Lo llamaban “el excremento del Sol”; es muy amarillo, muy maravilloso, como brasa extendida, como oro fundido. Así parece que de aquí es tomado éste [el nombre] del “oro”. No viene de Dios [ jpalnemoani ]. Se dice de él que es el sol [ Tonatiuh ], por cierto aún no se conocía el único Dios [ jcel teutl ], el verdadero Dios [ nelli teutl ], porque muchos dioses eran venerados. Y sol era realmente el nombre de un dios [ teutl ]. “El dios está en medio”, se decía, “El dios se levanta; aquí está el dios; el dios se apoya en un lado; el dios entra…”.24
Ignoramos por qué Sahagún no consideró necesario traducir o comentar este fragmento en la parte española del Códice Florentino , tanto más que se trataba de la descripción de un término en el cual se utilizaba una nomenclatura divina, acerca de un material que suscitaba la codicia desenfrenada de sus paisanos —también es llamativa la ausencia de viñeta para representar el oro; en el caso de la teutetl , “piedra divina”, los tlacuiloque representaron a un diablo (o tal vez a una imagen de Huitzilopochtli con rasgos de diablo europeo) para expresar el vocablo téotl — ¿Vergüenza de fray Bernardino de Sahagún ante las consecuencias trágicas del apetito de los conquistadores por el oro? Sea como fuere, los colaboradores nahuas explican que el nombre teucuitlatl no está relacionado con el concepto de dios —que llaman Ipalnemoani , “Aquel por quien se vive”—, sino con el de sol, Tonatiuh, en tanto que al único dios, al verdadero dios — in jcel teutl, in nelli teutl — todavía no lo conocían y que muchos dioses ( mjequjntin teteu ) eran venerados. Además, al asumir que el término Ipalnemoani se aplicaba al dios cristiano, los colaboradores nahuas despojan de su sentido divino la palabra téotl aplicada al dios solar. En otras palabras, presentan esta apelación del sol como un simple fenómeno léxico, desprovisto de connotaciones sagradas.
Los esfuerzos de Sahagún para delimitar los significados de la palabra téotl se manifiestan también en el prólogo al Libro xi:
Será también esta obra muy oportuna para darlos a entender el valor de las criaturas, para que no las atribuyan divinidad; porque a cualquiera criatura que vían ser iminente en bien o en mal, la llamaban téutl; quiere decir “dios”. De manera que al Sol le llamaban téutl por su lindeza: al mar también por su grandeza y ferocidad. Y también a muchos de los animales los llamaban por este nombre por razón de su espantable disposición y braveza. Donde se infiere que este nombre téutl se toma en buena y en mala parte. Y mucho más se conoce esto cuando está en composición como en este nombre, teupiltzintli, “niño muy lindo”, teupiltontli, “muchacho muy travieso o malo”. Otros muchos vocablos se componen desta misma manera, de la significación de los cuales se puede conjeturar que este vocablo téutl quiere decir “cosa estremada en bien o en mal”.25
De esta manera, Bernardino de Sahagún documenta —y descalifica— los diversos elementos calificados de “divinos” por los nahuas, a los cuales añade también los reyes difuntos, los cuales “engañaban” a los indios para hacerse obedecer. A la vez, el franciscano —y con él otros religiosos— se apropiaron del término náhuatl téotl para designar al dios cristiano. Así, en los Coloquios de los doce , Sahagún explica —supuestamente en palabras de los 12 primeros franciscanos ante los sacerdotes nahuas atónitos— que los indios no conocían a Ipalnemoani, a Tloque Nahuaque, al verdadero Dios, al nelli téotl : “En verdad todos aquellos a los que habéis tenido por dioses, ninguno de ellos es Dios, ninguno es el Dador de la vida, porque todos son diablos”.26 Utilizando la misma nomenclatura que se aplicaba a la deidad suprema nahua y a Tezcatlipoca, los frailes asentarían que “el [Ipalnemoani, Tloque Nahuaque] es en verdad Dios ( Ca nel dios )”, es decir, ¡el dios de los conquistadores!
Ahora bien, las concepciones indígenas acerca de los dioses se reflejan sin duda en ciertos materiales en lengua náhuatl recopilados por el franciscano, por ejemplo, en los himnos sacros —que por cierto Sahagún no tradujo—, en rezos, así como en fragmentos diversos. Es de lamentar que el pequeño apartado “en donde se nombran los atributos de los dioses ( ypan moteneoa in tlein intech tlamjloya teteo )” de los Primeros Memoriales , no haya sido desarrollado en el Códice Florentino . Se trata de muy breves definiciones aplicadas a deidades; por ejemplo, acerca de Huitzilopochtli se dice “Nutre a la gente. Hace rica a la gente. Hace saludable a la gente. Hace reyes a la gente. Es colérico con la gente. Mata a la gente”.27 Lo cual corresponde muy bien a la visión dual, a la vez positiva y negativa que los antiguos mexicanos tenían de sus dioses (véase la figura 4).
Para otros númenes, aparecen frases simples como “Llueve. Truena. Golpea con el rayo ( Qujavy. Tlatlatzinja. Tlavitequj )” en el caso de Tláloc. Los demás dioses son designados con una sola palabra, “Sangre ( eztlj )” para Atlahua, “Adulterio ( tetlaximaliztlj )” para las Cihuateteo, “Fuego ( Tletl )” para Ixcozauhqui, “Pulque ( Octlj )” para ocho distintos dioses de esta bebida embriagante, etcétera.28 Se puede considerar que esta breve lista de atributos definía de alguna manera ya fuera la esencia o bien los rasgos más destacados que los nahuas atribuían a estos dioses. Otros comentarios revelan importantes concepciones indígenas como la identificación de deidades con elementos naturales definidos como esencia de sus propios cuerpos: el agua para Chalchiuhtlicue, el maíz para Chicomecóatl, la resina del pino para Tzapotlan tenan, etcétera.29 Las deidades eran también asociadas con pueblos o con categorías sociales específicas, por ejemplo, Macuilxóchitl y Xochipilli, ambos “señor de la gente de los palacios ( tecpantzinca inteuh )”, Opochtli, “dios de la gente del agua ( atlaca inteuh catca )”, Xipe Tótec, “dios de la gente de la costa, el propio dios de los zapotecos ( Anaoatl iteouh: tzapoteca in vel inteuh catca )”, Yacatecuhtli, “dios de los mercaderes ( Puchteca inteuh catca )”.30
Figura 4. Huitzilopochtli, “Colibrí Izquierdo”, era el dios tutelar de los mexicas ( Códice Florentino 1979: Lib. xiii, fol. 4 r).
Más allá de estos calificativos en los que se utiliza la palabra téotl , un estudio profundo de las concepciones indígenas de los dioses tendría que abarcar el análisis de otros términos nahuas relacionados, como ixiptla , “representante, imagen”; yohualli ehécatl , “viento nocturno”, que se vincula con la invisibilidad de los dioses; tetzáhuitl , “señal, augurio”, que califica a menudo a deidades como Huitzilopochtli y Tezcatlipoca; mahuíztic que expresa el temor y el respeto.
El tema de la divinización de los españoles adquiere otros significados a la luz de lo que acabamos de analizar respecto a las connotaciones de la palabra téotl . En efecto, los que consideran denigrante la idea según la cual los mesoamericanos divinizaron a los conquistadores, no tomaron en cuenta dos elementos: en primer lugar, que el campo semántico de la palabra téotl era muy amplio, como acabamos de ver; en segundo lugar, la percepción que los mesoamericanos tenían de sus dioses era muy diferente de la concepción cristiana de la deidad.
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