• Пожаловаться

Chaim Potok: El arpa de Davita

Здесь есть возможность читать онлайн «Chaim Potok: El arpa de Davita» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: unrecognised / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Chaim Potok El arpa de Davita

El arpa de Davita: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El arpa de Davita»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para Davita Chandal, crecer en Nueva York en las décadas de 1930 y 1940 es a la vez una experiencia de alegría indescriptible y de inconmensurable tristeza. Sus amorosos padres, ambos fervientes militantes comunistas, la contagian con el brillo feroz de la esperanza de un mundo nuevo y mejor. Pero las privaciones de la guerra y la Depresión se cobran su implacable peaje.Inesperadamente, Davita encuentra en la fe judía –que hace largo tiempo su madre ha abandonado- un consuelo a su inquisitivo dolor interno y una prueba para su incipiente espíritu de independencia. Para ella, las escurridizas posibilidades que la vida ofrece de felicidad, logros y decencia se convierten en algo real y reverberante como la música de la pequeña arpa que cuelga en su puerta y les da la bienvenida a los visitantes con sus tonos dulces y suaves. Potok ha abierto un nuevo claro en el bosque de la literatura estadounidense. A medida que Davita cobra vida, también lo hace el libro.Los campos de exterminio de Hitler, las tropas de Franco, la bomba atómica no pueden derrotar a los personajes de Potok, porque hay un lazo dulce y amoroso que une sus vidas, un lazo simbolizado por los suaves tonos de la pequeña arpa colocada en la puerta de cada uno de los departamentos en que Davita ha vivido. «Una gloria delicada infunde el mundo que esta gente ve cuando abren sus puertas y ventanas. El libro más valiente de Potok.» The New York Times Book Review

Chaim Potok: другие книги автора


Кто написал El arpa de Davita? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El arpa de Davita — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El arpa de Davita», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Una tarde, pocos días después de que mamá se enfermara, volví de la escuela al departamento. Cerré la puerta y me quedé quieta durante un momento, escuchando la música del arpa. De la cocina salió una mujer que nunca había visto antes. Quedé muy sorprendida.

–¡Hola! –dijo la mujer con una voz alegre–. Eres Ilana Davita. Soy tu tía Sara, la hermana de tu papá. Era hora de que nos conociéramos. Por Dios, eres hermosa. Deja tus libros y quítate el abrigo. ¿Qué tal un vaso de leche y unas galletitas?

La miré con recelo.

–¿Cómo entraste?

–Niña querida, tu padre me hizo entrar y luego se fue a trabajar.

–Papá no me dijo que venías

–Él nunca sabe cuándo vengo. Yo nunca sé cuándo vendré. ¡Pero aquí estoy! ¿Quieres la leche y las galletitas?

Era alta, esbelta y tenía los pechos chatos, la piel pálida, los ojos azules y unos dedos largos. Su cabello era corto, lacio y rubio. Tenía más o menos la edad de mi madre. Se instaló en nuestro departamento y se desplazaba de un lado a otro en uniforme de enfermera –delantal y cofia– y zapatillas, y hablaba en un tono de voz bajo y alegre. Tenía muchos de los rasgos y los gestos de mi padre: las comisuras de sus finos labios parecían dibujadas hacia arriba en una sonrisa perpetua, caminaba de una forma desgarbada, se dejaba caer en una silla y, recostándose hacia atrás, se relajaba profundamente. Pronunciaba las palabras como lo hacía mi papá. Había una pasión reprimida con cuidado en sus modos y una luz de ingenio en sus ojos, como la luz en los ojos de mi padre cuando escribía acerca de huelgas o hablaba sobre comunistas y fascistas.

Dormía en el sillón cama del living. Cocinaba, lavaba la ropa, barría y fregaba los pisos. Todas las mañanas se despertaba, se vestía y leía durante unos minutos un libro, pronunciando las palabras suavemente. Leía ese libro después de cada comida y antes de ir a dormir. A veces, cantaba canciones con palabras y melodías extrañas. «Canciones folclóricas inglesas −me decía en respuesta a mi pregunta−. Y canciones sobre Jesús. ¿No son hermosas?».

Pasaba mucho tiempo en la habitación con mi madre. Yo me preguntaba de qué hablarían. ¿Estaba mi madre en condiciones de hablar? No, decía mi tía. Mi madre sólo permanecía en la cama y miraba el techo o la foto de la playa y jugaba con su cabello. Sobre todo, dormía mucho. Mi tía se quedaba con ella para que mi madre recordara que había otra gente a su alrededor; es importante para todos saber siempre que no estamos solos, decía mi tía. Le pregunté qué hacía todo el tiempo que pasaba allí dentro. «Oh, me mantengo ocupada», dijo alegremente. Había mucho para hacer. «A veces, leo del Libro de los Salmos», dijo.

Yo no sabía qué era eso.

Al comienzo de la segunda semana de la enfermedad de mi madre, el diario envió a mi padre fuera de Nueva York. «Una huelga –dijo con su taza de café, tratando de que su voz sonara ligera–. Vuelvo en unos días, mi amor. Sé buena niña y obedece a tu tía Sara».

