La evocación en general y la evocación completamente ficcional y creativa se erigen, pues, como elementos básicos de la narración hagiográfica en Cunqueiro. Lo hagiográfico, además, ofrece narrativamente la posibilidad de visualizar un recurso muy interesante y productivo en la creación cunqueiriana: los juegos de referencialidades culturales que permiten vincular al lector a realidades diferentes a través del santo. Un ejemplo, también recurrente, es el caso del acercamiento al mundo irlandés que traen consigo casos como los de San Brandán o San Patricio. Lo santo, pues, se convierte en puerta de acceso hacia mitologías variadas, donde en cualquier caso lo maravilloso es tratado desde la cotidianeidad, tanto de la propia narración como de los contenidos de los milagros del propio santo. En buena medida, el milagro se convierte en el hilo conductor que introduce el componente mágico, irreal, en la realidad cotidiana de la narración, al igual que el elemento fantástico cotidianiza el ámbito de lo mitológico o la reflexión erudita. De hecho, el propio autor ofreció a lo largo de los años interesantes reflexiones sobre lo milagroso y el poder de la palabra:
«Soy un gran creador, un gran creador de milagros. Todos mis personajes están en el prodigio, como dentro de una redoma de cristal. Soy sorprendentemente creyente: incluso a veces ni yo mismo lo comprendo. Claro que yo no creo por las razones de teólogos ni por el argumento odontológico (sic) de algunos santos, y sobre todo creo en la oración. Es un poder inmenso. Parece que está demostrado que San Roque y San Jorge nunca existieron, pero sin embargo la gente les ha pedido ayuda y ellos se la han dado»51.
La principal evolución que a lo largo de los años podemos observar en la articulística hagiográfica de Cunqueiro es fundamentalmente un paso constante de la sacralización a la desacralización de los contenidos, que no sólo son tratados, como hemos señalado, como materia narrativa y por ende susceptible de ser complejizada y en absoluto inamovible. Cunqueiro irá introduciendo elementos amplios que en cierto sentido cambian los marcos convencionales del relato hagiográfico, precisamente por establecer una mayor libertad en su composición narrativa.
Podemos concluir que, en rigor, Cunqueiro trata lo hagiográfico como elemento cultural susceptible de ofrecer material para sucesivas narraciones basadas cada vez más en la creación libérrima. Los elementos ajenos a lo santoral, como la ironía y el humor, se completan con otros propios del realismo mágico como la ucronía. Un buen ejemplo de la capacidad cunqueiriana para establecer una unión, en el mismo marco espacial, es la unión en la ciudad de Lugo de San Froilán con Fernando Esquío, un trovador oriundo del mismo lugar cuatro siglos posterior al santo patrón. El paso del tiempo lleva a Cunqueiro a centrar la narración hagiográfica precisamente en su estatuto de narración, reducto literal de ficción, de re-creación constante y personal de un elemento concreto vinculado a lo santo: el milagro. Pero, en ese sentido, el juego que practica Cunqueiro es el de la variatio constante de contenidos, sean tradicionales, sean ficcionales —de creación propia—, bajo el protagonismo de un santo, entendido así en la misma cotidianeidad narrativa que otros personajes recurrentes de su mundo ficcional, como los ángeles, los demonios, los trasgos o las sirenas. Más que una actitud deformante, debemos considerarla una actitud profundamente literaria y literaturizadora de una realidad que concibe más y más, a medida que pasa el tiempo, como eminentemente cultural y que acaba igualando los diferentes repertorios eruditos, referenciales de los que parte para sus desarrollos narrativos.
