Los países desarrollados no son los únicos en invertir en biotecnología. Por ejemplo, Investigadores Mexicanos, en conjunto con la firma Opko Health, desarrollan un tratamiento tópico para tratar afectaciones en la retina; entre ellas, el edema macular diabético (la principal causa de pérdida moderada de visión a nivel mundial). Esta solución nanotecnológica, utilizados en biología molecular, emplea liposomas de última generación que funcionan como vectores que encapsulan y facilitan la introducción del fármaco en la retina. Este tratamiento, a diferencia de los tratamientos médicos convencionales, reduce los riesgos de infección, además del dolor producido por la inyección aplicada directamente al ojo.[6]
Consecuentemente, debe considerarse a la innovación de la industria biofarmacéutica como el progreso de la humanidad por superar las enfermedades que hoy nos acontecen, pero, ¿cómo funciona la innovación biofarmacéutica? Para comprender el proceso de innovación de la industria biofarmacéutica es menester entender qué es un medicamento biológico y las razones por las que su régimen jurídico debe ser necesariamente distinto al de los medicamentos de síntesis química.
B. Características únicas de los biofármacos
Ronald A. Rader, presidente de su propia compañía de consultoría y publicaciones, “The Biotechnology Information Institute” (Instituto de Información Biotecnológica),[7] establece que el uso de la terminología “biofarmacéutico” es de suma importancia para la industria ya que “transmite y proporciona un marco para la comunicación, entendimiento y percepción, tanto a nivel individual como social”.[8] Sin embargo, la terminología “biofarmacéutica” ha sido utilizado indistintamente para referirse a todo lo relacionado con la investigación y desarrollo (I+D) o para abarcar toda la industria farmacéutica. Si bien no ha sido fácil definir el término “biofarmacéutico” debido a la relación que tiene con el uso de la biotecnología, se ha establecido oficialmente en Estados Unidos y en la Unión Europea que todo fármaco que ha sido creado con el uso de la biotecnología es un biofármaco.
Para ser más preciso, Ronal A. Rader establece que la distinción básica entre biofármaco y fármaco radica en que “el biofármaco es un productos biológico creado con fuentes y procesos biológicos, mientras que los otros fármacos (no biológicos) puede ser fabricados [simplemente] con fuentes y procesos químicos”.[9] Esto significa que ambos productos tienen “diferentes fuentes de agentes activos, estructura, composición, método de fabricación y equipos, formulación, manipulación, dosificación, regulación y comercialización”.[10]
Por un lado, los medicamentos de síntesis química o fármacos están compuestos por una estructura conformada por pocos átomos, susceptibles de ser fácilmente representados con diagramas. Estos medicamentos,
pueden ser fabricados con procesos químicos estandarizados y de alta consistencia […] La pureza y el contenido de los agentes activos de estas drogas y los productos terminados pueden ser analizados y demostrados fácilmente. Las drogas y las sustancias químicas con alta pureza, incluyendo aquellos productos naturales complejos, son generalmente similares o incluso idénticos para todos los fines prácticos (incluyendo la sustitución por genéricos).[11]
Por otro lado, los biofármacos tiene una estructura mucho más grande y compleja que los fármacos.
Los productos químicos de molécula pequeña tienen un peso molecular definido entre 100 y 1000 Da.[12] Por el contrario, los productos biofarmacéuticos son proteínas grandes, complejas y heterogéneas con pesos moleculares más variables que comúnmente van desde 18.000 a 145.000 Da.[13]
Por lo expuesto, “los biofármacos se componen de átomos con masas moleculares dos o tres órdenes de magnitud mayor e involucran muchos otros niveles de complejidad estructural”.[14] A continuación, se muestran una imagen de las diferencias estructurales entre fármacos y biofármacos. De izquierda a derecha: una molécula de un medicamento de síntesis química (aspirina), una molécula biológica pequeña (hormona de crecimiento humana) y una molécula biológica grande (anticuerpo monoclonal):
Ilustración 1
Diferencia estructural de Fármacos y Biofármacos[15]
La complejidad estructural de los biofármacos hace que sea muy probable que, en el proceso de tratamiento, ocurran variaciones estructurales de los mismo. Esto se debe a que
[…]la fabricación de productos biofarmacéuticos requiere un mayor número de registros de lotes (> 250 frente a <10); más pruebas de calidad del producto (> 2000 frente a <100); pasos más críticos del proceso
(> 5000 frente a <100) y más entradas de datos de proceso (> 60 000 frente a <4,000).[16]
Es decir, por la complejidad y tamaño de su estructura molecular, el proceso de fabricación de biofármacos es varios órdenes de magnitud mayor a la de los fármacos. La complejidad del proceso de fabricación hace que los productos biológicos sean enormemente sensibles a los cambios de las condiciones de producción. Un ligero cambio en la temperatura o alguna alteración de las condiciones de cultivo (incluso en los casos en los que se trate de reproducir el mismo biofármaco a partir de la misma construcción genética, utilizando la misma técnica, formulación y envasado, como sucedió con el producto original) no garantiza que el producto final será idéntico al producto de referencia.[17] Por ende, resulta imposible reproducir de manera idéntica el ingrediente activo de un biofármaco como sucede con los fármacos, dado que de estos últimos pueden reproducirse copias exactas del medicamento de referencia.
La imposibilidad de reproducir copias exactas de biofármacos hace que, ante los vencimientos de patentes de biomedicamentos, se dé cabida a nuevas versiones alternativas del medicamento de referencia: los biosimilares. Estos son productos biofarmacéuticos que, como su nombre lo indica, son “similares” (en adelante “biosimilares”) pero no idénticos al producto biofarmacéutico de referencia.[18] Esto se debe a que, como se explicó en párrafos anteriores, las características del producto biofarmacéutico están estrechamente relacionados con el proceso de fabricación, que no puede ser duplicado.[19] Por tanto, no puede asemejarse su proceso de fabricación con el proceso de obtención de medicamentos genéricos porque los biosimilares son moléculas únicas y no son versiones genéricas del producto biofarmacéutico innovador.
Para ilustrarlo de mejor manera, tratándose de medicamentos genéricos
[…] lo único que se requiere es la demostración de que el producto genérico contiene la composición química idéntica del producto innovador y un estudio de biodisponibilidad que demuestre que las propiedades farmacocinéticas[20] de los productos genéricos y el de referencia son similares.[21]
Este método, habitualmente utilizado para autorizar la comercialización de medicamentos genéricos, no resulta científicamente apropiado para la autorización de productos biosimilares,[22] porque no se establece la bioequivalencia farmacéutica. En efecto, la única forma de determinar la seguridad y eficacia de un biosimilar es mediante la ejecución de pruebas preclínicas, ensayos clínicos y mediante la farmacovigilancia.[23]
Razonablemente, en atención a las diferencias entre los fármacos y biofármacos, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus “Recomendaciones para la Evaluación de Productos Bioterapéuticos Similares”, establece que con el fin de proporcionar parámetros normativos y estándares internacionalmente aceptados para regular la inscripción en el Registro Sanitario de las moléculas copia de biomedicamentos, se exige la presentación de estudios similares a los que presentan los descubridores de los biomedicamentos.[24] Es decir, un biosimilar no puede valerse de la documentación de soporte y estudios correspondientes del biomedicamento original ya que en estos casos, no existen copias o genéricos. En el caso de biomedicamentos cada producto es único e independiente, a pesar de contener el mismo principio activo.
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