Gastón Soublette - Marginales y marginados

Здесь есть возможность читать онлайн «Gastón Soublette - Marginales y marginados» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Marginales y marginados: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Marginales y marginados»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"El texto que ofrezco a continuación es autobiográfico, pero no es como lo sería un relato completo de los hechos de mi vida ordenados cronológicamente. Es una secuencia de fragmentos de mi experiencia del vivir, escogidos especialmente porque son un reflejo del mundo de los marginales, ya sea que estos hayan vivido su experiencia como un desastre o como un logro exitoso. Las reflexiones que acompañan la narración le dan al texto el carácter de un ensayo, de ahí el subtítulo de esta obra". Gastón Soublette.

Marginales y marginados — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Marginales y marginados», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Uno de mis acompañantes era evangélico, y dijo después que fue la voluntad de Dios la que permitió que yo viviera aquel día esa experiencia, y que ellos estuvieran ahí como testigos.

EL CEJA

PEREGRINO DE LA RUTA 5 NORTE

En la Ruta 5 Norte que une las ciudades de la V Región con la ciudad capital, en el lugar llamado cuesta de Las Chilcas, vivía precariamente un hombrecito a quien, por su baja estatura, llamaban el Enano de Las Chilcas. En cierta ocasión que pasé por el lugar con unos amigos, al verlo caminando por la berma derecha, detuvimos el auto y me bajé con la intención de conocerlo y preguntarle si necesitaba algo. El individuo me miró de arriba abajo y me preguntó si yo era polaco. Le respondí que era tan chileno como él. Su pregunta se debió quizás a que entonces usaba una camisa de cuello alto y redondo como ha sido la tradición en los países eslavos.

Cuando le pregunté si necesitaba algo, me respondió que no necesitaba nada, y me quedó mirando en silencio, por lo que entendí que mi curiosidad por su persona lo incomodaba.

Cuando ocurrió este encuentro-desencuentro yo había oído hablar de este sujeto a quien los automovilistas y sobre todo los camioneros consideraban algo así como una mascota humana del gremio, y más aún, como poseedor de una virtud que atraía la buena suerte a quienes se le aproximaban. Eso explica por qué muchos conductores de vehículos, después de su fallecimiento, concibieron el proyecto de erigir en ese lugar un pequeño monumento para honrar su memoria con una escultura pequeña que lo representara, pero la municipalidad de la comuna se opuso.

Por lo que se oía decir del Enano de Las Chilcas y por lo que percibí en nuestra brevísima conversación, parece que el hombre tenía sus facultades mentales alteradas. La causa de esta anomalía habría sido el hecho de que su esposa e hijos perecieron en un accidente de ruta, lo que probablemente ocurrió en el lugar que él escogió para establecer su morada, la que consistía en una simple casucha de tablas.

A poco andar, quizás un año después, descubrí que lo que había buscado en vano en el Enano de Las Chilcas, lo vine a hallar en la larga explanada que se extiende entre Las Chilcas y la cuesta descendente que enfila la ruta hacia Polpaico y Santiago, en cuyo centro están situadas las localidades de Rungue y Montenegro, frente al imponente cerro Huechún.

El personaje hallado en esos tramos de la ruta no era un enano, sino más bien un hombre alto, de un metro ochenta centímetros o más. A todas luces se veía que era un mendigo. Se desplazaba dificultosamente apoyado en dos bastones, pues era poliomielítico de las dos piernas. Iba cubierto con piezas de vestir negras, raídas y sucias. Sus pantalones estaban formados por trozos de trapo negros, cocidos, y más arriba, desde las rodillas hasta el cuello, su cuerpo estaba cubierto por un vestido de mujer blanco o que fue blanco. Sus zapatos no eran tales sino trapos enrollados en sus pies y amarrados con cáñamo. La pieza principal de este atuendo era un largo sobretodo negro, cuyos extremos le llegaban hasta más abajo de las rodillas, muy roído y manchado.

Hacía tiempo que había divisado a este personaje al pasar por el lugar rumbo a la V Región, pero hasta cierto día de un mes de octubre —más luminoso y bello que de costumbre— no se había dado antes la ocasión de abordarlo y conversar con él. Cuando la posibilidad se dio aquel día, íbamos un grupo en un auto Pontiac de 1967. (El encuentro se puede situar a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, en plena dictadura militar).

