Doce cuentos decembrinos
Lucrecia Maldonado
Vivir una aventura como la que estás apunto de comenzar es navegar sobre un universo que quizás lo vives a diario. Doce cuentos decembrinos es una obra literaria con un tinte un tanto cómico, con una esencia crítica sobre detalles complejos de la existencia del ser humano y a la vez con el deseo de brindar una mano amiga a las problemáticas sociales, en esos temas sobre los que en ocasiones nos cuesta alzar la voz.
Al atravesar cada una de las páginas de esta obra podrás dar respuesta a varias interrogantes que de seguro te has cuestionado en algún punto de la vida.
Definir o encajara este conglomerado de cuentos es una tarea compleja, pues cada uno tiene un color distinto que al finalizar estoy seguro será el mejor arcoíris que habrás cursado, o al menos uno de los mejores.
Wladimir Iza
Maldonado, Lucrecia
Doce cuentos decembrinos / Lucrecia Maldonado. - 1a ed. - Villa Sáenz Peña : Imaginante, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-8447-95-7
1. Antología de Cuentos. 2. Narrativa Ecuatoriana. I. Título.
CDD Ec863
Edición: Oscar Fortuna.
© 2021 Lucrecia Maldonado
© De esta edición:
2021 - Editorial Imaginante.
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ISBN 978-987-8447-95-7
Conversión a formato digital: Libresque
para Carolina Lizarzaburu,
algo así
como un alma gemela
y para Nora Bonilla
donde quiera que su almita inmortal
siga siendo luz y alegría
Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Lope de Vega
El niño llora y mira con un tres en la frente,
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
Federico García Lorca
En todo el mundo occidental y cristiano el mes de diciembre es un mes de festividades inamovibles y ajetreos insospechados. Este mes pone cierre a una nueva vuelta de la Tierra alrededor del Sol, y sus días son de celebraciones diversas que se bambolean entre el desenfreno y la espiritualidad.
En esta parte del mundo, a las festividades de Navidad y Año Nuevo se unen las celebraciones por la fundación española de la ciudad de Quito, capital del Ecuador, durante los primeros días del mes (aunque, como se afirma en uno de los cuentos, a nadie le consta que haya sido fundada originalmente en aquel sitio, por aquel conquistador… y tampoco en la fecha que se dice).
Por otro lado, y por un motivo muy personal que quedará explicado en el correspondiente texto, diciembre, al ser el mes de cumpleaños de Carlos Gardel, también incluye las festividades del Día Internacional del Tango. Y, sin salirnos del mundo de la música popular, es preciso recordar que un ocho de diciembre de 1980 (fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María) John Lennon fue asesinado por un desquiciado en la ciudad de Nueva York.
Mes contradictorio, en donde se unen la solidaridad con la opulencia, el fervor espiritual con la superficialidad, la caridad con la miseria, la soberbia con la humildad, el perdón con el rencor… en fin, como cantaría el gran Carlitos: “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”; mes de balances y evaluaciones, mes de reconciliaciones y amarguras. Tristemente, según algunas estadísticas, uno de los meses del año en donde se incrementan los suicidios y otro tipo de accidentes, diciembre, sin embargo, no ha perdido el encanto ni la magia de las efemérides que lo pueblan con sus sombras y sus luces, algunas de las cuales se fabulan en este conjunto de relatos.
No tuvo ninguna otra relación con los espíritus, y siempre se dijo que si algún hombre vivo sabía cómo celebrar bien las Navidades, ese era él. ¡Que eso se pueda decir verdaderamente de nosotros, de todos nosotros!
Charles Dickens
Aquella madrugada del 26 de diciembre de algún año de la primera mitad del siglo XIX, Londres amaneció más frío que de costumbre. Oscuro y neblinoso, como es la tradición. A las seis de la mañana todavía era noche cerrada, y fue en aquel momento cuando el señor Scrooge abrió los ojos debido a un extraño resplandor rojizo que iluminaba su habitación.
La noche anterior se había acostado contento. Muy contento. Había almorzado con su sobrino, hijo de su hermana, y con la esposa de él, por el día de Navidad, y había sido un reencuentro marcado por lágrimas de alegría, abrazos, bromas y regalos. También había cerrado su negocio por un día y había colmado de obsequios a Bob Cratchit, su secretario, así como a la señora de la limpieza y al chico de los recados. Al llegar a su casa, por un instante, había temido que se le apareciera alguno de los fantasmas que lo habían atormentado en su sueño de la noche anterior, pero luego un gran sentimiento de gratitud lo había colmado y se había dormido tranquilo y contento por todo lo recuperado en tan poco tiempo, después de una vida de avaricia y egocentrismo. Sin embargo, en el fondo de toda esa dicha y esa paz se vislumbraba una ligera sombra de inquietud.
Tal vez por eso despertó y descubrió que una tenue luz rojiza iba iluminando de a poco los objetos cercanos a la cama. Se preguntó si no sería la luz del amanecer. Pero no, no parecía. Entonces escuchó esa profunda voz de bajo que parecía salir de las entrañas de la tierra, pronunciando su nombre claramente:
-Ebenezer…
Sobresaltado, se volvió hacia el rincón de donde parecían brotar la voz y la luz. Por un momento, le sobrevino la angustia de que el día anterior también hubiera sido solamente parte de un sueño que ya no terminaría nunca. Y en efecto, allí, en el fondo de la pieza, estaba un enorme trono de madera basta, como de leños ardiendo, ocupado por un gigantesco minotauro, o algo similar. Era mucho más grande que el Espíritu de las Navidades Presentes en su primer momento, y se veía pavoroso e imponente al repetir sin prisa, pero con firmeza:
-Ebenezer…
Scrooge se aterrorizó e intentó retroceder con un brusco movimiento de cuerpo inusual para su edad; pero el espaldar de la cama crujió contra la pared, recordándole que por ahí no quedaba la salida. Entonces comenzó a repetir obsesivamente:
-Es un sueño… es un sueño… tengo que despertar… Pero no despertó… porque ya estaba despierto. El minotauro dijo una frase bastante extraña:
-No temas, Ebenezer: no es un sueño, pero no tengas miedo.
-Pero… pero… eres…
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