De este modo, hoy en día, paseando por las calles de Barcelona, pero cada vez más también por el resto de Cataluña, la presencia de la lengua italiana es un elemento cada vez más habitual. Dejando al margen los abundantes turistas de fin de semana, la llegada, podríamos decir masiva, de italianos a la capital catalana ha hecho que según datos del Consulado italiano en Barcelona en el año 2009 haya censados 21.555 ciudadanos transalpinos en la capital catalana, en la provincia de Barcelona y 43.672 en toda Cataluña. [1]Además, al margen de los contabilizados por el Consulado, muchos otros italianos residen en Barcelona, y constituyen así una de las comunidades de ciudadanos europeos occidentales más numerosa.
No obstante, la presencia de ciudadanos italianos no es una novedad en la historia de Barcelona y de Cataluña. Ya en una fecha tan lejana como 1871 se contabilizaban 1.726 súbditos de la corona italiana en la capital catalana. [2]Mientras que en 1887, sobre un total de 3.877 italianos residentes en toda España, 1.284 vivían en Barcelona (el 33,11% del total). Si añadimos el resto de Cataluña, la cifra aumentaba a 1.505 (38,8% del total, divididos territorialmente y por sexos de la siguiente manera): Tarragona (124 hombres por 12 mujeres), Girona (46 a 22) y Lleida (13 a 4). [3]En Barcelona, la división por sexos seguía la misma tónica: 894 eran hombres y 390, mujeres. [4]Cincuenta años después, en 1927, se calcula que vivían, sólo en la ciudad de Barcelona, unos 3.000 italianos. [5]Por otro lado, si nos acercamos más al período estudiado en el presente libro podemos especificar las cifras de italianos residentes en las diferentes localidades catalanas con agentes consulares del Reino de Italia. Así, el 6 de abril de 1934, se contabilizaban 84 italianos en Girona-ciudad y 44 en Girona-provincia, en 1935 había 32 en Tarragona y 2 en Cadaqués en diciembre de 1935, pescadores de coral (Jorge Contos y Constantino Contos, nacidos en la población de Simi en las islas del Dodecaneso griego, por aquel entonces territorio italiano). [6]
En resumen, sin insistir más en ello, podemos concluir que la presencia italiana en Barcelona y en el resto del país ha sido importante desde la creación de la Italia unificada en 1860. Una colonia de la cual es posible seguir la evolución en la capital catalana a partir de 1862, justo después de la constitución del Reino de Italia bajo el reinado de Víctor Manuel II. Por aquel entonces, en 1862, el primer Cónsul de la nueva Italia destinado a Barcelona, Giuseppe Malmusi, enviaba un detallado informe sobre la colonia italiana allí residente. Entre los 1.500 italianos que calculaba que vivían en Barcelona, destacaba una elite económica que dirigía, sobre todo, una amplia lista de hoteles de diferentes categorías. Junto a este sector, Malmusi también situaba a numerosos camareros, trabajadores del mármol, sacerdotes y artesanos de diversas especialidades. Y también a otros italianos de categoría social más baja, desde jornaleros hasta mendicantes.
Desde este primer análisis hasta inicios del siglo XX se fue produciendo una evolución y un asentamiento de la colonia italiana en Cataluña. Para conocer estos primeros años del nuevo siglo, ya pasado para nosotros, de la comunidad italiana, se puede acudir a tres obras contemporáneas sobre aquella materia. En primer lugar, en 1904, A. Frangini publicaba una temprana obra titulada Italiani in Barcellona. Tres años después, en 1907, Bernardo Chiara publicaba otra obra centrada en esta cuestión, Tipi, scene, aventure di italiani in Spagna, y, en último lugar, Angelo Bignotti, presentaba en 1910 Gli italiani in Barcellona. Siguiendo estas obras, y recogiendo también el trabajo del historiador Claudio Venza, podemos dividir la colonia italiana de Barcelona y Cataluña de los años veinte en cuatro tres grupos:
— Residentes en Barcelona u otras localidades catalanas desde hacía décadas, a menudo nacidos en Cataluña hijos de familias italianas o mixtas ítalo-catalanas. Grupo que corresponde a los hoteleros de las regiones italianas más conectadas con Cataluña por el tráfico marítimo como el Piamonte, la Ligúria, Génova o la Toscana.
— Italianos llegados a Cataluña con el desarrollo de la industria y de las actividades económicas más modernas. Como por ejemplo, funcionarios de banca, dirigentes de agencias marítimas y de empresas de importación y exportación.
— Aquellos otros súbditos italianos llegados a Cataluña con el desarrollo y desembarco de grandes empresas italianas en Barcelona y su hinterland. Por lo tanto, agentes y responsables de grandes empresas italianas. Técnicos y directivos que tendrían un gran peso e influencia en la comunidad italiana local. Un grupo que establecería intensas relaciones con las elites políticas, económicas y culturales catalanas y españolas.
