Luego de esto siempre se movilizó en tranvía, a los que solía ascender en plena carrera, costumbre que conservó hasta sus últimos años. Aseguran que no mucho antes de morir deslizó:
«Pasarán los días y no me encontrarán, nada más…».
Finalmente, abandonó para siempre su querida Córdoba una fría mañana de julio de 1963 cuando tendría 88 años.
Posteriormente, el famoso conjunto folclórico cordobés «LOS DEL SUQUIA» inmortalizarían el vals criollo «A JARDIN FLORIDO», obra de Raúl Montachinique, y que lo pinta en su más galante expresión.
Actualmente tres sitios recuerdan al entrañable personaje en la ciudad de Córdoba: Una placa de cerámica en la calle San Martín, otra en Antonio del Viso 738 (donde vivió junto con su compañera, Eduvije Guevara), y una mayólica en «su» esquina de 9 de Julio y Rivera Indarte, obra de Nélida Varaldi con versos de Noemí Pedernera.
A JARDÍN FLORIDO (CABALLERO DE LEY)
Vals
Letra y música: Raúl F. Montachini
Grabado por: Pablo Lozano, Los del Suquía, Los Sauzales…
Calle 9 de julio esquina Rivera Indarte,
corazón elegante de mi docta ciudad,
donde late la vida al compás de los gritos
de un lustrín y los versos de un cieguito cantor.
Con su paso altanero se acerca un viejecito
que guarda veinte abriles dentro del corazón.
¿Quién no lo conoce? Ahí va Jardín Florido,
en el ojal prendido su infaltable clavel.
El piropo elegante que el caballero brinda
a la cordobesita que acaba de pasar,
la niña se da vuelta y esboza una sonrisa
que es como una caricia para el galán de ley.
Pasaron muchos años y el centro de la docta
lo vió todos los días sus calles caminar
y se fue marchitando el clavel en su pecho,
a la Dama de Negro no pudo galantear.
Galantería fina, piropos respetuosos,
quedaron en el aire del centro cordobés
y un clavelito blanco se fue rumbo al olvido,
murió Jardín Florido, caballero de ley.
004. A los Chalchas
En 1948 tres guitarristas llamados Juan Carlos Saravia, su primo Aldo Saravia, Carlos Franco Sosa y el bombisto Víctor Zambrano formaron el que sería el grupo más famoso de la música sudamericana de todos los tiempos:«LOS CHALCHALEROS». Por él pasaron también el «Chango» Saravia Toledo, Ricardo Federico Dávalos, el malogrado Ernesto Cabeza, el bombisto Polo Román, Pancho Figueroa y Facundo Saravia. El primero y los tres últimos fueron los últimos componentes del grupo conocido popularmente como Los Chalchas. Los dos Saravias, el fundador del grupo, Juan Carlos, y su último componente, su hijo Facundo, se encargaron de dedicar este bello tema a todos y cada uno de los diez chalchaleros que integraron alguna vez este grupo, que ha sentado cátedra en la historia del folklore argentino.
A LOS CHALCHAS
Zamba
Letra: Juan Carlos Saravia
Música: Facundo Saravia
Grabado por: Los Chalchaleros
Canto que nace en mi Salta
con changos amigos en el Nacional.
Cocho y Pelusa en un dúo,
Aldo conmigo en la Vieja Rural.
Fuimos formando, fuimos creando
un canto del corazón.
Los Chalchaleros nacimos,
con un tarareo, murmullo y silbar.
Aldo Saravia nos deja
y el Chango que trae musicalidad.
Se fue Pelusa, ingresa Dicky
para empezar a volar.
Silencio tan musical
creado con timidez.
Fue su guitarra, que encendió el alma
y su nochera nos dio.
Y en ella te buscará,
Ernesto Cabeza, algún diapasón.
Pasan los años cantando,
nos deja Zambrano cansado de andar
y viene un cafayateño golpeando su bombo:
es Polo Román.
