Mario Alvarez Quiroga, autor
A DON ATA
Chacarera
Letra: Mario Alvarez Quiroga
Música: Mario Alvarez Quiroga
Grabado por: Mario Alvarez Quiroga,
Horacio Guarany y Soledad, Soledad Pastorutti, Los Cantores de Quilla Huasi, Los Nocheros, Yamila Cafrune y Los Cantores de Quilla Huasi, Huella Pampa, Los de Salta…
Por el camino del indio el ánima de Don Ata.
En su alazán montado lo vio pasar la vidala.
El aire del cerro, las flores del valle.
Se le enriedan en el aire alla a Don Ata.
Una Luna Tucumana alumbra piedra y camino
y junto a la Pobrecita lo lloran montes y ríos
por Tafí del Valle, campos de Acheral
también por la Bomba e’ Lules, igual por Amaicha.
La criollita santiagueña para aliviarlo del frío
le teje un poncho pampa al Payador Perseguido.
Haya por Barranca, y por Salavina
La Humilde con la vidala le buscan guarida.
Ahí anda Don Atahualpa por los caminos del mundo.
Con una copla por lanza marcando los cuatro rumbos.
Que Dios lo bendiga, lo tenga en la gloria
por tanto recuerdos lindos y por su memoria.
Un arriero solitario pasó por Altamirano
con un silbo nostalgioso en busca de sus Hermanos
arriando su pena por no encontrarlo
se fue yendo despacito del pago entrerriano.
Se viene clariando el día por el Cerro Colorado
y en las espinas del churqui se estrella un rayo cortado.
Despierta La Añera, o la Guanchaqueña
San Francisco del Chañar, también Santa Elena.
Un aire de Buenos Aires le dio su canto del viento
Y se durmió en una huella en un estilo sin tiempo
Allá en Pergamino, tal vez Santa Rosa
lo llora toda la Pampa en una bordona.
Ahí anda Don Atahualpa por los caminos del mundo
con una copla por lanza marcando los cuatro rumbos.
Que Dios lo bendiga, lo tenga en la gloria
por tantos recuerdos lindos y por su memoria.
002. A Doña María Ríos
Esta zamba nace de la creación de dos grandes figuras salteñas: el poeta José Ríos (1923-2004) y el músico Marcos Tames (1917-1992), quienes registraron esta zamba en 1972, otra de las zambas que parecen que fueran hechas para ser cantada por «LOS CHALCHALEROS».
María Ríos nació en El Tala, el 8 de Octubre de 1907, se hizo conocida por en la zona por su destreza en los quehaceres del campo, actividades que desde niña aprendió de su padre y con las que supo salir adelante cuando éste falleció. Ruda mujer de campo, se mantuvo activa en sus labores y trabajos de campo hasta poco meses antes de morir en Junio de 1996. Esas habilidades y destrezas fueron la inspiración para que Marcos Thames y José Ríos, compusieran la zamba que posteriormente popularizara el referido conjunto salteño Fue nombrada madrina de distintos festivales folklóricos de la zona y entrevistada por los periodistas Mónica y César Mazzetti.
Sobre José Ríos, autor de la letra de esta zamba, decir que se trata de un poeta salteño de larga trayectoria. Escribió abundantes canciones, especialmente zambas, milongas y serenatas que le dieron justo renombre. Trabajó con grandes de la música salteña, de la talla de Eduardo Falú, el «Cuchi» Leguizamón, y los mismos Chalchaleros. Además de A DOÑA MARIA RIOS, sus composiciones más recordadas son probablemente «Zamba del carpintero» , «La Felipe Varela», «La buena moza» y «La Guitarra Perdida».
A DOÑA MARÍA RÍOS
Zamba
Letra: José Ríos
Música: Marcos Tames
Grabado por: Los Chalchaleros, Alma Salteña…
Paisana de verdad
curtida por el sol
mujeres de esa laya
no pienso que haya otra mejor.