La edición de esta antología ha seguido como principal criterio el del respeto filológico escrupuloso a los textos tal y como aparecieron publicados en prensa por el mismo Álvaro Cunqueiro. Sólo se han corregido las erratas detectadas y se ha unificado la ortografía siguiendo los criterios de edición de la Colección Obra Fundamental. Hemos optado por la ordenación cronológica de los diferentes artículos. Se ha buscado editar una mayoría de textos cuyo requisito principal, aparte de la afinidad temática, fuese su carácter de inéditos en libro. Aun así, un cierto número de textos relacionados más laxamente con la temática santoral, sobre todo anteriores a 1945, han tenido que quedar fuera de esta antología debido a una cuestión de espacio por exigencias de la colección. Con todo ello, esta selección ha buscado la representatividad de textos que fueran especialmente interesantes y que no hubieran sido publicados hasta el momento, al menos de manera accesible al gran público. En ese sentido, debe destacarse el interés que ofrecen los siete relatos aparecidos en 1946 en la revista Catolicismo , que hasta ahora eran completamente desconocidos y que ofrecen nuevas luces acerca de la evolución del tratamiento de la prosa de ficción cunqueiriana anterior a 1955. Aquellos textos donde lo hagiográfico ocupa un papel menor han sido por lo general omitidos, al igual que otros artículos que Cunqueiro casi reprodujo literalmente en diferentes publicaciones como Destino . En cualquier caso, debemos señalar que no nos ha movido la pretensión de exhaustividad, sino la de representatividad, para ofrecer una panorámica sobre un tema relevante, distintivo y enormemente funcional en la obra del mindoniense, ampliamente cultivada por parte del autor en géneros variados, del que la articulística es únicamente un jalón más en su prodigioso mundo poético y literario.
Un trabajo como este no habría podido llevarse a cabo sin la ayuda de muchas personas que, de muy variadas maneras, hicieron posible su buen término. En primer lugar, mi más profundo agradecimiento a la bonhomía y generosidad de César Cunqueiro y, con él, de Víctor Freixanes y la editorial Galaxia. Ana Bande, de las bibliotecas de la Universidad de Vigo, me guio con rapidez en la localización de una publicación tan poco usual como Catolicismo , facilitándome su consulta y reproducción. Lorena Gómez me ayudó enormemente en la Hemeroteca de la Universidad de Santiago. Con ella, el personal de dicha sección volcó toda su profesionalidad y amabilidad, que hicieron más llevaderas las largas horas de consulta de fondos. Daniel Buján, director de la Biblioteca de Galicia, me asesoró con todo su gran saber sobre los ilustradores de Cunqueiro y me guio por los vericuetos de las diferentes prensas y talleres de publicación de Catolicismo . Quiero agradecer de modo particular la valiosísima ayuda de María Pilar Fernández Ruiz, de la Biblioteca Nodal de Pontevedra, quien me proporcionó reproducciones de artículos de Faro de Vigo con una eficacia y buen hacer absolutamente impagables, al igual que Ana Barbazán, de la Biblioteca del Museo de Pontevedra. El personal de la Biblioteca de Galicia fue no sólo profesional más allá de lo imaginable, sino entusiasta con el proyecto de la antología, en la revisión, muchas veces enormemente ardua, y en la búsqueda de ejemplares hemerográficos problemáticos, como los relacionados con Misión y otras publicaciones de la época. Por ello mi agradecimiento más cariñoso y especial a Ana Buján, Susana Fernández, Helena Verdía, Charo Crespo y Marisa Rúa, quien estuvo al pie del teléfono y del correo electrónico de una manera maravillosa. El profesor Xesús Alonso Montero asesoró mis dudas sobre la etapa vital cunqueiriana posterior a la retirada de su carnet de periodista. Dolores Vilavedra iluminó considerables aspectos académicos y mostró su apoyo al proyecto y un entusiasmo espléndido por el descubrimiento y publicación de los relatos de Catolicismo . Mi agradecimiento especial a la amistad de Henrique Monteagudo, director más que comprensivo en este periplo. Anna Font, sensible, eficaz, inteligente y gran amiga, fue mi conexión catalana para la bibliografía específica sobre Cunqueiro y sus lazos con la articulística de Eugenio d’Ors. Ana Belén Martínez Delgado leyó el manuscrito y realizó acertadas correcciones sobre él, al igual que Martín Llade, cuya selección musical y su profunda amistad han ido acompañando la composición de la obra de principio a fin. Hay más personas que han estado apoyando este trabajo desde múltiples ópticas, como mi familia y amigos y el cariño de Marga Corral y de Sor María de los Ángeles. Pero por encima de todo, en toda esta labor tiene una parte fundamental y absolutamente plena mi esposa Ana Isabel Mateos Vara, quien colaboró mano a mano, su mirada más aguda que la mía, en la colación de casi medio siglo de periódicos y publicaciones. Miles de páginas fueron enriquecidas por su alegría, su ánimo y su amor en cada palabra. Sin ella no habría sido posible, en modo alguno, que este libro viera la luz.
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