ver la Luna con su halo de niebla
Debemos ceñirnos a la mentira como clave de paso, ciertamente, pero también a la ignorancia de lo que le espera tras su argucia. La traducción del verbo azamuku por “silbar, canturrear” haría perder tensión a la traducción. Ambas acciones corresponden, en efecto, a la actitud de alguien que habiendo tramado un engaño del que se sale impune, se considera más listo que los demás. No tan deficiente como la anterior, pero todavía lamentable, sería la traducción:
Canturreando, silbando,
mientras atajo por mitad del templo
La Luna con su halo de niebla
Creo que podría establecerse como ley general que un haiku es tanto más hermoso cuanto más fácil sea de malinterpretar. Es exactamente lo que puede ocurrirnos con éste de Taigi. Alguien que aún no hubiera calado en la médula del haiku japonés podría pensar que la Luna está en neblina porque el poeta se ha servido de un engaño para contemplarla. Sería, pues, un haiku que utilizaría la Luna para elaborar una metáfora del pecado humano. Por el contrario, en el haiku que Taigi escribió –una vez que nos podemos desembarazar de traumas de pecados y culpabilidades– se nos dice que gracias a la mentira él ha acabado en estado de contemplación. El oboro-zuki –una Luna medio velada por la neblina– lejos de ser una merma en su belleza, para la sensibilidad poética en general, no sólo japonesa, es un momento de gran esplendor y hermosura. El éxito de Taigi es no haber eliminado su malicia de la experiencia de belleza que tuvo. No bastaba con decir: «Atajando por en medio del templo, una Luna en neblina», y añadirle cualquier otro ingrediente de la belleza del momento… (¡Quién sabe cuántos otros elementos había allí mismo para haberlos incluido en el haiku sin causar la menor estridencia en el lector!) Sin embargo, el poeta ha creído necesario, y ahí está el punto de genialidad, añadir a la escena la estratagema que le llevó a esos instantes de intimidad con la Luna. No para confesarse, ni para culpabilizarse; simplemente, para hacer que la escena esté completa tal como fue en realidad. Luna, niebla, atajo, un guarda de templo ingenuo, la desgana o la necesidad de no dar un rodeo…, y un engaño. Ésos son los elementos de la escena, y –por eso mismo– también del haiku. La picardía del poeta y la inocencia del que guarda la puerta del templo son las dos piedras cuyo choque produce la “chispa poética” que incendia nuestro corazón. Lo que no sabe Taigi es que esa inocencia del guarda del templo –que le permite atajar por él– es parte de una estrategia. El mundo utiliza nuestras mentiras para verse a solas con nosotros en momentos privilegiados.
2.
Kawabuchi ya chô o nesasuru nabe no shiri
Al borde del río,
el culo de una olla
hace dormir a una mariposa
Autor: Issa
Kigo: chô [mariposa]
Estrofa más probable: 5-7-5
Cronología: haiku clásico
Clasificación: de lo sagrado
En japonés, si no se hace ninguna especificación numeral concreta, no se sabe si el sujeto es plural o singular. En este caso, nabe podrían ser muchas ollas y chô muchas mariposas. Si fuera así, la escena ganaría en simpática ocurrencia –un mundo lleno de ollas con mariposas posadas– y perdería en intimidad. Vamos a suponer que se trata de desvelar la relación eventual entre una olla y una mariposa. El acierto del haiku está en la forma verbal: “hace dormir”. No es simplemente una mariposa dormida en el “culo de una olla” puesta a secar junto a un río: es una olla que se ha propuesto hacer dormir a una mariposa, como el que acuna a un bebé.
El “cortocircuito estético” que supone “mariposa-culo” no puede ser más intencionado. Ya habría sido una apuesta arriesgada por parte del autor “mariposa-olla”: lo natural, lo frágil, lo leve, lo hermoso, asociado poéticamente a lo metálico, lo artificial, lo útil. Pero se ve que para Issa no era suficiente, y nos va a hablar de “culo”, “culo de olla”, igual que se dice en castellano.
Cuatro acciones se le suponen a Issa, y ninguna de las cuatro se consignan expresamente en el haiku, pues el poeta ha sabido desaparecer de él: cocinar, comer, fregar y descansar. Veamos ahora, de nuevo, toda la escena: Un poeta al borde de un río, después de comer, ha fregado la olla y se ha tumbado a descansar… Con el suave aire de la primavera, tras echar una cabezada o tal vez mientras se está durmiendo, observa la olla que ha puesto a secar, y ve cómo una mariposa –que se ha parado a descansar un instante– se ha quedado dormida sobre ella. Río-ribera-poeta-comida-primavera- sol-siesta-olla-mariposa… El haiku es captar las relaciones entre los seres. Si hemos dicho algo hasta ahora del haiku, ha sido esto.
3.
Hitotsu tobu oto ni mina tobu kawazu kana
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