A tenor de lo que se discutía, debemos concluir que dichas polémicas son ilustrativas, en cierto modo, de lo vacuo y populista del debate. A su vez, no podemos ignorar la fuerza apasionada con que se defendieron. Ciertamente, sabemos que las palabras que utilizamos nunca son inocentes. Al contrario, son responsables porque construyen una realidad, subrayan una pertenencia y coadyuvan a un modelo político. También es cierto, por otra parte, que dicha percepción de la realidad (lengua, nación, símbolos y otras identidades) no era quizás el debate prioritario que debía ocuparles, ni era quizás la parte fundamental de las cuestiones a tratar para llevar adelante la transición a la democracia.
En cualquier caso, se consideren prioritarias o no, la realidad fue que se impusieron como temas que parecían constituir lo esencial de la negociación y que acabaron por no aportar soluciones que satisficieran a todos, y por eso quizás, porque los acuerdos no fueron satisfactorios, siguen en candelero los conflictos sin solución de continuidad después de transcurridos más de treinta años de la transición democrática.
El «Estado de las autonomías» que entonces se creó, es la base de muchos de los conflictos actuales y de las voces que solicitan un cambio constitucional en el aquí y ahora. Sobre ese tema, es decir, sobre las estrategias que llevaron a cabo los líderes políticos de UCD versa buena parte del presente libro, sobre el debate de las estrategias diversas que se urdieron en torno a las «vías autonómicas» y por consiguiente las diversas concepciones de lo que debía ser el Estatuto de Autonomía.
A lo largo de las páginas que van a leer observarán pequeños matices a tesis defendidas por otros estudiosos. Si bien se defiende que el poder quedó en buena parte en manos de antiguos franquistas, el estudio de la transición valenciana, no obstante, lo matiza. ¿En qué sentido? En la aportación que se hace de algunos ejemplos significativos como el de Manuel Broseta, que no entró a formar parte del partido de UCD hasta estar seguro de que se había terminado de depurar a los simpatizantes franquistas destacados en el interior del partido tal como defiende la autora en su artículo «Élites políticas en transición, España 1876-1976» ( Saitabi , 2009). En dicho artículo se observa mayor discontinuidad de la elite política con el inicio de la dictadura de Miguel Primo de Rivera en 1923 y con el inicio del régimen franquista en 1939. Después de la dictadura franquista hubo una «democracia a la española»; sin embargo, que hubiera una mayor permanencia de la elite en los órganos e instituciones de Estado es algo que nuestro país tuvo en común con algunas naciones en la Europa de aquellos años. Es el corolario lógico: a mayor violencia en la toma de poder, más extensos son los cambios de elite. Por el contrario, a mayor consenso, mayor permanencia de la elite que les precedió, puesto que negocian: no caben grandes preguntas. Baste con una bien sencilla ¿cómo se podría hacer una transición pactada sin que se pactaran también los cargos de poder y responsabilidad, en ese orden o en el otro?
El enfrentamiento entre líderes de estrategias diversas fue lo más común en el proceso de negociación de la autonomía valenciana. Vemos como vino a producirse una continua lucha de identidades diferentes. No obstante, no debemos olvidar que retórica y escenificación de la elite no son lo mismo que la distribución que del poder se haga; a menudo son puro teatro frente a posibles apoyos y debemos profundizar en lo que de genuino hay en esa lucha de identidades. Por eso la lectura del presente libro viene a explicar las claves históricas que llevaron a una política, que es la que hoy tenemos, y no a otra en las instituciones políticas valencianas. La autora lo muestra en su libro con sólida aportación documental y con la preocupación constante de no caer en un debate de esencias hegelianas que es, por cierto, uno de los grandes peligros de los que huye la historia cultural que a través del estudio de las identidades políticas permite iluminar ese rincón de la historia que hasta fechas recientes ha permanecido oscuro.
