Flora Thompson - Heatherley

Здесь есть возможность читать онлайн «Flora Thompson - Heatherley» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Heatherley: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Heatherley»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una cálida tarde de las postrimerías del siglo pasado, una muchacha de unos veinte años atravesaba los límites de Hampshire desde uno de sus condados limítrofes. Llevaba un vestido de lana de color marrón y un gorro de piel de castor adornado con dos pequeñas plumas de avestruz colocadas a ambos lados de su cabeza como signos de interrogación. Esa muchacha es Flora Thompson, alias Laura, y el pueblo en cuestión, Grayshott, donde Flora se estableció en 1898 como encargada de la oficina de correos. Un nuevo capítulo en la vida de esta maravillosa mujer, siempre dispuesta a contarnos, con una reconfortante serenidad, su entorno natural y sus gentes, pero también las diferencias de clase, los prejuicios contra las mujeres o los modernos «bohemios» del momento en un mundo rural cambiante que las nuevas cámaras Kodak empezaban a fotografiar para la posteridad.

Heatherley — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Heatherley», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando los enfermos más pobres tenían que ir al hospital no podían contar con que los llevaran ambulancias de silenciosos y potentes motores. Viajaban, a menudo sentados, en cualquier vehículo de tiro disponible. No había autobuses motorizados para transportar a la gente durante sus vacaciones o para ir a hacer la compra al pueblo más cercano. En Heatherley ni siquiera los había tirados por caballos. Los más pobres iban a pie a todas partes y los más ricos lo hacían en carro, en calesa, en carruaje o en coche de institutriz.

Las carreteras rurales aún no habían sido asfaltadas, sino que estaban a merced del polvo y el barro dependiendo del día o de la estación del año. En verano, con tiempo seco, cada vehículo que transitaba por ellos se veía obligado a atravesar una densa nube de polvo blanco. Aunque nadie parecía darse cuenta ni se quejaba de ello. Al contrario, se sentían afortunados por disponer de lo que consideraban buenas y modernas carreteras en lugar de los antiguos caminos de carros.

Al terminar el siglo, en partes relativamente modernizadas del país como el municipio al que pertenecía Heatherley, había poca conciencia de clase. Exceptuando las zonas rurales más remotas, parecía haber llegado a su fin la época en que todo miembro de una comunidad —hombre o mujer— conocía su lugar en la escala social, que estaba además perfectamente definido. Laura recordaba alguna de las historias que solía contarle al respecto la ingeniosa patrona de sus tiempos de aprendiz. Un sastre retirado que llevaba un par de años viviendo en el pueblo después de mudarse desde una ciudad había sido invitado a la casa del hacendado para conocer su colección de monedas, por la que había mostrado interés.

—Oh, pero ese lugar es enorme —había comentado mientras conversaba con la señorita Lane—. Llevo toda la mañana preguntándome por qué puerta debo entrar.

La señorita Lane lo había mirado de arriba abajo con aire meditabundo antes de preguntar:

—¿Qué le regala el hacendado por Navidad, faisanes o conejos?

—Oh, conejos —había respondido el hombre, visiblemente sorprendido por la pregunta—. Y es muy amable de su parte, siendo yo un recién llegado.

—Entonces —respondió la directora de correos como quien dicta sentencia— debería usted entrar por la puerta lateral.

Al parecer, un regalo de caza implicaba igualdad social, que no financiera, lo que permitía al beneficiario del mismo ascender los escalones del pórtico, llamar al timbre y ser acompañado hasta el salón principal por un criado con librea. Los conejos, por otra parte, no solo servían para elaborar pastel de carne, también indicaban un lugar intermedio en la escala social. Si los invitados que entraban por la puerta lateral disfrutaban de algún refrigerio en casa del hacendado, por lo general lo hacían en la sala del ama de llaves o en la alacena del mayordomo. No obstante, aún había otra subdivisión en dicha clase y el maestro de la escuela, el director de correos o un granjero arrendatario también podían tomar el té servido especialmente en la biblioteca en la exclusiva compañía del señor de la casa. De ahí que posiblemente, ya que el señor Purvis había mostrado interés por la colección de monedas del hacendado, si iba correctamente vestido y disimulaba su acento también tendría ocasión de disfrutar de dichos honores.

Los ciudadanos corrientes que recibían latas de sopa como muestra de generosidad debían dirigirse a la puerta trasera y, una vez llevada a cabo dicha transacción, se les obsequiaba, según su sexo, con una jarra de cerveza y lo que se conocía como «un tentempié» en el quicio de la puerta, o con una taza de té en la sala del servicio. Ninguno de los que pertenecían a los dos estratos más bajos veía nada denigrante en esta división, y de haberles preguntado al respecto muchos habrían respondido que preferían que las cosas fueran de ese modo, pues se sentían «más cómodos». Además, la comida y bebida eran buenas, aunque el espíritu democrático todavía brillara por su ausencia.

Sin embargo, los tiempos y las ideas estaban cambiando. Las personas que Laura había llegado a conocer mejor tras un tiempo en Heatherley consideraban a sus vecinos más ricos como clientes, potenciales clientes o simplemente como personas más ricas que vivían cerca de su casa. Los más pobres que ellos eran gente que solía alegrarse ante la posibilidad de ganar un chelín o dos cuando tenían algún encargo que hacerles. El término «caballero» solía definir a aquellos que podían y estaban dispuestos a pagar lo que debían, pues gozaban de medios para hacerlo holgadamente, y por extensión también a los que podían y estaban dispuestos a hacer lo mismo con tal de que nadie les hiciera sentirse inferiores. Los pobres todavía hablaban a veces de «la nobleza», pero al no tener ya nada que esperar o temer de dicha clase sentían poco o ningún interés por lo que hacían. Tampoco había aún indicios explícitos de hostilidad entre clases. Cada una de ellas se limitaba a mantenerse en su parcela como si unos y otros fueran nativos o habitantes de países distintos. El antiguo orden, con sus prejuicios sociales y su presunción de superioridad por un lado y la habitual autodegradación por el otro se había desmoronado, pero con él había desaparecido también la antigua hospitalidad y el cálido y humano sentimiento que hermanaba a unos hombres con otros como si fueran miembros de un mismo cuerpo. Se estaban formando otras agrupaciones y combinaciones que en un futuro próximo representarían dicho sentimiento de unidad, pero aún contaban con pocos adeptos. La mayoría seguían luchando a solas sin esperar ni desear otra cosa que lo que ellos mismos pudieran conseguir con su propio esfuerzo. El conocimiento se difundía con mayor facilidad, aunque no por ello la gente parecía más sabia. Y un nuevo sentimiento de independencia abocado a fortalecer la dignidad humana crecía en los corazones de hombres y mujeres. El viejo orden social había caído y, aunque pocos de los que vivían entonces se daban cuenta, el largo y doloroso proceso de construir uno nuevo estaba comenzando. De las brutales tribulaciones que tanto ellos como sus hijos tendrían que soportar antes de que dicho proceso se completara, los hombres y mujeres de aquel tiempo eran todavía felizmente inconscientes.

Конец ознакомительного фрагмента.

Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Heatherley»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Heatherley» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Heatherley»

Обсуждение, отзывы о книге «Heatherley» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x