Davinia Váfer - La niña del barrio rojo

Здесь есть возможность читать онлайн «Davinia Váfer - La niña del barrio rojo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La niña del barrio rojo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La niña del barrio rojo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Chandani Villamayor, natural de la
India y adoptada por su psiquiatra con seis años, ha logrado forjar un temperamento fuerte, terco e independiente, aunque no ha conseguido espantar a los fantasmas del pasado ni superar los traumas que le tocó vivir en el barrio de Kalighat, cuando solo era una niña. Rodrigo Torres, el inspector-jefe del departamento de la UDEV, se encuentra en un callejón sin salida en la investigación de unas desapariciones en la capital. Sin embargo, una llamada inesperada del juez Alcázar aportando nuevas pesquisas vuelve a reactivar su obsesión por el caso y, lo que menos espera, es que la mujer con la que ha chocado su automóvil se convierta en la víctima a la que tendrá que proteger. Pero ¿por qué es tan importante esa mujer? ¿Qué tiene que ver con los casos que está investigando? Y, sobre todo, ¿qué oculta de su infancia que la lleva a tener un temperamento explosivo cuando los acontecimientos la superan? Secretos, celos, misterio, amor, intriga, traición… acompañarán cada una de las páginas de esta novela. ¿Quieres descubrirlas? Te reto a que lo hagas en la primera parte de la
bilogía Kalighat.

La niña del barrio rojo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La niña del barrio rojo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando sintió el peso de Rodrigo a su lado y su esencia invadió el interior del habitáculo, los nervios tensaron su estómago. Ya estaba otra vez su cuerpo reaccionando a su libre albedrio. «¿Será posible?», pensó ofuscada.

—Maldita sea —gruñó Chandani al verse incapaz de ponerse el cinturón de seguridad. Sus manos también parecían querer ir a su aire.

Rodrigo la miró contrariado, conteniendo una sonrisa al observar su torpeza.

—Déjame a mí.

Con delicadeza, cogió el dorso de su mano y le quitó el cinturón de seguridad. Ese ligero contacto deliberado le mostró todo lo que quería saber. Con una simple caricia, las mejillas se le ruborizaron y su respiración se vio interrumpida. A Chandani no le era indiferente y eso hizo que su pecho gorgoteara.

Enfurruñada —por no ser capaz de hacer algo tan simple como ponerse el cinturón de seguridad, pero, sobre todo, por lo mucho que le había agradado ese dulce contacto—, retiró la mano en un enérgico movimiento intentando evitar caer en la tentación de desear más.

Rodrigo elevó la comisura de sus labios hacia arriba plasmando con ello una sonrisa triunfal. Chandani, en cambio, miró por la ventana como si su único deseo fuese salir corriendo lejos de él.

«¡Se acabó el enfado!», se dijo risueño. Esa mujer era una caja de sorpresas que deseaba averiguar qué contenía, imposible de abrir con la tensión que se producía entre ellos.

No le quedaba más remedio que jugar sucio, caldear un poco el ambiente y eliminar el aroma fétido que, aunque no estimulara sus fosas nasales, sí que se percibía espeso.

Rodrigo controló las ganas de echarse a reír por lo absurdo de la situación, aunque, obstinado y juguetón como era, no pudo evitar provocarla un poco más.

Se colocó las gafas a modo de diadema y, descaradamente, y con toda la intensidad de la que pudo valerse, posó su mirada sobre ella para comprobar de nuevo cómo se inquietaba.

Estaba tan acostumbrado a tener que descifrar cómo eran las personas en realidad que dar con una mujer como Chandani, la cual ante su presencia se mostraba tan receptiva por mucho que quisiera ocultarlo, le pareció sorprendente.

Ella se revolvió incómoda en su asiento porque, aunque fingiera que estaba entretenida observando a través de la ventana, lo cierto era que sentía sobre ella cada mirada de su acompañante.

—¿Se puede saber por qué me miras tanto? ¡Y esa sonrisita a qué viene! —Clavó la vista en él mostrándole su enfado.

—¡Por fin te dignas a mirarme! —añadió Rodrigo con un brillo juguetón en sus ojos.

—Igual que me has mirado tú cuando has venido a buscarme al trabajo —contestó mordaz.

El inspector no pudo controlarse más y comenzó a reírse con ganas. «Sí que le ha afectado mi indiferencia», pensó divertido.

—¡Y encima te ríes! Este es el colmo de los colmos, de verdad —murmuró ante su reacción—. ¿Adónde me llevas?

—Vamos a un sitio tranquilo donde podamos hablar de lo que pasó entre nosotros anoche —expresó tan natural.

Chandani, con solo escucharlo, entró en modo histeria. «¿Cómo consigue este hombre mantener la calma?», se preguntó.

—Como quieras. Pero suponía que hablaríamos sobre lo que me ocurrió anoche al salir de la asociación.

—De eso también hablaremos.

Aparcó el coche frente a su establecimiento preferido. Para él, esa cervecería irlandesa era algo más que un simple bar que servía un heterogéneo número de bebidas fermentadas. Era como su segunda casa, el lugar donde había pasado infinidad de horas en compañía de sus amigos David y Arantxa. Allí, habían cenado, se habían emborrachado e, incluso, había pasado la noche en compañía de una de las dueñas. Sin embargo, desde que asumió el cargo de inspector jefe en el departamento de la UDEV, no había vuelto a pisarlo, ya no disponía de tiempo libre.

