En relación con el abuso espiritual, el término se utiliza cada vez con más frecuencia. Se está empezando a entender de qué se trata, algunas políticas de prevención de la Iglesia mencionan esta forma de abuso, se están llevando a cabo conferencias que incluyen charlas sobre este tema, pero todavía hay mucho trabajo por hacer y muchos obstáculos que superar o repensar.
El elefante en la habitación
En unas vacaciones recientes –cuenta Lisa–, salí una noche con mi familia a tomar algo. Había una plaza en la que tocaban música en vivo, con mesas y sillas para sentarse y relajarse. También había un elefante de plástico gigante afuera de una tienda cercana. Mi yerno dijo, a modo de broma, que probablemente había llegado el momento de que “habláramos sobre el elefante en la habitación”.
Es muy importante ser abierto y honesto al comienzo de este libro, y aceptar que el abuso espiritual puede ser un verdadero elefante en la habitación. Nuestra más reciente encuesta muestra una considerable preocupación por explorar este tema y las posibles consecuencias para la Iglesia.
“Me preocupa que esto abra las puertas a acusaciones falsas de parte de algún miembro insatisfecho de una comunidad cristiana y que se desperdicie mucho tiempo, esfuerzo y dinero, y se empañen las vidas de buenos líderes en el proceso” ( O&H ).
Muchas de las respuestas que recibimos nos decían que había que hablar al respecto, pero teníamos que asegurarnos de tener mucho cuidado. “Este proyecto me pone nervioso” ( O&H ). Si bien volveremos a explorar estas preocupaciones con más detalle en el capítulo 2, queremos ser honestos y abiertos desde el principio: esta es un área desafiante y compleja que causa cierta ansiedad y preocupación. Una vez más, reiteramos nuestro deseo de explorar este tema, de hacer justicia a quienes lo han experimentado y de promover culturas sanas y seguras para el futuro.
“¡Si sigues haciendo lo que estás haciendo, nadie será capaz de liderar!” ( O&H )
Las culturas sanas incluyen líderes juiciosos que nutren y estimulan al resto. Un obstáculo –y uno de los mayores retos que se plantean al trabajar en esta área– es el posible impacto que podría tener en los líderes y en el liderazgo la discusión sobre el abuso espiritual. A menudo se plantea la preocupación de que, si discutimos temas de coerción y control, los líderes serán incapaces de dirigir eficazmente. Muchos han comentado que su trabajo ya es bastante difícil y que se les debe permitir ejercer autoridad. Otros han reflexionado sobre la posibilidad de que se hagan acusaciones falsas. Si bien nos parece importante abordar brevemente este tema al comienzo de este libro, habrá una reflexión más detallada al respecto en el capítulo 6.
“Mi preocupación principal son las acusaciones falsas contra líderes buenos y piadosos, que tal vez no han tomado precauciones para protegerse” ( O&H ).
Sin embargo, el mensaje más fuerte que recibimos fue que no dejáramos de hacer nuestro trabajo, pero que entendiéramos que los líderes también lo experimentan.
“El abuso espiritual también ocurre al revés, donde los líderes de las iglesias son abusados por su comunidad cristiana, son manipulados y son objeto de abuso verbal y chismes” ( O&H ).
“Creo que la gente asume que el abusador suele ser la persona con más poder, por ejemplo, el líder de la iglesia, pero creo que los líderes de la iglesia están sobreexigidos y, a menudo, no están protegidos de ser abusados por miembros de su iglesia” ( O&H ).
A lo largo de nuestra investigación, la gente nos pidió que consideráramos cómo podemos proteger y nutrir mejor a los líderes religiosos y ayudarlos a responder cuando experimentan actos de control no deseado. Queremos hacer una pausa y señalar que muchos de ellos son víctimas de este tipo de comportamiento y necesitan apoyo para enfrentarlo. De hecho, sería bueno para el liderazgo y la formación ministerial incluir estos temas.
