Carlos Lazcano Sahagún - Kino en California

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Cuando Kino conoció California, quedó prendado de esta gran región y sus grupos indígenas. A pesar de que ya no regresó a ella, nunca la olvidó. A lo largo de sus cartas, informes y de su famoso Favores Celestiales, Kino la menciona constantemente. Todos sus proyectos y su presencia misma en Sonora, estuvieron en función de California. Sin su apoyo, el proyecto evangelizador de Juan María Salvatierra se hubiera sumado a la larga lista de fracasos por establecer esta provincia. Es así que sin Kino no se explica California, y sin California no se explica la Pimería. Este libro nos transmite esa excepcional y apasionante relación entre Kino y California, de la cual nació lo que hoy son los estados de Baja California Sur y Baja California. (ITESO) (ITESO Universidad).

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7 de abril

El día 7 de abril dije la primera Misa en tierras de California. Las demás, las celebré cada día en el navío, todo el tiempo de la navegación, solo una impidieron los vientos turbulentos. En cambio en tierra, aunque el año pasado recorrí casi 800 leguas de varios caminos terrestres, solo dejé de celebrar dos misas, los dos días en que no hubo acompañante. Mientras estaba yo demasiado ocupado en erigir el altar portátil, y los soldados ocupados en talar los árboles para la capillita y la fortaleza militar, los centinelas avisaron que a través del cercano bosque venían muchos indios con gritos hostiles. En consecuencia, por órdenes del Sr. General todos se volvieron a las armas y pensaban que quizás venía un gran ejército de Californios, con gran cantidad de armas. Poco después aparecieron 35 Indios, todos portadores de armas grandes, a saber, arcos y flechas largas, con grandes voces y gritos repitiendo aurú, aurú, esto es: fuera, fuera, o retírense de aquí de nuestras tierras. Pero nosotros, sobre todo los Padres de la Compañía, avanzamos al frente de ellos y de la forma más amistosa, les ofrecimos varios regalillos comestibles, y aunque al principio nada querían recibir de nuestras manos, sino que fue necesario dejarlos en el suelo, para que de ahí los pudieran recoger, poco después admitían todo de nuestras manos. Mientras les mostrara yo la sagrada imagen metálica de Cristo pendiente de la cruz, y con señas más que con palabras les explicáramos algo de la eterna felicidad y salvación de las almas, con ningún razonamiento pudimos comunicarles sino alguna mínima noticia o conocimiento de los divinos Misterios. Lo que después pidieron, bastante tiempo después, con una palabra de su lengua: aini, esto es: agua para beber, con facilidad lo obtuvieron del magnífico pozo que habíamos excavado, llenísimo de agua de inmejorable calidad y abundancia. Además, por esta causa nos los volvimos tan amigos, que por la tarde regresaron a sus casas como si todo el tiempo hubieran sido conocidos y con la mejor voluntad, dejándonos explicadas algunas palabras de su lengua.

9 de abril

El día 9 de abril, en la nueva capilla (aunque todavía no acabada), los dos sacerdotes de la Compañía dijimos las dos misas (como cada día el resto del tiempo) y enseguida que las acabamos llegaron un total de 83 Indios, entre ellos su jefe, y el hijo de éste, de la misma estatura, todos perfectamente bien armados, aunque ninguno de ellos hizo nada hostil, sin embargo de veras habían llegado con el propósito de pelear. Efectivamente, suelen los gentiles de toda California prepararse para la guerra pintándose con colores y combinados en cierto orden los cuerpos desnudos, el pecho, los brazos, la espalda, las piernas y las caras, o sea, desfigurarse de veras horriblemente. Así pues, como aquellos 83 venían pintados con los colores negro, blanco, rojo y amarillo, teníamos un seguro signo de guerra. Por otro lado, aparte de un insignificante tocado en la cabeza, comúnmente los de sexo masculino no usan ropa alguna; aunque las mujeres se cubren del pecho abajo hasta los pies con pieles de ciervos, de un modo decente y muy modesto, según vimos después en otra ocasión. Pero estos 83 indios, eran todos guerreros jóvenes y de edad madura. Y para que no intentaran algo hostil en forma alguna, el máximo empeño de todos nosotros fue el de tratarlos bien, de ganarnos sus ánimos con regalitos y obsequios y de comprometerlos para ganarlos a todos para Cristo. Al caer la tarde, se retiraron para dormir en la selva cercana, contentos ellos con nosotros y dejándonos a nosotros todavía más contentos y llenos de la mejor esperanza, en que a su tiempo se convertirían a la fe recta de la salvación.

