Cierra la sección de “Testimonios” el capítulo de Inmaculada Rodríguez-Cunill titulado “La aplastaremos como a una cucaracha: el caso de Inma la Inmunda”, donde la autora nos presenta una herramienta para detectar el acoso grupal con fines legales y psicológicos, que también puede utilizarse cualitativamente para crear obras artísticas de resiliencia: el diario de incidentes. En este sentido, la persona acosada es algo así como un investigador o investigadora que toma datos en un trabajo de campo. En este texto la autora analiza este espíritu investigador sobre la violencia a través de obras artísticas que canalizan las situaciones vividas durante un proceso de acoso de más de diez años. Ciertos aspectos de estas estrategias de supervivencia provienen de posicionamientos queer y de la investigación basada en el arte (más conocida por su terminología anglosajona: art-based research ), y convergen para hacer visible la ceguera de la institución universitaria donde se produjo el acoso. A su vez, ha de contemplarse un proceso recursivo. Por un lado, la institución, sin haber reparado los daños, aprende de estas obras-quejas visuales y performativas, y, por otro lado, hay un camino de reparación desde la víctima, que analiza en este texto y que se basa en lo siguiente: se sabe que parte de la red del acoso en la universidad consiste en la difamación del blanco y la apropiación de sus méritos. Ante una experiencia tan devastadora, el blanco del acoso se pregunta qué crear o investigar que no sea usurpado. La combinación de elementos inalienables (su voz, su cuerpo, sus detritus…) con documentos e información generada por los acosadores (a menudo anónima o confidencial) ha generado una línea creativa más trascendente, global y ecológica, que revela la madurez artística y personal que fundamenta la resiliencia, de la que las obras expuestas en este capítulo son una muestra.
Un notable incremento en el número de investigaciones sobre violencia de género en Instituciones de Educación Superior (IES) sucedió a lo largo de la década pasada, 2010-2020, y a esta amplia producción académica se suman los capítulos de este libro. Los análisis, discusiones y propuestas que aquí se presentan llegan en un momento de múltiples denuncias de una amplia gama de violencias contra las estudiantes en los medios de comunicación, pero sobre todo en las redes sociales. De manera paralela, las IES han respondido con mecanismos formales, principalmente con protocolos, para la prevención, atención y sanción en particular del hostigamiento y el acoso sexual. Pese a la existencia de estos mecanismos, persisten las acciones directas (escraches, tendederos, pintas y marchas) protagonizadas por las jóvenes estudiantes, lo que revela tensiones entre las respuestas institucionales, consideradas necesarias pero insuficientes, frente a las tácticas estudiantiles que anuncian un cambio en el orden social de género que no deberemos perder de vista.
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, abril, 2021.
1Congreso organizado por el grupo académico Estudios de Género del Departamento de Sociedad y Cultura de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), el proyecto Cátedras Conacyt Violencia de género y desigualdad en el sureste de México, la Red PRODEP-SEP “Salud, condiciones de vida y políticas sociales” y la Red Iberoamericana por la Dignidad en el Trabajo y en las Organizaciones.
primera sección
Estudios de caso
Violencia de género en ámbitos de educación superior: más allá del acoso y hostigamiento sexual
Angélica Aremy Evangelista García
Resumen:En este trabajo se presentan los resultados de dos proyectos de investigación sobre violencia de género realizados en universidades ubicadas en cinco estados del sureste mexicano, incluidas universidades interculturales, a lo largo de la década pasada, 2010-2020. El primer proyecto documentó actos de violencia sexual, específicamente hostigamiento y acoso sexual, mientras el segundo proyecto partió del hecho de que las estudiantes son blanco de diferentes tipos de violencia de género y en todos los ámbitos; es decir, no se trata exclusivamente de actos de carácter sexual que solo suceden en las aulas. En este sentido, este segundo proyecto abordó la violencia de género en el ámbito comunitario desde un enfoque interseccional para revelar que los actos más frecuentes, por lo tanto cotidianos, normalizados, leves y escurridizos, forman parte del ambiente hostil hacia las mujeres que prevalece en las universidades con el propósito de perpetuar el orden genérico. Los hallazgos de ambos proyectos se reflexionan a la luz de la reciente emergencia de numerosas acciones directas (escraches, tendederos, pintas y marchas) protagonizadas por las jóvenes estudiantes en el ámbito nacional e inclusive en la región sureste de México.
Palabras clave:instituciones de educación superior, sureste de México, colectivas feministas, protocolos.
Durante la década pasada, 2010-2020, sucedió un notable incremento en el número de investigaciones sobre violencia de género en Instituciones de Educación Superior (IES). Al inicio de esa década destacaban publicaciones sobre estudios cuantitativos realizados en dos de las principales y más grandes IES en México: el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). De igual manera, se publicaron resultados de encuestas a estudiantes y personal académico de ambas IES (Buquet et al ., 2013; Tronco y Ocaña, 2011), así como estudios de caso en determinadas facultades y carreras (Ramírez, 2012; Ríos y Robles, 2010; Salinas y Espinosa, 2013; Villela y Arenas, 2011). En términos cualitativos sobresale el trabajo de Castro y Vázquez en la Universidad de Chapingo (UACH) a partir de relatos autobiográficos escritos por estudiantes para un concurso (Castro y Vázquez, 2008; Vázquez y Castro, 2008, 2009), seguido más tarde por los trabajos de Araceli Mingo y Hortensia Moreno sobre sexismo y misoginia en la UNAM (Mingo, 2013; Mingo y Moreno, 2015).
Estas investigaciones mostraban la existencia y magnitud de una amplia gama de actos de violencia hacia las mujeres, entre pares, e incluso de estudiantes hacia personal docente en las principales IES mexicanas, mientras que las investigaciones cualitativas revelaban la existencia de un patrón de reproducción de la violencia de género en la universidad y, más allá de la misma, en las familias de origen y en las relaciones de noviazgo. Es decir, se asumía la violencia con un carácter sistémico que tiene el propósito de instaurar o restaurar las jerarquías de género y de someter a las reglas de la dominación masculina en principio a las mujeres, pero también a quienes muestren rasgos de inconformidad a este orden de género. Al mismo tiempo estos estudios revelaron mecanismos organizacionales tales como la naturalización y normalización de un ambiente hostil cotidiano hacia las mujeres en la universidad, a través de la imposición y el aprendizaje del silencio y de la tolerancia así como de la inhibición de la denuncia (Mingo y Moreno, 2015). Finalmente, varias de las investigaciones antes mencionadas coincidían en señalar la ausencia de instancias encargadas de prevenir, atender y sancionar la violencia hacia las mujeres en las IES.
Justo a lo largo de la década 2010-2020 coordiné dos proyectos de investigación auspiciados uno por el Fondo Sectorial SEP Conacyt (2014-2016) y el otro por el Fondo Inmujeres Conacyt (2018-2020) relacionados con la violencia de género contra las mujeres en las IES. Las reflexiones que a continuación compartiré tienen su origen en los hallazgos de ambos proyectos, cuya ejecución ha transcurrido a lo largo de una época en la que el Internet y las redes sociales han potenciado la denuncia y, por lo tanto, la visibilización de esta lacerante e inadmisible problemática.
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