La fama de Cunqueiro como escritor se afianza a lo largo de esta década, al cultivar en mayor medida géneros populares como la literatura de viajes —que inició en 1957 con el encargo oficial por parte del Ayuntamiento de Vigo del libro Vigo, puerta del Atlántico — y, sobre todo, por sus ensayos gastronómicos, en solitario o compuestos a la par con su íntimo amigo y director de El Pueblo Gallego José María Castroviejo, Teatro venatorio y coquinario gallego (1958), o su enormemente exitoso Viaje por los montes y chimeneas de Galicia. Caza y cocinas gallegas (1962). La eficaz combinación de estilo culto y al mismo tiempo ligero, salpicado de anécdotas eruditas, será ideal para dignificar libros que superan el ámbito de la estampa turística, odepórica o gastronómica, y que con la pluma de Cunqueiro cobran un especial valor literario. Es perceptible en el encargo que en 1962 le realiza la editora Publicaciones Españolas del libro Rutas de España: La Coruña, Lugo, Orense y Santiago , o el más curioso Pesca y conservas. Itinerarios turístico-gastronómicos de la provincia de Pontevedra (1964), así como obras como El Camino de Santiago (1965), fruto de un largo reportaje que llevó a cabo junto al excelente fotógrafo de Faro de Vigo Magar. En el mismo estilo deben enclavarse sus guías para la editorial leonesa Everest: Lugo (1968) o Vigo y su ría (1971). Es cierto, como ha señalado Manuel Forcadela43, que sobre todo en los setenta el volumen de la obra en gallego de Cunqueiro es más reducido frente a sus publicaciones en castellano, y en el caso de la prosa, resultado en buena medida de autotraducciones versionadas a partir de obras anteriores, en particular los artículos pertenecientes a la sección «El envés», de Faro de Vigo. Es el caso de Xente de aquí e acolá (1971) y Os outros feirantes (1979). Debe destacarse, no obstante, la excelente calidad literaria de los artículos y semblanzas que fue publicando en prensa, en una continuidad que muestra que las fronteras de géneros se diluyen en su creatividad hasta formar, como ha sido señalado, un completo y complejo macrotexto44. La publicación de estas obras consigue acercar todavía más a Cunqueiro al mayor público de literatura gallega que trae consigo la década de los setenta y mantener vigente su excepcional calidad narrativa en un momento en que empiezan a despuntar nuevos y excelentes autores jóvenes como Méndez Ferrín, Carlos Casares o Víctor Freixanes.
Cunqueiro continúa en la década de los setenta publicando novela en castellano, pero también, a medida que pasan los años, en menor volumen, fruto, posiblemente, de haber abandonado la dirección de Faro de Vigo y retomar la actividad periodística por libre, en publicaciones tan amplias y diferentes como Sábado Gráfico , Destino , El Noticiero Universal , hasta la erótica Bazaar . Aun así, estos años ven el triunfo y la brillante repercusión que tuvo su obtención del Premio Nadal de 1969 por Un hombre que se parecía a Orestes (1969), y la aparición en la editorial Destino de sus espléndidas dos últimas novelas, Vida y fugas de Fanto Fantini della Gherardesca (1972) y El año del cometa con la batalla de los cuatro reyes (1974). Cunqueiro, además, sigue atendiendo a una escritura que sería injusto calificar únicamente de profesional: su estatuto literario atravesaba géneros y enriquecía obras como los ensayos gastronómicos y odepóricos que tanta fama le habían deparado en la década anterior, como en los títulos escritos para la editorial Everest Rías Bajas gallegas (1971). En ese sentido, deben ponerse de relieve las tres recopilaciones de sus publicaciones en Faro de Vigo, que vieron la luz en la barcelonesa editorial Táber. El envés (1969), Laberinto y Cía (1970) y El descanso del camellero (1970) revelaban literariamente su dominio del texto breve y ponían a disposición del público español buena parte de su espléndida obra articulística publicada en el restringido ámbito del Faro de Vigo.