En efecto, la preocupación del hombre occidental por su identidad y su pertenencia a una comunidad puede ser puesta en cuestión a base de pactos, consenso y tolerancia, que son precisamente los rasgos esenciales, característicos y distintivos de las democracias occidentales . Así pues, esa necesidad de pertenencia (bandera, lengua, religión, cultura) se puede observar si analizamos la identidad y el poder político, entendiéndolos en parte como una escenificación, una estrategia, para obtener más poder. Ello, a su vez, nos permite hacer reflexiones similares cuando las ponemos en relación con otras formas de gobierno del planeta Tierra. En estos años de globalización, en que el regreso a la tribu, como diría George Steiner o George L. Mosse, se hace patente, podríamos añadir que se hace de ello necesidad y de la necesidad virtud, bien sea por el miedo de algunos o por la necesidad de otros muchos, tal y como hemos venido observando algunos en los últimos treinta años de la historia de España.
ALICIA YANINI
Universitat de València
16 de marzo de 2009
ANEPA: Asociación Nacional para el Estudio de los Problemas Actuales
AP: Alianza Popular
AP-PDP-UV-PL: Alianza Popular-Partido Demócrata Popular-Unión Valenciana-Partido Liberal.
ARDE: Acción Republicana Democrática Española
CDS: Centro Democrático y Social
DRV: Derecha Regional Valenciana
FPDL: Federación de Partidos Demócratas y Liberales
GAV: Grupo de Acción Valencianista
MCE: Movimiento Comunista Español
MCPV: Movimiento Comunista del País Valenciano
OIV: Organización Independiente Valenciana
PCE: Partido Comunista de España
PCPV: Partido Comunista del País Valenciano
PDL: Partido Demócrata Liberal
PDLPV: Partido Demócrata Liberal del País Valenciano
PNPV: Partit Nacionalista del País Valencià
PP: Partido Popular
PPRV: Partido Popular Regional Valenciano
PSAN: Partit Socialista d’Alliberament Nacional
PSOE: Partido Socialista Obrero Español
PSPV: Partit Socialista del País Valencià
PSPV-PSOE: Partit Socialista del País Valencià-Partido Socialista Obrero Español
PTE: Partido del Trabajo de España
UCD: Unión de Centros Democráticos
UDPE/UPE: Unión Del Pueblo Español
UDPV: Unió Democràtica del País Valencià
UV: Unión Valenciana
I. CONTEXTUALIZACIÓN: TRANSICIÓN ESPAÑOLA, TRANSICIÓN VALENCIANA Y EVOLUCIÓN DE UCD
1. INTRODUCCIÓN: CUESTIONES ACLARATORIAS
En líneas generales, mi objeto de estudio en este trabajo es la Unión de Centro Democrático (UCD) valenciana, desde su origen en 1977 hasta su final en 1982, con la esperanza de lograr una narración coherente que arroje luz sobre cómo se formó, cómo se desarrolló y cómo se deshizo la formación en Valencia. Uno de los aspectos en los que se ha hecho especial hincapié es en la articulación de la elite centrista en Valencia a partir de tres figuras que fueron fundamentales en la definición de las estrategias y grupos políticos de UCD-Valencia: Fernando Abril Martorell, Emilio Attard Alonso y Manuel Broseta Pont. Estas estrategias variaron también las características ideológicas del partido.
Desde luego, UCD-Valencia no fue nunca un bloque monolítico; bien al contrario, hubo luchas continuas por el poder desde el origen de la formación. También hubo otros políticos muy relevantes, además de los tres mencionados, que jugaron un importante papel en el partido como Joaquín Muñoz Peirats y Francesc de Paula Burguera. Por esta razón, no sólo se ha intentado recoger los planteamientos de mayor repercusión, sino que, por ejemplo, también han sido recogidas algunas de las posiciones de estos dos políticos liberales, especialmente en la medida en que fueron un contrapunto a la política oficial centrista en Valencia. Sin embargo, lo cierto es que F. Abril Martorell, E. Attard y M. Broseta fueron los tres políticos que más influencia ejercieron en las estrategias del partido –que no necesariamente en la organización del mismo–, permitiendo señalar, además, diferentes fases a tenor del predominio de un sector sobre otro.
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