Por estos pagos va
con ganas de bailar
en su caballo manso
hasta el remanso del carnaval.
Para usted
tengo en mi bandoneón
Doña María Ríos
el canto mío de corazón.
Ella sabe enlazar
en cualquier ocasión
y rejuntar la hacienda
poniendo rienda a su cimarrón.
Su sangre gaucha está
en cada amanecer
y por Ruiz de los LLanos
los tucumanos la suelen ver.
003. A jardín florido
Jardín Florido fue un piropeador respetuoso, excéntrico y —sin dudas— el más famoso que pisara alguna vez la ciudad argentina de Córdoba.
Fue dueño de frases bellas e inocentes —pero a la vez ingeniosas—, que engalanaron las calles de aquella tranquila Córdoba. Su nombre verdadero era Fernando Albiero Bertapelle y había nacido según algunos en Santa Fé, y según otros en Bassano de Grappa, Italia. Tampoco parecería no haber certeza sobre el año de su nacimiento que suele ubicarse en 1875.
Cuando Bertapelle se radica en la ciudad de Córdoba, rápidamente comienza a trabajar en diversos rubros llegando a ser mozo de las confiterías más elegantes del centro de la ciudad, en donde se destacaba siempre por sus «abarrocados» modales. Era un entusiasta hincha de Instituto. Hacia mediados de los años ’30 conoce al abogado y político conservador Aguirre Cámara, con quien traba amistad y consigue un puesto de camarero en uno de los puntos de reunión más exclusivos a los que acudía la aristocracia local: el Jockey Club.
Pero había un detalle que empezó a llamar la atención, era que cuando Bertapelle terminaba su trabajo y emprendía el regreso por la céntrica calle 9 de julio, lo hacía vistiendo frac, guantes, galera, un bastón rematado con una bola de billar de marfil a modo de empuñadura y un llamativo ramillete de flores que prendía de sus solapas. También se lo vio lucir trajes de impecable blanco, con flor y zapatos al tono o sombreros de safari o botas de explorador. Sus recorridos por las arterias del centro cordobés son los que le comenzaron a dar fama ya que cada vez que se cruzaba con una mujer, Bertapelle, mientras se quitaba su galera, no perdía ocasión de propinarle elegantes, exuberantes e ingeniosos piropos. Esta costumbre, el caballero, la repetía inexorablemente cualquiera fuese la edad o aspecto de la dama en cuestión.
«Nada mejor puede suceder en esta esquina: la lluvia y usted»
Le susurraba a la niña en 9 de Julio y Rivera Indarte. También podía escucharse en la esquina de San Martín y 25 de Mayo:
«En el mar de las veredas con ojos como los suyos, ¿quién podría salvarme?»
o
«Adiós rueda de auxilio para un corazón en llanta».
También dicen que con motivo de la llegada del voto femenino, en 1952, no se perdió de decir a una mujer que pasaba por allí ocasionalmente:
«Adiós, hermosa legisladora del mañana…».
La respuesta en todos los casos era una sonrisa de la dama galanteada. Luego de algún tiempo, y después de varios cambios de actividades, Jardín Florido comenzó a trabajar en la inmobiliaria Villalón, sita en la calle 25 de Mayo al 200, y próxima al Hotel Victoria. Allí hace muy buenos negocios, cuyos beneficios le permiten cumplir su sueño de adquirir un automóvil Packard similar al que usara el cantor Carlos Gardel. A éste coche es que le agrega sendos floreros en los costados, a los que nunca dejaba de mantener en forma.
Lamentablemente, hacia mediados de los ‘50 protagoniza un accidente producto de su particular afición, ya que mientras pasaba con su Packard por la esquina de Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, quiso saludar quitándose la galera y arrojándole una flor a una mujer que acertó a pasar por allí, motivo por el cual quitó las manos del volante, ocasionando que el vehículo perdiera el control y lastimara a tres jóvenes. De esta forma perdió el automóvil y su pequeña fortuna para poder cubrir las indemnizaciones correspondientes.
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