El primero y, hasta ahora, único real que fundamos en la grandísima isla de la California, le llamamos de Nuestra Señora de Guadalupe, que está junto al puerto y gran baya de Nuestra Señora de La Paz. La causa del mejor nombre de Nuestra Señora de Guadalupe la escriví el año passado. Sea esta soberana Señora servida de acompañarnos en todo con sus celestiales dones y favores. Por esso también suplico a su Excelencia que, por su santo y apostólico celo, divino amor de la conversión de muchíssimas almas, mire esta causa y conversión como cosa propria, y en Madrid negocie, según su piadoso y prudentíssimo parecer, se fomente muchíssimo la conquista y conversión desta mayor isla del orbe, llena de tantas almas quantas corresponden a su tamaño.
Y son los naturales della de tan buenas prendas que parece, en ninguna otra parte del mundo, se pueden emplear mejor los muchos gastos reales y santos celos de la Europa, etc., que ahora en esta dilatadísima California. Parece que [la naturaleza] ha dotado de un carácter noble a los indios desta California. Va aqui un pequeño mapa de una parte de la California, del puerto de La Paz, real de Guadalupe y de sus confines. Perdone su Excelencia la cortedad; que, quisás, dará su divina Magestad gracia, por el favor e intercessión de la Virgen santísima María de Guadalupe, que, con el tiempo, pueda remittir otros mapas mayores y mejores.
Holgaréme hayan llegado los libritos del cometa o de los cometas; que por acá no hemos dexado de ver y esperimentar muchos effectos suyos; pero hágase la voluntad del Señor que, por su infinita bondad, nos conceda passar quanto antes a proseguir con nuestra empresa, que, como diee y repito, suplico muchíssimo a su Excelencia la mire como cosa y negocio proprio, pues,– como dice Dionisio el Areopagita, “el negocio más divino entre los divinos es sudar y desvelarnos por la salvación de las almas para gloria de Dios” (105). Y como está escrito “paga a tu prójimo lo que a Mí me debes” (106). ¿Y quánto es lo que devemos a nuestro Criador y Redentor y a nuestro Dios y eterno divino amor? No lo se decir y callo; particularmente, porque escrivo carta para su Excelencia, que ya la veneramos por gran maestra y madre de los missioneros y de los recién convertidos, o que se han de convertir a nuestra santa fe, como a este sentir escrive S. Pablo [a los corintios]: por el Evangelio yo los engendré [y] a sus hijos y a los que de ellos nacerán fundando un gran parentesco.
El Padre Mathias Goñi, que es mi compañero en esta missión, se encomienda muy mucho a su Excelencia. Lo mismo me pidió, meses a, el illustríssimo señor Obispo de Guadalajara y de las Californias. Y en esta empresa me ha dado sus veces, que me dixo escriviera sus encomiendas a su Excelencia. De mi parte y de parte de las almas de los indios de la Californias, reciba las mismas encomiendas, no como de cosas diferentes y muchas, sino como de una misma cosa o como de cosas tan unidas, que parezgan tienen algún género de amorosa identidad; pues, con el mismo amor, quiero querer aquellas almas que a la mía.
Y a mi mismo y aquellas almas también las encomiendo a mis dulcíssimos amores Joachin, Gabriel y Isabel; pues, en todas mis missas, todos los días, me acuerdo dellos y de su Excelencia, en virtud de los conciertos que hizimos en España.
Nuestro Señor me guarde a su Excelencia y a mis dulcíssimos amores en Cristo Jesús los felicíssimos años de mis muy cordiales deseos; y nos felicite en esta y en la eterna vida, en la plenitud de gracia que desciende del Padre de las Luces.
De este puesto de San Lucas y costa de Sinaloa, de a bordo de esta Almiranta, y agosto 12 de 1683 años.
Muy siervo y su menor capellán de su Excelencia que s. m. b.
Eusebio Francisco Kino, de la Compañía de Jesús.
[P. D.] A mi señor don Pedro Corbete mis muy muchas encomiendas y las de la California.
