MAKE IT NEW
MAKE IT NEW
La historia del diseño en Silicon Valley
Barry M. Katz
Traducción y notas, Eugenio Vega
Make it new. Historia del diseño en Silicon Valley
Barry Katz
© 2020 de la presente edición en castellano para todo el mundo:
Experimenta Editorial
Calle Investigación, 7, Pol. Ind. Los Olivos.
28906 Getafe, Madrid, España.
www.experimenta.es
Traducción: Eugenio Vega Pindado
Coordinador de la edición: Marcelo Ghio
De la edición impresa:
ISBN: 978-84-18049-26-2
Depósito Legal: M-14524-2020
De la edición electrónica:
e-ISBN: 978-84-18049-33-0
© 2015 Massachusetts Institute of Technology
Katz, Barry, 1950 - Make it new : the history of Silicon Valley design / Barry M. Katz. Includes bibliographical references and index.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.
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Digitalización: Proyecto451
Índice de contenido
Portadilla MAKE IT NEW
Presentación de la edición española
Prólogo de John Maeda
Agradecimientos
Introducción
1 Santa Clara, el valle que “deleita los corazones”
2 Investigación y desarrollo
3 Cambio de aires
4 Genealogía del diseño
5 Cómo diseñar diseñadores
6 La forma de lo que está por venir
A modo de reflexión final
Notas
Este libro está dedicado, con la mayor consideración, a la comunidad de diseño de Silicon Valley, a la pasada, a la presente y a la futura; una comunidad que me ha dado mucho más que orientaciones claras e interfaces intuitivas.
PRESENTACIÓN DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA
Es un gran honor que Experimenta vaya a publicar la edición española de Make It New, gracias a los esfuerzos del reconocido investigador y diseñador, el profesor Eugenio Vega.
¡Gracias, Eugenio!
Me gustaría aprovechar esta oportunidad para decir algunas palabras a mis lectores en lengua española. Este libro tuvo su origen en una conversación con mi difunto amigo, el arquitecto Víctor Carrasco, que dividía su tiempo entre la práctica profesional en San Francisco y su residencia en Andalucía. Nos dimos cuenta de que cuando comenzamos nuestras carreras, hace ya unos cuarenta años, enumerar los principales centros de diseño mundial era sencillo para cualquiera: París destacaba en la moda, Milán en el diseño de mobiliario, Nueva York en la comunicación gráfica y, quizá, Tokio en la electrónica. El área de la Bahía de San Francisco, por el contrario, no aparecía en ningún mapa.
¿Cómo y por qué el norte de California se convirtió en el centro vital que es hoy? Mi intención era intentar responder esa pregunta con este libro.
Como intuía, todo comenzó mucho antes de que Steve Jobs argumentase que “diseño no es sólo lo que ves, es ante todo cómo funciona”. Sin embargo, Apple solo aparece a mitad de esta crónica, y la relevancia de esa legendaria compañía fue posible gracias a los éxitos y los fracasos de muchos otros que recorrieron antes ese camino. Espero que los lectores españoles encuentren esos detalles tan fascinantes como a mi me parecieron.
Tres conclusiones, en concreto, surgieron a partir de esta investigación. En primer lugar, ha quedado claro que el diseño fue el factor esencial que permitió trasladar la tecnología informática desde el mainframe al ordenador de sobremesa, al portátil y a las tablets. Su aceptación y su integración en la vida cotidiana, requería algo más que ingeniería, necesitaba, sobre todo, diseño. En segundo lugar, cada vez es más amplio lo que yo llamaría el “perímetro de expansión”, un espacio en torno a los problemas abordados por la industria del diseño: de tal manera, ser “diseñador” durante los años cincuenta en Hewlett Packard significaba poco más que empaquetar un generador de señal VHF en una caja de chapa. Hoy es más probable que un diseñador se ocupe de la experiencia de usuario que consiste en llamar a un automóvil sin conductor desde un reloj inteligente. Finalmente, me ha sorprendido el creciente reconocimiento del diseño que ha pasado de ser una opción atractiva para las empresas a convertirse en una necesidad estratégica. Como profesión, seguramente ha alcanzado la mayoría de edad.
He tratado de mostrar cómo el diseño llegó a desempeñar un papel fundamental en lo que hoy se reconoce como el “ecosistema de la innovación” más importante del mundo. Sin embargo, quisiera subrayar que que ni España, ni Chile, ni Colombia deberían tratar de emular esa experiencia única de la que se ocupa este libro. Cada región ofrece sus propias oportunidades, y si demuestra algo el ejemplo de Silicon Valley, es que los diseñadores están en la mejor posición para identificar esos valores, amplificarlos y darles vida.
Barry M. Katz
Palo Alto, marzo de 2020
PRÓLOGO DE JOHN MAEDA
Con ocasión de una reciente iniciativa del Massachusetts Institute of Technology tuve la oportunidad de oír al profesor Nicholas Negroponte. En su charla nos explicó el proceso de formación del Media Lab en esa institución académica, y cómo a principios de los años ochenta compartió con muchos de los más grandes aquella oportunidad. Nos habló de su encuentro fortuito con Buckminster Fuller en un crucero, de la manera en que conoció a William J. Mitchell (cuando llegó a Estados Unidos) o de las peripecias que vivió con su mentor, el presidente del MIT, Jerome Wiesner.
Pero no me era fácil atender a lo que decía, esa es la verdad. Negroponte quiso terminar pronto su intervención para que yo pudiera decir unas palabras sobre mi experiencia en Silicon Valley. He de reconocer que no puedo evitar ponerme nervioso al lado de mis maestros, sobre todo cuando me piden que intervenga en un acto de esta naturaleza. De lo que Negroponte contaba surgió un nombre que me era familiar, Bob Noyce, y fue entonces cuando empecé a prestarle atención. Ese nombre me recordaba otro que había encontrado recientemente en mi esfuerzo por comprender mejor la historia de Silicon Valley: Robert Noyce.
Durante la mayor parte de mi vida profesional he visto el mundo de la tecnología a traves de la lente del MIT. No en vano soy el resultado de sus planes de estudio de grado y postgrado en ingeniería electrónica e informática. Silicon Valley, por tanto, quedaba lejos de mí. Lo más cerca que estuve fue durante mi segundo año de formación, cuando conseguí el número dos en una convocatoria para ocupar una plaza en un programa de verano en Rolm (hasta tuve que buscar ese nombre en Google cuando me di cuenta de que no había vuelto a escucharlo). En cambio, terminé en Texas Instruments, e iba a Dallas cada verano. Mi siguiente etapa en la vida fue dejar Estados Unidos y estudiar diseño en Japón, aunque terminase volviendo al MIT.
Llegué a Silicon Valley para ver a algunos de los patrocinadores del Media Lab, pero finalmente empleé la mayor parte de mi tiempo entre diseñadores de Europa, Asia y Nueva York. Ahora, cuando estoy a punto de cumplir cincuenta años, lamento de veras no haber pasado más tiempo en California, algo que, de algún modo, trato de compensar poniendo allí muchas de mis energías.
Me enseñaron que somos capaces de aprender todo aquello que no sabemos. He leído innumerables páginas en Internet, he visto muchas horas de documentales y he conocido a un gran número de personas del ecosistema de Silicon Valley. Pero estoy seguro de que, si hubiera leído este libro que tengo en mis manos, podría haberme ahorrado mucho de ese tiempo para llegar a la misma conclusión: el diseño tuvo siempre un papel relevante en Silicon Valley, pero nadie llegó a comprender su verdadera importancia.
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