Lo último que le había contado David era que Ileana y Joanna habían traspasado el negocio porque querían volver a su tierra. Así que, si era cierto lo que le había dicho su amigo, allí ya no quedaría rastro de esas dos preciosas mujeres de sangre caliente.

Chandani quedó impresionada con el interior de la cervecería, que contrastaba con la fachada moderna y de pizarra blanca que recubría el edificio. Su interior era rústico, con paredes forradas de madera en un tono cálido, pero con pinceladas oscuras. En casi todas las esquinas del local habían colocado unas barricas de vino antiguas que se usaban a modo de mesa, aunque el punto destacable del establecimiento era la barra. Su frente imitaba la forma de esas mismas cubas que decoraban las esquinas, pero desde un plano horizontal. Además, los farolillos que desprendían una luz tenue sobre la gruesa encimera —también de madera— tenían forma de globo, con pequeños enrejados de forja por donde se filtraba la luz.

Rodrigo la guio hacia los amplios bancos, donde la altura de los respaldos los aislaría de miradas curiosas, y la invito a que tomara asiento frente a él.

Chandani, por un momento, olvidó su enfado y disfrutó de la serenidad que le trasmitía el ambiente. Esos carteles ingleses de estilo vintage que estaba leyendo mantenían en un segundo plano la desazón que se apoderaba de ella cuando ambos estaban cerca.

Rodrigo llamó al camarero con un gesto de mano al que, sin demorarse ni un segundo, atendió un muchacho de complexión delgada y gesto amable.

Ella pidió un refresco y él decidió recordar viejos tiempos con una auténtica Guinness de espuma espesa y cremosa con el sabor a café amargo y tostado de la cebada. Para Rodrigo, era simplemente exquisita.

Mientras esperaban las consumiciones, el inspector no quitó la vista de Chandani. Estaba tan bonita allí sentada, entretenida leyendo esos carteles de chapa, que, por un momento, percibió que había dejado de estar a la defensiva.

—¿Te gusta el sitio? —preguntó, embelesado por el cambio de actitud.

—Nunca he estado en un establecimiento con tanto encanto. A las cervecerías irlandesas que conozco les falta todo esto por lo que esta destaca.

—Entonces, me alegra haber acertado en nuestra primera cita.

Chandani dejó de escrutar los carteles y, confundida, miró a Rodrigo.

—¡Esto no es una cita! —exclamó molesta—. Estoy aquí porque tú has decidido que este es el lugar adecuado para hablar, pero no porque yo quiera. Las citas son de mutuo acuerdo, inspector, y esta no lo es.

Rodrigo esbozó una sonrisa igual de divertida que la que puso cuando estaban en el coche y Chandani volvió a la vida real, donde estremecerse cuando él la miraba de esa manera era tan habitual como acalorarse bajo el sol.

Su dentadura perfecta y aquellos labios tan apetitosos eran las astutas tretas de las que se valía un maquiavélico Lucifer para embaucarla y hacer que cayera en la tentación. Pero, aquella vez, tenía que ser fuerte. De lo contrario, todo se complicaría y, al final, quien saldría tocado y hundido sería Rodrigo. Y eso era lo que ella menos quería.

Chandani masajeó sus manos bajo la mesa para hacerlas regresar a la vida. Las notaba glaciales, heladas como témpanos de hielo, uno de los tantos estigmas que le ocurrían cuando algo la perturbaba.

Rodrigo caló a la primera su estado emocional, recordándole a aquel día en el calabozo. Aunque había evolucionado, ya no parecía el mismo ser sumiso. En ese momento, estaba dejando que viera cómo era ella en realidad.

Para él, era divertido enfrentarse a aquel tipo de situaciones. Esas lindes eran su pasatiempo preferido y por las que se movía con soltura. Su personalidad, templada y observadora, junto con esas cualidades que lo convertían en un magnífico conquistador, le otorgaban una ventaja que no pensaba desaprovechar. Porque, desde que probó sus besos y se sumergió en ese deseo tan desbordante que tuvo que rehuir para hacer las cosas bien, no había podido quitársela de la cabeza. Chandani se había convertido en otra obsesión que tenía que aprender a gestionar. Y eso, para él, era algo demasiado complicado.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La niña del barrio rojo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La niña del barrio rojo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Fernando Pessoa - La hora del Diablo
Fernando Pessoa
Fernando Dragó - La prueba del laberinto
Fernando Dragó
Xosé Luis Méndez Ferrín - L'amor del rei Artús i altres relats
Xosé Luis Méndez Ferrín
Juanjo Fernández - Residuos del insomnio
Juanjo Fernández
Gerardo Álvarez Escalona - Del barrio al estadio
Gerardo Álvarez Escalona
Galaxia López Fernández - El hada del sexo
Galaxia López Fernández
Miguel Roselló Tarín - Relatos del Barro
Miguel Roselló Tarín
María Antonia López-Burgos del Barrio - Por tierras de Antequera
María Antonia López-Burgos del Barrio
Мария Вершинина - Imperio inca del desierto Rojo
Мария Вершинина
Отзывы о книге «La niña del barrio rojo»

Обсуждение, отзывы о книге «La niña del barrio rojo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x