104- HL 9978. Burrus [13]: 214-217.
105- Integrante del areópago convertido al cristianismo por San Pablo; posteriormente primer obispo de Atenas y mártir. La cita es de un autor anónimo posterior al que se conoce como “Pseudo Dionisio”.
106- Así glosa Kino el mensaje central del juicio final en el que Dios premiará o castigará lo que hicimos o dejamos de hacer con el prójimo Mt. 25, 31-46.
Agosto 30 de 1683
Carta de Kino (107) a Paulo Zignis (108)
Cuando se acercaba el fin del año pasado, remití a su reverencia una carta desde el puerto de Chacala de la Provincia Mexicana o Nueva España en América cuando los dos sacerdotes de la Compañía íbamos a abordar las naves en las que se estaba organizando la expedición a California, la más extensa isla del mundo, con los auspicios del Rey Católico Carlos II.
14 de enero
El 14 de enero de este año de 1683 que corre, salimos del puerto de Chacala más de cien personas en dos naves, la Capitana y la Almiranta; la primera, dedicada a la Bienaventurada Virgen sin Pecado Concebida y la segunda, a San José y San Francisco Xavier. En esta navegación, enfrentamos vientos muy adversos, pero juzgamos que por favor del Cielo, disfrutamos otros, propicios en el mismo grado.
9 de febrero
Hacia el fin de enero, llegamos al puerto de San Juan de Mazatlán, donde permanecimos como quince días, y de ahí partimos el 9 de febrero, y bordeando las costas de la Nueva España.
8 de marzo
El 8 de marzo tocamos la desembocadura del río Sinaloa, donde por la gran caridad del reverendo visitador de nuestras misiones de la Compañía de Jesús en Sinaloa y Sonora, recibimos con liberalidad regalos, varios dones y los subsidios de la provisión, no solo los dos sacerdotes de la Compañía, sino también el sr. General mismo (el Almirante Isidoro de Atondo y Antillón, navarro de nacimiento) y otros.
18 de marzo
Luego a partir de ahí, casi al meterse el sol del día 18 de marzo, avanzando por el mar 35 leguas españolas a la distancia del polo o latitud geográfica, o a una distancia de casi 25 grados del ecuador, llegamos a la vista de California, adquirida con tantas guerras y desgracias. [fue] el 25 de marzo o día festivo de la Encarnación del Verbo Divino por la salvación de los humanos.
30 de marzo
Además, el 30 del mismo, entramos al principal puerto de California, que en castellano y frecuentemente en los mapas se llama de La Paz, o [sea]: puerto de La Paz. Por otro lado, para que se comprenda más fácilmente esto y lo que hay que decir adelante, remito a su reverencia un rudo mapa geográfico e hidrológico de este puerto, y de las vecinas provincias, de las islas de California, así como de los demás litorales, puertos y ríos de la Nueva España y de Sinaloa; aunque poco menos castellanizado (por así decirlo), es muy parecido al que, por mandato de los Superiores, hago llegar al reverendo Padre Provincial y al excelentísimo Señor Virrey. Su reverencia sabrá, como lo ha acostumbrado desde hace tiempo, corregir mis errores o soportarlos con paciencia. Los primeros cinco días que pasamos en California, ciertamente con gran pesar de nuestro alma no vimos absolutamente a ningún Indio o habitante de la tierra; a pesar de que al bajar, habíamos encontrado agua muy buena y alrededor de esa fuente huellas humanas de muchos pies desnudos, de niños igual que de adultos, impresas en la tierra arenosa muy recientemente. Por nuestra parte, el primer trabajo que emprendimos fue elaborar artísticamente una cruz de gran tamaño, además de erigirla en una colinilla alta que había cerca, y ahí fijarla. Se actuó también para erigir un pequeño lugar sagrado y la fortaleza militar, y para que el inicio de ambos se diera más cómodamente, se cortaron varios árboles y jarales, y sobre todo una parte del palmar, sumamente hermoso y ameno
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