LA PRESENCIA ECONÓMICA Y EMPRESARIAL ITALIANA EN CATALUÑA
Al margen de las grandes empresas italianas que se instalarían en Cataluña a lo largo de las primeras décadas del siglo xx y que veremos a continuación, muchos otros serían los negocios italianos en funcionamiento en Barcelona principalmente desde mediados del XIX En esta presencia italiana del xix destacaría por encima del resto el del sector hotelero. De hecho, ya desde finales del siglo XVIII existían en Barcelona hoteles regentados por italianos. Entre éstos destacaba el Gran Hotel Cuatro Naciones, que sucesivamente sería propiedad de las familias Giuppini, Primatesta y Fortis y, ya en 1894, de Ercole Durio y su socio Federico Maffioli. [7]Esta sociedad –y sus descendientes– también poseían otros establecimientos como la Fonda Falcón (después Hotel), que adquirirían en 1894, hotel que sería importante como veremos más adelante en los años posteriores, ya que sería un centro de información y control del Fascio de Barcelona. [8]
Otro ejemplo de la presencia italiana en pequeños y medianos negocios y que se prolongaría hasta nuestros días, fue la de los hermanos y sastres de la bella localidad toscana de Lucca, Michele y Giovani Pantaleoni, que juntamente con sus descendientes expandieron un negocio abierto en 1862 con un solo local a una gran empresa con más de cinco establecimientos y 1.200 trabajadores. [9]La casa Pantaleoni, posteriormente conocida como Modelo, cerraría sus puertas en mayo del 2007. [10]
Al margen de estos ejemplos de empresas pequeñas, una vez llegados al siglo XX, la fisonomía de la colonia italiana de Barcelona y Cataluña se transformará a causa de la llegada de grandes empresas transalpinas. Y es que para muchas como, por ejemplo, Pirelli, Martini & Rossi, Cinzano o Hispano Olivetti, Cataluña sería el destino de sus primeras inversiones en el extranjero, hecho que comportaría la llegada de cuadros técnicos y directivos que tendrían una destacada influencia en las instituciones y actividades de la colonia. Estas empresas, una vez llegados al período fascista en 1922, mantendrán una estrecha relación con la política y las legaciones diplomáticas italianas destacadas en España.
De este modo, ya desde finales del siglo XIX existía en Barcelona una fábrica de la marca de vermuts Martini & Rossi, en la calle Wad Ras, 41-49, del industrial barrio barcelonés del Poble Nou. [11]Además, al margen de la fábrica, la casa turinesa tenía sus oficinas centrales en la Rambla de Catalunya, 67. Seguida rápidamente por su competidora Cinzano & Co de Turín, que se instalaría en Vilafranca del Penedès, a sesenta kilómetros de Barcelona, pero que también tenía su sede central en la capital catalana en la calle Provença, 686, y una tienda de la marca en la calle Roger de Llúria, 77-79. [12]
Por otro lado, como el resto de grandes empresas italianas en Cataluña, Pirelli (fabricante de cables y neumáticos) instaló en el país su primera delegación fuera de las fronteras italianas. [13]Su llegada en 1902 a la población costera de Vilanova i la Geltrú, cercana a Barcelona, significaría su primera aventura internacional. Si hasta aquel momento Pirelli sólo contaba con sus factorías de Milán, en Milán-ciudad y Milán-Bicocca inauguradas en 1872 y la sucursal de La Spezia al sur de Génova de 1886, su implantación en Cataluña daría inicio a su expansión mundial. [14]Su fábrica de cables eléctricos de Vilanova significaría un salto cualitativo en la industria de la localidad y de la zona, hasta el momento monopolizada casi exclusivamente por el sector textil. [15]Además, las condiciones laborales de sus obreros (en 1910 eran 500) mejorarían sustancialmente respecto a los trabajadores del textil catalán. [16]Así, Pirelli & Cia se constituyó en Vilanova en 1901 y se convertiría en Productos Pirelli S. A. en 1917, con una aportación de capital de 3 millones de pesetas. [17]Progresivamente, las instalaciones de Vilanova irían aumentando su espacio. Una fecha clave en este proceso de ampliación, y señal inequívoca de la importancia de la fábrica, sería el 13 de junio de 1924, cuando el rey de Italia Víctor Manuel III inauguraba la ampliación de las instalaciones y la remodelación urbanística de los terrenos de Pirelli al abrir la Rambla de Joan-Baptista Pirelli (aún con este nombre). Como veremos en otro capítulo, durante la Guerra Civil española la fábrica sufriría bombardeos, curiosamente de la aviación italiana, y, finalmente, su voladura por parte del ejército republicano. Al mismo tiempo, y para adaptarse a las demandas del mercado, Pirelli se iba diversificando con secciones comerciales (1920) y compañía de inversiones (1931). [18]
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