Para los Chalchas, que desde lejos
vibran con este cantar.
Como la tierra chaqueña,
arisca y gredosa, también musical,
sube a la rama del ceibo:
es Pancho que llega desde el Litoral.
Trae los acordes donde se esconde
un grito de sapucai.
Su sangre nos viene a dar:
canción y juventud.
De aquella rama que dio este tronco
nació este gajo cantor.
Por ser el hijo mayor,
Facundo Saravia, cantamos con vos.
005. A mi me dicen el chino
Quizás como premonición de lo que luego sería una de sus más fuertes pasiones: el campo, el Chino Martínez nació en Lobería el 8 de septiembre de 1945, en uno de esos viajes circunstanciales que hacían sus padres, radicados en realidad en el muy porteño barrio de Belgrano.
A los 16 años Chino Martínez desertó de la ciudad llevado por un irrefrenable amor a la pampa y comenzó a trabajar en una estancia aprendiendo todos los rudimentos del campo incluso la doma.
Allí también aprendió a pulsar la guitarra y a entonar las viejas y dulces tonadas sureñas. Sus maestros fueron los pobladores del lugar, los curtidos criollos.
Por ese entonces el Chino Martínez, no sospechaba que aquellas canciones que al atardecer entonaba en rueda de peones, llegarían un día a formar su personalidad profesional.
Sin embargo las milongas y los estilos sufrieron una breve interrupción. Por asuntos familiares el Chino Martínez debió abandonar las queridas llanuras pampeanas y volver a la ciudad, circunstancia esta que, en definitiva, lo llevó al camino artístico.
En efecto, como amigo primero y en seguida como intérprete comenzó a frecuentar la Peña de Hernán Figueroa Reyes. Más tarde fue contratado para intervenir en el Festival de Cosquín 1967 y comenzaron sus actuaciones en TV, radio y peñas. Esta actividad la alterno con sus escapadas al campo, sus partidas de polo como jugador profesional y de rugby, deporte en el cual ha sido también una figura popular.
Su actividad artística, comienza en la famosa peña de Hernán Figueroa Reyes, alternado con su actividad en el campo, por su habilidad de jinete, es seleccionado para el Festival de doma y folclore de Jesús María, Córdoba (Argentina).
Alternado en los fogones con sus canciones, lo llevan a cantar en el escenario mayor del festival, siendo una de sus revelaciones y contratado a participar en el festival de Cosquín, en 1967, donde ovacionado por el público, repite varias veces sus interpretaciones, consagrándose el año entrante.
De allí en más, su carrera fue intensa, giras por todo el territorio argentino, graba para la R.C.A Víctor, más tarde para C.B.S Columbia, llegando a participar en el II certamen de la canción en Montevideo ( Uruguay ) ganando el primero y segundo premio, con los temas La vuelta de Obligado y Nunca te dije nada ( como tema inédito ). De vuelta en su país, presenta en el festival de la canción Argentina su tema «Te quise prisionera», siendo uno de los finalistas, y consagrándose como cantautor. De allí en más, no solo la canción, si no también el cine y la televisión lo cuenta entre sus filas, junto al clan Stivel para televisión «Martín Fierro» con Federico Luppi,, En cine, la vida de «Juan Manuel de Rosas» dirigida por Manuel Antín y junto a Rodolfo Beban, obtiene las mejores críticas por su papel de «Juan Pueblo» al año siguiente, filma con Leo Fleider, «Embrujo de amor» junto a Sandro y la estrella española, Carmen Sevilla.
Vuelve a recorrer todo el territorio argentino, más de doscientos festivales junto a las principales figuras del folclore argentino.
En marzo de 1973, viaja a España, con gran elenco, Miguel Saravia, Robustiano Figueroa Reyes, Horacio Quiroga Mora y Los Chalchaleros, debutando en el teatro Español de Madrid, para después recorrer toda la península ibérica.
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