Ese domingo mi tía se despertó muy temprano –tal como lo había hecho el domingo anterior–, se puso un sombrero de lana verde y zapatos marrones de taco bajo y dejó el departamento. El arpa de la puerta me despertó. Mi tía estuvo fuera cerca de una hora. A su regreso, el arpa tocó su melodía. Yo estaba en la cocina comiendo cereales. El alegre rostro de mi tía estaba enrojecido por el frío, que yo podía oler desprendiéndose de su ropa.

–Un fantástico día de Maine –me dijo feliz–. Aire frío y limpio. ¿Tu madre duerme todavía? Bien. Niña querida, ¿por qué no nos preparamos un chocolate caliente? Espera que me saque estas ropas de domingo. ¿Alguna vez has ido a misa? ¿Y Navidad? ¿Celebran el nacimiento del Señor? No, supongo que no. Vuelvo enseguida.

Por la noche, ella me acostaba, apagaba la luz y me contaba extrañas historias en su voz ronca, expresiva y ligeramente nasal. Me habló sobre un peregrino llamado Smith y de una mujer india llamada Pocahontas. Me contó sobre la escritora George Sand. «Hace cien años, fue la mujer más famosa de Europa. ¿Estás dormida, Davita?». Yo no dormía. Me contó sobre las mujeres pioneras que dejaron sus cómodos hogares para ir al Oeste con sus hombres. «El Oeste era una tierra muy salvaje. Las mujeres se instalaban en casas que quedaban lejos unas de otras. Tierra yerma, sin árboles, vientos crueles. El sol quemaba en verano y la nieve caía sin parar en invierno. Así eran las praderas. Kilómetros y más kilómetros de un vacío imperturbable. ¿Puedes imaginártelo, Davita? Chatura y vacío a tu alrededor y, sobre tu cabeza, el inmenso cielo. Los hombres salían de caza, se iban a comerciar y estaban fuera durante semanas. Es terrible estar solo, terrible. ¿Qué piensas que hacían las mujeres en ese tiempo solitario? ¿Estás todavía despierta, Davita? ¿Estás escuchando? Usaban su imaginación. Así es, su imaginación».

Yo la escuchaba. En la fría oscuridad de mi cuarto, recostada en mi cama, escuchaba a mi tía Sara de Maine contarme esas historias sobre los colonos y los indios y las mujeres solitarias que usaban su imaginación para luchar contra su soledad. Mi madre nunca me contó historias como esas, sus historias eran sobre Polonia y Rusia y, a veces, sobre una bruja malvada llamada Baba Yaga. Escuchaba las historias de mi tía Sara y, en algunas ocasiones, veía a las mujeres dentro de mis ojos.

Una noche me contó sobre una de las mujeres pioneras que se acostaba entre las ovejas para sentirse acompañada. «¿Lo puedes imaginar, Davita? No había nadie alrededor en varios kilómetros a la redonda. Su marido estaba de viaje y ella estaba sola. ¡Qué horrible puede ser la soledad! Se acostó entre las ovejas, mirando hacia el cielo y sintiendo el calor de los animales. Hizo eso durante casi todo el invierno y la primavera. Sola en esa casa, en la vasta pradera, sola con las ovejas. Un día de primavera, comenzaron a subir las aguas del arroyo cercano a su casa. Ató los caballos y cruzó a todas las ovejas de una orilla a otra por esos remolinos de agua. El agua llegaba hasta el piso de la carreta. Ella estaba aterrorizada. Pero salvó a todas las ovejas».

¡Era una historia apasionante! Me gustaba esa historia. De un lado al otro del río embravecido para salvar las ovejas.

La tía Sara me contó muchas historias así durante las semanas que se quedó en nuestro departamento; anécdotas sobre mujeres que habían ayudado a fundar lugares con nombres como Kansas, Oklahoma, Montana, Wyoming, Arizona, Colorado; nombres con una resonante musicalidad que yo continuaría escuchando cada noche, luego de que ella pensara que me había quedado dormida y se fuera de mi cuarto.

Una noche le pregunté a qué se dedicaba. ¿Era periodista como papá? No, dijo. Era enfermera. «Una enfermera de la Iglesia y para nuestro señor Jesucristo».

No entendí a qué se refería.

Mi madre comenzó a caminar por el departamento, pálida y apesadumbrada. Era el comienzo de la primavera, la nieve había desaparecido de las calles.

Cuatro semanas después de haber llegado, mi tía preparó sus valijas. La observé. «Es hora de ir a casa –dijo enérgica y animadamente–. Hay tiempo para todo bajo el sol. Un tiempo para esto y un tiempo para aquello. Ahora es tiempo de volver a casa. ¿Dónde he puesto mis chinelas?».

Me quedé parada en la entrada con mis padres y la tía Sara. Ella se agachó para besar mi frente y sentí, en ese instante, su calidez, y estallé en lágrimas. «Sin lágrimas. A la tía Sara no le gustan las lágrimas. Un desperdicio. ¿Acaso las pioneras lloraban? No olvides mis historias, Davita».

Mi padre sacó su equipaje de la casa. El arpa tocó suavemente su dulce y sencilla melodía.

Luego, durante semanas, me desperté en medio de la noche pensando que mi tía Sara estaba en mi cuarto. Me quedaba acostada en la oscuridad y me imaginaba a mí misma escuchando sus historias. Algunos meses después de que mi tía se fuera, volvimos a mudarnos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El arpa de Davita»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El arpa de Davita» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El arpa de Davita»

Обсуждение, отзывы о книге «El arpa de Davita» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.