10 de abril

El día 10 de abril, regresaron todos los Indios, pidiéndonos comida, lo que obtuvieron abundantemente junto con otros regalillos, quedándose con nosotros como viejos conocidos, ofreciéndonos leña del bosque cercano y agua del pozo vecino, también nos hicieron con prontitud y buena voluntad otros mandados como sirvientes. A no pocos de ellos los enseñamos a hacerse en la frente y en el pecho la señal de la santa Cruz como lo acostumbramos los cristianos, y en eso se mostraron muy dóciles. Luego les propusimos que tiraran sus flechas como al blanco [que pusimos]: un escudo elaborado con piel o cuero de buey (con el que se protegen los soldados españoles contra las puntas de las flechas en muchos lugares de las Indias). Ocho o diez de los indios más robustos procuraban con todas sus fuerzas traspasar el escudo blandiendo sus flechas, pero de todos, sin excepción, se rieron los suyos, al quebrarse sus flechas de punta de piedra o de pedernal débil, quedando ileso el escudo. Luego [quedaron] admirados y con temor de nuestras armas, cuando poco después vieron claramente que uno de nuestros soldados, con la bala disparada por su arcabuz traspasó no uno, sino tres escudos sobrepuestos. Por otro lado, con el estruendo del arcabuz, todos los indios, menos el hijo del jefe, se aterrorizaron a tal grado que se lanzaron a la fuga con pusilanimidad; hasta que los llamamos para que volvieran, mostrándoles atractivos regalos; también el Señor General de buena gana les obsequió regalillos, mientras contemplaban las perforaciones de los escudos. Al retirarse por la tarde, nos aseguraron que regresaban a sus familias, esposas e hija/os, y que les llevaban los regalos que nos habían aceptado.

11 de abril

El día 11 de abril o domingo de ramos, según la costumbre y el rito de la Iglesia, bendijimos y distribuimos los Ramos, y por cierto en exagerada cantidad, porque habíamos puesto como el más agradable palmar nuestro templo, la fortaleza militar y nuestras casas.

13 de abril

El día 13, el Señor General mandó a nueve personas para que exploraran las tierras interiores hasta 3 ó 4 leguas, e indagaran si había otro río, los caseríos de los indios y algunas llanuras o tierra fértil para la agricultura. Al volver por la tarde, trajeron algunas de las cosillas que los días anteriores habíamos dado a los indios, sobre todo ropas, porque esos indios prefieren su desnudez a la ropa, y como la juzgan más bien carga que ornato u honra, la arrojaron por todas partes. Vieron también estos nueve, en una llanura muy amplia, gran cantidad de humos, los de las hogueras encendidas por los indios, que ordinariamente se hallaban es esos terrenos.

14 de abril

El día 14 de abril casi terminamos nuestro templecito, y en él colocamos las sagradas imágenes de gran tamaño y pintadas por un pincel bastante bueno. La primera era de la Virgen María de Guadalupe, la segunda explicaba exponía los 12 artículos del símbolo de los apóstoles, y la otra presentaba las Sagradas imágenes de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, el Santo Patriarca, (nuestro) Padre Ignacio y el gran Querubín de las Indias, San Francisco Xavier. Por la tarde, recibimos muchas confesiones sacramentales con motivo de la pascua y por cierto que en esa ocupación nos dieron las 2 de la madrugada.

15 de abril

El día 15, jueves de la cena del Señor, continuamos con el sagrado tribunal, desde muy de mañana hasta la misa; en ella el Señor General y algunos de los principales militares o marineros recibieron la sagrada comunión. A partir de la comida, nos visitaron amigablemente 40 indios. Por la tarde, para los españoles hubo sermón de la Pasión del Señor. Además, el día siguiente, Viernes Santo, y el Sábado Santo, continuamos los oficios eclesiásticos, aunque sin cesar llegaran como huéspedes unos Indios, nunca desagradables.

17 de abril

El 17, Sábado Santo, cantadas las Letanías de Todos los Santos en la misa, al Gloria in Excelsis, aumentó la solemnidad no solo el primer repique festivo de las campanas, sino también el retumbar de todas las escopetas, y también lo repitieron cinco veces durante la misa todas las escopetas y los cañones de las dos naves.

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