Continuaremos en el Capítulo II con la búsqueda del elemento dinámico en la configuración de la substancia física. Para ello, ahondaremos en la noción de ‘potencia’ y sus múltiples sentidos, que nos permitirán comprender la profundidad con que las modalidades metafísicas se encuentran presentes en el pensamiento del Doctor Sutil. La primera cuestión que se plantea es la distinción entre potencia lógica y metafísica. La primera se extiende hacia todo lo que se puede comprender sin contradicción, se conecta con el ámbito de la posibilidad y origina la controversia de si ella depende o no de la esencia divina. La potencia metafísica se describe en relación al campo de lo extramental, y según su sentido propio, como opuesta al acto según una mirada estática. Por otro lado, Escoto diferencia la potencia metafísica en cuanto es entendida como un principio, ya sea pasivo o activo. Será relevante para nuestro estudio la última de ellas, como fundamento por el cual un ente es capaz de desplegar sus actividades. Veremos que el Doctor Sutil realiza una particular interpretación de las potencias racionales e irracionales aristotélicas, lo que le permitirá diferenciar a la voluntad de cualquier otro principio activo. Esta original reformulación, planteará el dilema de cómo entender la libertad con la que actúa toda voluntad, ya sea divina o humana. Otra cuestión consiste en poder argumentar a favor de la actividad libre como un movimiento de autodeterminación, o como lo explica muchas veces Escoto, un automovimiento. Un desafío que se le presenta aquí radica en no desconectar absolutamente la voluntad del intelecto, algo ante lo que el Doctor Sutil está alerta y le lleva a dar una respuesta particular, según veremos. También deberá compaginar el aspecto metafísico de la libertad con el ético, es decir, una explicación de cómo puede la voluntad ser libre, pero a su vez actuar persiguiendo el bien como su fin propio. Según hemos indicado, el tema de los principios activos está estrechamente vinculado con el desarrollo de las modalidades metafísicas. Tal es así, que Duns Escoto deberá diferenciar la necesidad y la contingencia según el modo de ser y de obrar, tanto en las creaturas como en el creador. De allí podremos ver mejor aún la relación que se da en el mundo físico entre el ámbito ontológico y el causal.
El tema central del Capítulo III será el orden causal según la visión de Duns Escoto. Abordaremos esta cuestión desde el marco del orden esencial, que se divide en orden de eminencia y orden de dependencia, el cual, a su vez, se subdivide según esa dependencia se de entre causa y efecto o entre diferentes efectos que poseen una causa remota en común. Una primera dificultad a resolver apunta hacia la teoría de las relaciones, porque el orden es una especie de relación. Por tanto, deberemos esclarecer los diferentes tipos y sus características, tarea que nos ayudará también en la descripción de la coordinación causal. De la misma manera, veremos que para el Doctor Sutil el orden implica cierta anterioridad y posterioridad de naturaleza entre partes, lo que nos llevará a profundizar en su teoría de los trascendentales disyuntivos. Avanzando en la línea del orden de dependencia causal, Escoto busca diferenciar la subordinación causal de la conjunción esencial de causas. Tendremos oportunidad de seguir los ejemplos que nos ofrece, para darnos cuenta del minucioso estudio que formula sobre los diferentes modos en que dos o más causas pueden influir en la producción de un efecto. Las cuestiones que se presentan frente a esta temática, buscan determinar si el agente es propiamente activo, si recibe la causalidad o el poder causal de otra causa, si tiene una incidencia directa o mediata en el efecto, entre otras, que requerirán encontrar el sentido en que se dice que una causa actúa de manera principal y otra de manera secundaria o como causa segunda. Las diferentes coordinaciones entre causas desafiarán la idea de ‘unidad’, que el Doctor Sutil deberá ampliar y conectar con la noción de orden. Otra cuestión, que también plantearemos, versará sobre las relaciones entre las causas extrínsecas e intrínsecas. Particularmente, nos interesará determinar la prioridad entre la causa eficiente y la final, ya que algunos intérpretes parten de aquí para justificar un voluntarismo arbitrario en el pensamiento de Escoto.
Una vez expuesto el cuadro general de la causalidad, el Capítulo IV será la ocasión propicia para plantear el funcionamiento de las causas específicamente en el mundo físico. A partir de esta cuestión se desprenden tres dificultades a contemplar con detalle. En primer lugar, su vinculación con la omnipotencia divina. Desde una mirada superficial, puede parecer extraño comenzar por el orden divino, pero estudiando el contexto histórico se comprenderá que es un paso fundamental. En efecto, el desarrollo del pensamiento de Escoto está relacionado fuertemente con el ambiente académico de su época, en el cual destaca la famosa condena de 1277 establecida por el obispo de París. Este hecho permitió un desarrollo amplio de la contingencia como respuesta al necesitarismo filosófico de corte averroista. En este sentido, será determinante abordar qué conocimiento de la omnipotencia divina podemos tener y establecer el sentido en que el Doctor Sutil utiliza la distinción entre potentia ordinata y potentia absoluta, en su relación con la actividad divina ad extra, especialmente hacia las causas segundas. Luego, profundizaremos en la categoría ‘acción’, para comprender cómo se despliega la causalidad propia de los seres físicos, qué implica su modo de actuar según ‘naturaleza’, cómo les afectan los impedimentos extrínsecos y la unidad que todos ellos poseen formando un solo universo. La tercera cuestión abordará el conocimiento experiencial que podemos tener del mundo creado. El problema radica en que la omnipotencia divina y su posibilidad de actuar impidiendo las causalidades propias de los seres físicos, podría generar la falta de certeza humana sobre la actividad concreta de una naturaleza específica, y así desencadenar un cierto escepticismo.
En el Capítulo V tendremos la oportunidad de estudiar la causalidad y su vinculación con la contingencia. Duns Escoto explica su posición indicando, en primer término cuál es el origen de la contingencia, para luego elaborar una doctrina sobre la actividad libre de la voluntad en la que sobresale como característica primordial lo que actualmente conocemos como ‘contingencia sincrónica de voliciones’. En este camino, surgirán algunos interrogantes importantes, como justificar el paso de la experiencia que poseemos sobre la contingencia hacia la actividad de la voluntad divina como su fuente. Además, el Doctor Sutil deberá explicar cómo conoce el intelecto divino de manera inmutable y perfecta aquello que de suyo es contingente. Otra cuestión, más compleja aún, consistirá en detallar por qué la contingencia sincrónica no atenta contra el principio de no contradicción, lo que requiere de una explicación lógica además de metafísica. Seguiremos a continuación, dos líneas de planteos, una acerca de la contingencia ontológica y su incidencia en la configuración del mundo creado, la otra sobre el modo en que la causalidad contingente afecta a los seres físicos. La primera requerirá redimensionar las relaciones de creación y conservación de las creaturas hacia el creador. Por otro lado, Duns Escoto le dedicará un esfuerzo significativo a la explicación de la sentencia aristotélica ‘todo lo que es, cuando es, es necesario que sea’, para no caer en la necesidad ontológica de los acontecimientos presentes. Nuevamente, deberemos preguntarnos por la explicación lógico-modal de tal proposición, junto con el aspecto ontológico. El segundo planteo tendrá como problema central evitar caer en las posturas extremas del ocasionalismo y el conservacionismo, como consecuencia de introducir la contingencia en la actividad de los seres físicos, en pos de una fundamentación adecuada de la concurrencia entre la causa primera y las segundas.
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