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MARGINALES Y MARGINADOS
Ensayo autobiográfico
Gastón Soublette A.
© Inscripción Nº 2021-A-64
Derechos reservados
Agosto 2021
ISBN Nº 978-956-14-2860-7
ISBN digital Nº 78-956-14-2861-4
Diseño: Francisca Galilea R.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
info@ebookspatagonia.com
CIP-Pontificia Universidad Católica de Chile
Soublette, Gastón, autor.
Marginales y marginados: ensayo autobiográfico / Gastón Soublette.
1. Soublette, Gastón.
2. Musicólogos – Chile – Biografías.
3. Autores chilenos – Biografías.
I. t.
2021 780.983+DDC23 RDA
Fotos de archivo familiar Soublette-De Saint Luc cedidas al documental El lugar al que llego (2022).
Fotos cedidas por el documental El lugar al que llego (2022).
ÍNDICE
Introducción
Lanza del Vasto
Música medieval
El cordero de Dios
El CEJA. Peregrino de la ruta 5 Norte
El lugar donde llego
El detenido desaparecido de Las Chilcas
Mi maestra Violeta Parra
París, Mayo del 68
La madre pobladora de Valparaíso
El brindis
Charlie, el héroe de mi infancia
Poder Popular e indigenismo en la UC
La Estrella de Chile
Nguillatún en Lagunillas
La toma del Instituto de Filosofía
Mi entrada al país mapuche
Pehuenches de Chile y Argentina
La huelga de hambre
El asalto
Rostro de hombre
INTRODUCCIÓN
Hay hombres cuya estructura mental no encaja en la racionalidad que rige el orden imperante. Son seres hechos para otro orden, para otra verdad, que viven en un desajuste con la realidad. Tales son los marginales.
Cabe hacer una distinción, eso sí, entre marginales y marginados. Los primeros lo son por estructura y vocación, y los segundos por la fuerza de las circunstancias. Casi un tercio de la población mundial vive hoy en diferentes niveles de marginación forzada, y entre esa gente no son pocos los que habitan en grandes basurales.
Entre los marginales verdaderos hay también los que ignoran la causa de su malestar, y los que la han hecho consciente. Pero sean de una u otra categoría, todos los marginales apuntan consciente o inconscientemente a un orden distinto de aquel en que les tocó nacer.
Durante mi larga existencia he buscado afanosamente un mundo, “otro”, donde pueda sentirme en armonía con mi entorno y en paz conmigo mismo, con la desventaja de tener que buscarlo siempre en medio de lo que es este mundo en el que nací, como un ser extraño a él.
En eso está dicho todo, todo el contenido de este libro, es decir, mi incompatibilidad con el modelo de sociedad en que se basa el sistema dominante; esta civilización industrial, este constructo puramente económico y tecnológico en que ha venido a parar el mundo, todo lo cual constituye para mí una herida abierta que nada ha podido cerrar. Gran parte de mi trabajo como escritor está referido, directa o indirectamente, a ese tema.
El texto que ofrezco a continuación es autobiográfico, pero no es como lo sería un relato completo de los hechos de mi vida ordenados cronológicamente. Es una secuencia de fragmentos de mi experiencia del vivir, escogidos especialmente porque son un reflejo del mundo de los marginales, ya sea que estos hayan vivido su experiencia como un desastre o como un logro exitoso. Las reflexiones que acompañan la narración le dan al texto el carácter de un ensayo, de ahí el subtítulo de esta obra.
Todo marginal tiene una versión personal de la verdad, esto es, del deber ser, de lo que debiera hacerse para que las cosas fueran mejor o distintas de lo que son. El caso extremo fue el de un humilde carpintero de la ciudad de Nazaret, quien se transformó en un predicador popular que —a poco andar— empezó a ser seguido por grandes multitudes, porque era un buen sanador de enfermedades y otras anomalías corporales como la ceguera, la sordera, la parálisis, y hasta, se dice, que resucitaba muertos. Este hombre, que desde su infancia dio muestras de no encajar en el mundo que lo vio nacer, confidenció a sus amigos más íntimos que él no solo conocía la verdad, sino que él era la verdad…
Sus temas predilectos eran el amor y la justicia, por eso a lo largo de su existencia se mantuvo a prudente distancia de los poderosos y eminentes; y, como en su trato con los demás no rechazaba a los ladrones ni a las prostitutas, ni a los mafiosos cobradores de impuestos, leprosos, paralíticos y ciegos, se ganó la fama de ser un malhechor, por lo que, al cabo de tres años de actividad pública, fue detenido y acusado de múltiples delitos de los que, ciertamente, era inocente.
El gobernador de la zona en que predicaba lo hizo comparecer para interrogarlo, porque había oído que este sujeto pretendía ser el rey de su pueblo. En el interrogatorio le preguntó si, efectivamente, él era el rey, a lo que respondió: “Tú lo has dicho, yo para eso he nacido, para dar testimonio de la verdad”. El gobernador le preguntó enseguida: “¿Qué es la verdad?”. Pero él no le respondió con palabras, sino con su sola presencia, con la que le dijo sin decirlo: “La verdad es que los hombres sean como yo soy”.
Lo que resulta increíble de esta historia es que la versión de la verdad, dada por este hombre sin palabras, se difundió por el mundo y tuvo el poder de cambiar el paradigma cultural de esa época. Pero antes de que eso ocurriera, sus enemigos —que eran muchos y muy bien posicionados en puestos de poder— lograron que el gobernador autorizara su ejecución, la que según la legislación penal de ese entonces debía efectuarse por crucifixión. Murió clavado en un madero como un maldito, junto a dos malhechores.
La historia pudo terminar ahí, pero para sorpresa de sus enemigos, sus seguidores comenzaron a difundir la noticia de que el occiso —después de ser sepultado— abandonó el sepulcro y comenzó a aparecerse a varios de ellos, instantes en los que algunos decían haber recibido enseñanzas y mandamientos. El caso más notable de estos fue el de un tal Pablo de Tarso, quien hasta entonces había sido uno de sus peores enemigos, después de lo cual devino en seguidor y apóstol.
Este apóstol fundó muchas comunidades en torno a las enseñanzas que dijo haber recibido directamente del resucitado. En ellas reinaba el amor y la justicia, y todo se compartía fraternalmente, de lo que resultaba un contraste absoluto con la racionalidad del régimen imperante en el mundo de entonces, en el que regía la ley del más fuerte y la vida humana no valía nada.
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