Pero, para que haya equilibrio es importante entender que –como muestran los relatos– los que están al mando sí coaccionan y controlan a los demás.
“Esto pasa cuando el líder o los líderes principales de una iglesia operan con su propia autoridad mientras abusan y manipulan a la comunidad cristiana y empiezan a tomar el lugar de Dios en sus vidas” ( O&H ).
Muchas historias de abuso espiritual incluyen el papel del liderazgo o de un líder en su relato, y muchas de las respuestas a la encuesta se referían al control por parte ellos. Obviamente, puede ser más fácil controlar a los demás si tienes una posición de liderazgo, ya que podemos sentir que es más difícil cuestionar o argumentar en contra de las autoridades. Sin embargo, también hay muchos ejemplos de líderes que ejercen esta autoridad con cuidado, compasión y por el bien de sus seguidores. Allí donde la coerción y el control forman parte del patrón de comportamiento de un líder, hay razones que lo explican . A veces es simplemente un mal uso y abuso del poder y de la autoridad que va con el cargo. Y hay otros casos en los que el control coercitivo por parte de los líderes ha sido extremo y no puede ni debe ser justificado. Sin embargo, a veces debemos tratar de entender de dónde viene este comportamiento.
“El uso inapropiado del poder organizativo en un ambiente religioso: usar tu posición de poder espiritual para manipular a otros de formas que son inaceptables (y no cristianas)” ( O&H ).
En algunos casos, los líderes se sienten fuera de control, sin apoyo y no están realmente equipados para hacer las tareas que se les pide que lleven a cabo. Más tarde tendremos tiempo para considerar plenamente estas cuestiones, pero por ahora hay que reconocer que el liderazgo es difícil y a menudo ejercemos una enorme presión sobre los líderes para que sean “todo para todos”. Esto puede llevar a desarrollar formas de comportamiento poco sanas para hacer frente a las presiones y expectativas de los demás. Por ejemplo, a menudo colocamos a las personas en posiciones de liderazgo porque reconocemos que tienen talento para un grupo particular (por ejemplo, niños pequeños) o para un tema específico. Podemos nombrar líder de la pastoral juvenil a alguien que haya demostrado fortaleza para estar al lado de los jóvenes y apoyarlos. Promovemos a esa persona para que lidere el trabajo con jóvenes. Sin embargo, no le enseñamos a conducir a las personas batallar con las críticas, trabajar en equipo, etc., y presionamos al líder para que expanda y desarrolle el trabajo con jóvenes. Y luego nos sorprendemos cuando todo sale mal y la gente termina herida. Tenemos que trabajar para establecer cómo apoyamos y desarrollamos a los líderes en todos los niveles de las iglesias y organizaciones cristianas. Por otro lado, si los apoyamos y nutrimos, deberíamos sentirnos capaces de confrontar a aquellos que son controladores o coercitivos y abordar estos comportamientos por el daño que causan.
“¡No se trata solo de los líderes! ( O&H )
Para poder ofrecer una imagen completa del abuso espiritual necesitamos entender que cualquier persona puede controlar y coaccionar a otra. En el liderazgo, este control puede ser de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Una pareja poderosa en una comunidad cristiana puede controlar lo que pasa en la iglesia y coaccionar al líder. También puede ser de igual a igual. Por ejemplo, una persona que trabaja con niños puede coaccionar y controlar a su par.
La coerción a menudo se trata de dos cosas. En primer lugar, el contexto. En muchas iglesias u organizaciones cristianas, ciertos individuos pueden tener mayor estatus, ser más escuchados y tener más poder que otros. Esto puede estar relacionado con el cargo o el tiempo que llevan en una iglesia, qué tan activamente involucrados están o, incluso, con la cantidad de dinero que donan. Hay un sinfín de razones por las que algunas personas pueden ser escuchadas y ser capaces de controlar a otras, en particular si ocupan una posición de confianza y respeto.
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