En esa ocasión los excursionistas eran, aparte del suscrito, el Patricio —dueño del auto—, el Bassi —alumno de no sé qué facultad de la Universidad Católica de Chile— y un cuarto a quien no logro identificar.

El sujeto venía caminando por la berma de la izquierda, en dirección sur norte, y nosotros viajábamos en la misma dirección. Pasamos adelante y nos detuvimos a unos cien metros de distancia o más. Él, al ver a estos cuatro individuos que se detenían en la ruta y se bajaban del vehículo con la clara intención de abordarlo, se sintió inseguro, y de inmediato metió su mano en un bolsillo, seguramente para coger un cuchillo u otra arma de defensa. Yo entendí por qué él hacía eso, y dije a mis acompañantes que se quedaran en el lugar mientras me adelantaba para saludarlo. Avancé hacia él y, desde unos cinco metros de distancia le dije: “buenos días señor”. No le di la mano porque él tenía ocupadas las dos en los bastones que le servían de apoyo. Este gesto de cordialidad lo tranquilizó, y con una cierta sonrisa dijo “estoy saboreando la entrevista”, lo que calzaba justo con la intención con que nos aproximábamos a él, y que intuyó desde mi saludo.

No recuerdo cuáles fueron las primeras palabras con que se inició la conversación, aunque de inmediato fue informado de que yo era profesor de la Universidad Católica de Chile, y mis acompañantes eran tres alumnos míos.

Al enterarse de eso, inició sin preámbulo alguno una sorprendente exposición de sus ideas sobre la inteligencia humana y el conocimiento. Sus reflexiones, que ciertamente procedían de un largo meditar sobre las cosas y la vida, nos impresionaron sobre todo por lo inesperado y lo profundo, y más que eso aún, por ser las ocurrencias de un hombre reducido a la extrema miseria.

A continuación, transcribo una síntesis de lo dicho por él en ese encuentro.

Comenzó entonces diciendo: “No crea usted señor que hay de esto…”, lo cual dijo señalando con un dedo la parte superior del cráneo. “No hay nada de eso que llaman inteligencia. Su inteligencia, señor profesor, no es superior a la de un mosquito. ¿Sabe usted qué es lo único que hay? Lo único que hay es un padre y una madre, por eso, siendo yo un hombre llevo puesto este vestido de mujer…”. Y diciendo esto abrió su sobretodo y nos mostró el vestido aquel que fue blanco, el cual le cubría hasta las rodillas.

“Por eso, soy dueño de todo esto que usted ve. Este es mi tesoro. Pero fíjese usted en la tremenda injusticia de estos hombres que con su dinero se adueñan de todo. Ellos no me dejan entrar a estas tierras que son mías, porque si paso por la alambrada a un lado me disparan, y si paso al otro me echan a los perros…”.

“Pero no moriré, me disolveré en el aire de estos valles”.

“Entre mis principales preocupaciones están el andar sobre la cuerda floja y el lanzamiento de los cuchillos, oficios circenses”.

“Todos los males del mundo provienen de la letra ‘E’. Por ejemplo, los Ferrocarriles del Estado, FF.CC”.

“Yo he hecho los Ferrocarriles del Estado; he hecho la fábrica de monedas y las fuerzas armadas… Pero me quedaron un poco mal hechas”.

“Mi nombre es Carlos Ernesto Jorquera Aceituno, C-E-J-A para servirlos”.

Tal fue en síntesis lo dicho en esa ocasión por este personaje a quien, en adelante, llamaré el CEJA.

Se entiende que lo dicho por él no fue como esta transcripción de apretada síntesis. El hombre desarrolló su discurso con observaciones sobre el acontecer, las cuales, en la mayor parte de los casos, poco o nada tenían que ver con el meollo de las verdades trascendentes que proclamaba entonces, no sin cierta solemnidad.

Se notará que, desde el comienzo de su discurso, el CEJA afirmó perentoriamente que no hay verdadera inteligencia en los hombres, que la única vía verdadera del conocimiento es lo que él llamó el padre y la madre. Con esto, al parecer, nos estaba enseñando la clave del verdadero conocimiento, que no es otra sino la polaridad de un principio creativo paterno y un principio receptivo materno, y esa clave, por lo que se deduce de la intención que motivó sus palabras, solo él la poseía.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Marginales y marginados»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Marginales y marginados» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Marginales y marginados»

Обсуждение, отзывы о книге «Marginales y marginados» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x