El pleito de Echeverría con Israel
Un historiador tiene muchos deberes. Permítame recordarle dos que son importantes. El primero es no difamar; el segundo es no aburrir.
Voltaire
Este es un estudio profundo de un episodio que sucedió en menos de un año, pero a cuya indagación me dediqué veinte años.
El prolongado tiempo de investigación tuvo un impacto enormemente benéfico: muchos de los documentos gubernamentales que utilicé apenas comenzaron a ser desclasificados en 2006; y la revisión que hice de más de diez mil comunicaciones entre las embajadas de Estados Unidos en México y en otros países con el Departamento de Estado de los Estados Unidos hubiera sido imposible antes del 2010, cuando Wikileaks las expuso y con ello produjo una verdadera explosión de información.
En la memoria popular quedó grabado que, a raíz de que México votó a favor de la condena al sionismo en la onu el 10 de noviembre de 1975, las organizaciones judías de Estados Unidos hicieron un boicot turístico a México, y que el asunto le costó el puesto al canciller Emilio Rabasa, quien tuvo la osadía de haber viajado a Israel a “pedir perdón”.
Este libro demuestra que no todo estaba dicho acerca de la votación de México en la onu en 1975 y de sus consecuencias, y que no todo lo que estaba dicho era cierto.
Cuando yo comencé a averiguar, el asunto vivía aún en los recuerdos de muchos, lo que provocó una situación paradójica: por un lado, el tema parecía estar concluido, fijo como parte de nuestros mitos y recuerdos populares. Sin embargo, descubrí que nadie había documentado el caso para dejar en los anales de la historia una reconstrucción cabal de lo sucedido. Además, como sabría después de la investigación, parte de lo que se creía conocer era discutible.
Es a veces tentador aceptar la historia “conocida” como una verdad establecida e inmutable, sin embargo, a medida que los archivos se abren y que nuestras técnicas de investigación se modernizan, es importante reevaluar nuestro conocimiento, reexaminarlo a la luz de las nuevas fuentes, y tratar de hacerlo con una mirada fresca, una mente inquisitiva y sin preconcepciones.
Me dirigí a los archivos. Quedaban muchos acervos vírgenes por explorar, entre ellos las colecciones gubernamentales de México, Estados Unidos e Israel; los documentos de las organizaciones judías de Estados Unidos que habían participado en el boicot; las publicaciones árabes mexicanas; los periódicos de Estados Unidos.
Descubrí una historia apasionante de enredos, engaños y malentendidos, de intereses políticos personales y nacionales, creada por personajes memorables como el errático presidente Luis Echeverría; el trágico secretario de relaciones exteriores Emilio Rabasa; el perspicaz embajador de Estados Unidos en México, J. J. Jova; el formidable Henry Kissinger; el incansable ex presidente Miguel Alemán y el afligido secretario general del Comité Central Israelita de México, Sergio Nudelstejer.
Me encontré también con el asombroso ímpetu del hombre común, quien con su fervor y su voluntad produjo el boicot.
Mi primera meta fue hacer una reconstrucción histórica minuciosa de todo el proceso, basada en fuentes primarias. Tuve la fortuna de poder consultar archivos gubernamentales e institucionales de México, Estados Unidos e Israel. Los testimonios que localicé me parecieron tan cautivadores en su autenticidad que muchas veces a lo largo del libro les he permitido hablar por sí mismos. Gocé tanto leerlos que quise compartir el placer con mi lector.
Entendí que la votación de México en la onu que desató el boicot que nos ocupa tuvo un precedente importante. En efecto, en junio de 1975 se llevó a cabo la primera Conferencia del Año Internacional de la Mujer en la Ciudad de México. Fue ahí donde se introdujo por vez primera en un foro de la onu la acusación de que el sionismo era una forma de racismo. Decidí dedicarle un capítulo a este evento cardinal que hasta hace poco nadie había estudiado. 1
Después, me pareció prudente adentrarme un poco en el universo de Echeverría, captar a través de testigos presenciales su personalidad, tratar de entender sus objetivos en materia internacional, y los motivos que le impulsaron a actuar como lo hizo.
El capítulo tercero hace un recuento de las múltiples presiones a las que estuvo sujeto el presidente para votar en la onu. No es posible incluirlas todas, porque seguramente hubo conversaciones que no dejaron su huella en los archivos. Pero aun si nos limitamos a las fuerzas que conocemos, resulta un entorno complicado.
La siguiente parte explica el voto en Naciones Unidas, y la reacción tan apasionada que provocó en muchos lugares del mundo. Una advertencia: la onu es un organismo muy complejo, y fueron muchas las votaciones que incluían una condena al sionismo como una forma de racismo a fines de 1975. Traté de explicarlas lo más claramente posible sin entrar más que en los detalles indispensables, pero, aun así, a veces el escenario es intrincado.
Entre todas las respuestas a la votación de la resolución contra el sionismo, la más trascendental fue el boicot turístico y económico contra México. En el cuarto capítulo expongo cómo surgió, y cómo y por qué alcanzó tanto empuje.
El quinto apartado reseña los numerosos esfuerzos por detener el boicot, por una variedad de agentes en México, Estados Unidos e Israel, así como su conclusión oficial en febrero de 1976.
El último capítulo intenta ver más allá del boicot, analizar sus efectos a corto y mediano plazo. Sostengo que el boicot actuó como catalizador de una serie de cambios y, entre otros, transformó notablemente las relaciones entre la comunidad judía de México y el gobierno mexicano.
Para concluir, presento unas reflexiones finales que nos muestran cómo el boicot de 1975 sigue teniendo ecos más de cuarenta años después.
Al final agregué una pequeña lista con los personajes cruciales y una cronología muy elemental, como apoyo al lector.
Muchas veces, a lo largo de la investigación, lamenté la imposibilidad del historiador de escribir de manera polifónica. Aunque el periodo que abarca este libro es muy corto, aun así fue testigo de numerosos procesos simultáneos. En aras de la claridad, me vi obligada a resaltar aquellos que me parecieron más significativos para la trama y a dejar fuera muchos otros. Sin embargo, quisiera recalcar que la realidad del momento fue más compleja de lo que pude retratar en este estudio. He aquí un ejemplo: no voy a explorar la representatividad del Comité Central Israelita de México en 1975. Para fines de este trabajo, cuando escribo acerca de la “comunidad judía mexicana” me limito a la institución del Comité Central, que fungió como portavoz de la colectividad judía mexicana frente a las organizaciones judías estadounidenses y frente al gobierno de México.
He prestado atención al peligro del anacronismo y he tratado de cuidar el contexto histórico del tema estudiado. Como dice Bernard Bailyn, es importante reconocer que el pasado no sólo es distante, sino diferente, y que son necesarios la imaginación y el conocimiento profundo para adentrarse en él, para acercarse a otra forma de pensar, a la mentalidad de un mundo perdido. Nuestro objetivo debe ser la historia verdaderamente contextual y, para lograrlo, también es importante pretender ignorar lo que sabemos del desenlace de los eventos del pasado. 2
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