En la misma línea de textos de gran difusión y calidad pareja debe considerarse A cociña galega (1973), un texto que tenía escrito en gran parte desde principios de los cincuenta, y que a la postre será su obra más vendida tanto en gallego como en su versión castellana, que desde 1982 ha sido constantemente reeditada. Álvaro Cunqueiro aparece nuevamente como escritor dual entre lo popular y lo cultista, entre la literatura compleja y la ligereza ensayística, pero en realidad la principal característica que alientan los textos cunqueirianos es su cualidad de ser entre ellos verdaderos vasos comunicantes temática y estilísticamente, una obra que salía, literalmente, de su inmensa erudición y de sus relaciones culturales y de amistad a lo largo de los años con escritores y bibliófilos variadísimos. Sin embargo, es cierto que esa faceta pública y popular aumenta a medida que pasan los años, al ser vinculado en general a una imagen simplificada de gourmand , que llega a manifestarse en curiosos aspectos como la campaña publicitaria en la que fue imagen del Ribeiro Pazo en las páginas de diferentes diarios gallegos, fundamentalmente en el propio Faro de Vigo.
Cunqueiro continúa escribiendo excelentes textos a caballo entre el relato y la glosa histórica ficticia habitual en algunos de sus artículos de prensa, como su Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderos , así como la traducción de Xente de aquí e acolá ( La otra gente , 1975). Las ya citadas novelas de esta época presentan en cambio, mayor complejidad estructural, dentro de una disolución del género absolutamente característica y personal y propia de su evolución literaria. En ellas la ficción se diluye o se distorsiona en contenidos y estructuras, y, al tiempo, alcanza cotas de abstracción, mezcla temporal y culturalismo real o ficticio —rasgo fundamental y relevante para entender la obra de Cunqueiro— que las dotan de una enorme complejidad y personalidad en el panorama de una novelística castellana que estaba afrontando diferentes espectros de renovación y que conectaba, además, con los logros de autores europeos o hispanoamericanos como Calvino o Borges. En su prosa, Cunqueiro plantea de forma compleja el conflicto entre la realidad y la ficción, rematando siempre con la asunción de la realidad en un proceso que lleva consigo la destrucción de los sueños y, por ende, de la propia vida.
Es una paradoja, en cierto sentido, que, pese a componer buena parte de su obra en lengua gallega entre los años treinta y principios de los sesenta, sea posteriormente, a partir de la muerte de Franco, cuando el carácter de escritor canónico de Álvaro Cunqueiro dentro del sistema cultural y literario gallego se acreciente enormemente. Debe destacarse, no obstante, que en buena medida fue difuminándose la oposición de los mencionados sectores intelectuales críticos que preconizaban una literatura sociopolítica de compromiso, y que, a la postre, manifestaban una radical división entre la alta burguesía cultural heredera del galleguismo cultural del Grupo Nós y los nuevos sectores políticos nacionalistas de izquierdas vinculados al marxismo. Si la canonización de Ferreiro motivó un cierto relegamiento en la consideración literaria de Cunqueiro en parte de la década de los sesenta y los setenta, esta recuperará, en el plano estético, la figura del autor mindoniense, con la reivindicación tácita que la obra poética de Méndez Ferrín realiza de su figura en Con pólvora y magnolias (1976), al tiempo que el tránsito de Celso Emilio Ferreiro hacia un mayor esteticismo suaviza las cargas sociopolíticas de la poesía en lengua gallega en obras como Onde o mundo se chama Celanova (1975) y sus enconados ataques anteriores. A ello se unió el inicio de la publicación de sus obras completas por la editorial Galaxia y la aparición póstuma de su poemario Herba de aquí ou acolá (1988), que mostraba una profundización y maestría que señalaría un hito en la creación poética del autor y en el sistema literario gallego.
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