Javier Graciaprofundiza en el planteamiento humanista que se desprende de la Agenda 2030, particularmente a partir del Informe de 2015 de la UNESCO titulado Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial? Partiendo del término ciceroniano humanitas vincula tres conceptos: humanidad, educación y cultura para sostener una visión humanista desde la cual defender valores éticos. Mediante el examen del concepto de «educación humanista» extraído del mencionado informe realiza una crítica a cierto naturalismo reduccionista defendido en algunos círculos académicos. Esta crítica no se dirige a las posiciones de corte ecológico o conservacionista, sino a las que defienden la lógica crematística imperante en sociedades occidentales y que identifican desarrollo con crecimiento económico. En definitiva, el autor concluye que la educación en sí «guarda un tesoro» siempre y cuando esté dirigida a objetivos éticos que hagan la vida de las personas digna de ser vivida.
Siguiendo la estela de la dimensión humanista de los ODS, como aquellos objetivos «centrados en la vida real de las personas», Emilio Martínezofrece un estudio pormenorizado del término aporofobia . Este vocablo, recién incorporado al diccionario de la Real Academia de la Lengua y acuñado por Adela Cortina, es utilizado por el autor para analizar en profundidad el ODS número 1 de la Agenda 2030: «poner fin a la pobreza». La pobreza es un fenómeno que afecta, en mayor o menor grado, a casi la totalidad del globo terráqueo y supone un daño tan grave en quien lo sufre que es difícil comprender cómo el progreso en su erradicación, teniendo en cuenta la naturaleza moral humana, sea tan lento. Emilio Martínez explora la tesis por la cual posiblemente esta circunstancia se deba al hecho de una actitud también humana: el rechazo al pobre. La actitud aporófoba es ese desprecio al vulnerable, al que no tiene nada que ofrecer, cuyas raíces el autor analiza para sacar a la luz el elemento distorsionador que imposibilita de facto la consecución del ODS 1.
Abundando en el mal endémico de la pobreza, Pedro Pérez Zafrillaanaliza la vinculación entre educación y pobreza. El autor descubre un fenómeno fundamental que dificulta en gran medida que la educación tenga un impacto efectivo en las comunidades más desfavorecidas: las preferencias adaptativas. El concepto elaborado por Jon Elster, que el autor analiza en detalle, evidencia la necesidad de invertir en planes de desarrollo local para paliar las circunstancias de la pobreza como condición necesaria para que la educación repercuta de forma real en la mejora de las condiciones de vida de las personas. A partir de la distinción entre «vivir en la pobreza» y «vivir con la pobreza» el autor elabora su tesis de la necesidad de «vivir la pobreza», esto es, comprender la pobreza desde sus fundamentos para poder combatirla. De este modo, Pérez Zafrilla aboga por un modelo de relación bidireccional entre educación y desarrollo, que se focalice en el fomento de la mejora de las condiciones de vida de los grupos más necesitados para que la educación pueda obtener resultados satisfactorios y transformadores.
Otra vertiente de las preferencias adaptativas, como es la ideología, es la examinada por César Ortega. El autor desvela cómo los procesos educativos pueden generar los presupuestos necesarios para la transformación de la conciencia ética que se precisaría para la consecución real y material de la Agenda 2030. Las preferencias adaptativas pueden suponer un obstáculo serio a que el propio sujeto se sienta autorizado a reclamar una mejora sustancial en su condición de vida. Por ello, Esquembre propone la introducción del elemento distorsionador de la «crítica ideológica» para que, una vez superada la frustración dolorosa de la disonancia cognitiva que esta cause en el sujeto, pueda convertirse en motor normativo de transformación que se sustancie de forma material para que sea realmente emancipador.
Sección II. Un modelo educativo para la consecución de los ODS
Elena Cantarinoprofundiza en el modelo de educación que sería sostenible y, por tanto, adecuado al ODS 4, «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos», esto es, una educación de calidad. La autora realiza una crítica al modelo neoliberal por considerar que sus presupuestos conllevan al desmantelamiento de los derechos básicos, entre los que se encuentra el derecho a la educación, que deja de comprenderse como objetivo esencial de carácter público y pasa a concebirse como un bien de consumo.
Ante la evidencia de que el modelo de educación propio de un paradigma basado en el crecimiento económico incontrolado se manifiesta como insostenible, Ángel Vallejoofrece una visión alternativa de la educación. Para ello, el autor propone la adopción de un modelo coherente con los ODS de la Agenda 2030, prestando especial atención a su novedad conceptual, que aporta un valor añadido crucial: la perspectiva ecológica. Sus propuestas prácticas pensadas para ser desarrolladas en el aula contemplan en su núcleo la educación que enseñe a hacer un uso inteligente de los recursos naturales. Frente a los modelos basados en la explotación y depredación, el autor justifica la necesidad de promover entre el alumnado la actitud ética que contemple como cuestión moral la protección y el cuidado de los ecosistemas.
Además, un modelo educativo de calidad, acorde con la Agenda 2030, debe fomentar los valores de justicia y paz como garantía de una ciudadanía comprometida con los problemas sociales de su tiempo, como propone Isabel Tamarit. La autora reivindica la importancia de las humanidades como medio de inclusión de las virtudes morales y los valores ético-cívicos que deben integrar un currículo educativo para una sociedad inclusiva, plural y responsable. Para lograr este propósito, Tamarit sostiene la necesidad de centrarse de manera primordial en el ODS 16, el fomento de la paz y la Justicia. Para ello, justifica la importancia de incluir de manera específica en los planes de estudio de Educación Secundaria actividades específicas de «educación para la paz» en las que se cultivarían facultades como la comprensión, la imaginación y la empatía como mecanismos de fomento de la solidaridad y la convivencia pacífica.
De igual manera, María José Codinaargumenta que la educación en valores es necesaria para el logro efectivo de los ODS. Concretamente, el ODS 5, «la igualdad de género», precisa el cultivo de las virtudes para poder materializarse. La autora dota a su particular noción de virtud el apelativo de «cordial» para referirse de manera específica a la naturaleza «universal» y «procedimental» que, a su modo de ver, deben poseer las virtudes para que puedan ser sostenidas en una sociedad democrática.
Sección III. Los ODS de la Agenda 2030 en la práctica
Definitivamente, uno de los factores que tiene una influencia directa en la conformación de la mentalidad individual y colectiva viene de la mano de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Francisco Arenas-Dolzsostiene que los cambios tecnológicos han introducido transformaciones en nuestra forma de pensar y comunicar, cambios que se proyectan en el ámbito educativo y alteran sus objetivos tradicionales. Sin embargo, lejos de proporcionar una crítica a los modos contemporáneos de comunicación tecnológica, el autor reivindica la capacidad de estas nuevas herramientas para alcanzar sociedades más inclusivas en las que la educación universal se encuentre garantizada.
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