XVII, nos encontramos con una obra que mantiene todos los elementos básicos que configuran el mito del Paraíso Terrenal. Se trata de una exposición de historia natural y geografía que resalta la belleza de la tierra americana, único sitio donde podía situarse el Paraíso Terrenal. De nuevo estamos ante una geografía de lo maravilloso donde, a pesar de la voluntad y del logro de un discurso científico, asoman los detalles de tipo maravilloso, mágico y milagroso. En su Historia crítica del pensamiento español , comenta José Luis Abellán:
Como buen judío espiritual, aunque seguro cristiano, buscaba la tierra prometida, que halló en el continente americano, pero imposibilitado de situarla en el futuro, la trasladó al pasado. En este sentido, América, a la que llama Continens Paradisi , es promesa de nueva vida » (1979: 380).
A pocos años de haber escrito León Pinelo su obra, en Francia aparece un tratado sobre la situación del Paraíso Terrenal (1691), cuyo autor es el P. D. Huet, arzobispo y miembro de la Academia Francesa. El mapa que presenta el opúsculo sitúa el espacio mítico en Arabia, muy cerca del Golfo Pérsico. Parece que asistimos de nuevo a una vuel- ta hacia Oriente pero, con el escepticismo y la gracia del comentario del científico francés:
Rien ne peut mieux faire voir combien la situation du Paradis terrestre est peu connue, que la diversité des opinions de ceux qui l’ont recherchée. On la placé dans le troisième ciel, dans le quatrième, dans le ciel de la Lune, dans la Lune mesme, sur une montagne voisine du ciel de la Lune, dans la moyenne region de l’air, hors de la terre, sur la terre, sous la terre, dans un lieu caché et éloigné de la connoissance des hommes. On l’a mis sous le Pôle Arctique, dans la Tartarie, à la place qu’occupe presentement la mer Caspie. D’autres l’ont réculé à l’extrémité du Midy, dans la Terre du feu. Plusieurs l’ont placé dans le Levant, ou sur les bords du Gange, ou dans l’Isle de Ceilan, faisant mesme venir le nom des Indes du mot d’Eden, nom de la Province où le Paradis estoit situé. On l’a mis dans la Chine, et mesme par delà le Levant, dans un lieu inhabité; d’autres dans l’Amerique, d’autres en Afrique sous d’Equateur, d’autres sous les montagnes de la Lune, d’où l’on a crû que sortoit le Nil; la pluspart dans l’Asie, les uns dans l’Armenie majeure, les autres dans la Mesopotamie, ou dans l’Assyrie, ou dans la Perse. Ou dans la Babylonie, ou dans l’Arabie, ou dans la Syrie, ou dans la Palestine. Il s’en est mesme trouvé qui en ont voulu faire honneur à nostre Europe, et ce qui passe toute les bornes de l’impertinence, qui l’ont établi à Hédin, ville d’Artois, fondez sur la conformité de ce nom avec celuy d’Eden. Je ne desespere pas que quelque avanturier, pour l’approcher plus prés de nous, n’entreprenne quelque jour de le mettre à Houdan. 9
ABELLÁN, José Luis (1979), Historia crítica del pensamiento español , Madrid, Espasa-Calpe.
ALEXANDRE, M. (1987), « Entre ciel et terre: les premières débats sur le site du Paradis (Gen. 2, 8-15 et ses receptions) » , en Peuples et Pays Mythiques , París, Les Belles Lettres, pp. 187-224.
DELUMEAU, J. (1992), Une histoire du Paradis, le Jardin des delices , París.
FERRUCCIO GIROMINI, F. (1963), « Tradizioni medievali di viaggi al paradiso terrestre » , en F. Surdich (ed.), Momenti e problemi di storia delle esplorazioni .
KAPPLER, C. (1986), Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media , Madrid, Akal.
MANDEVILLE, J. DE (1984), Libro de las maravillas del mundo , Gonzalo Santonja (ed.), Madrid, Visor.
POPEANGA, E. (2000), « La carta de Preste Juan; las versiones castellana y catalana » , Cuadernos de Filología Italiana , núm. extraord., t. I, pp. 149-160.
SÉVERAC, Jourdain Catalani de (1925), Les Merveilles de l’Asie , París.
ZAGANELLI, G. (1990), La lettera del Prete Gianni , Parma, Pratiche Editrice.
1.Para más detalles acerca de las creencias y distintas acepciones que se otorgan al paraíso como lugar de espera remitimos al libro de J. Delumeau ya citado.
2. Tanto para la obra de Gervasio de Tilbury como para L’image du monde de Gauthier remitimos a sendos manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid. El ms. 6213 es conocido y descrito por el investigador americano J. R. Caldwel en Scriptorum , 11, 1957, y 16, 1962, mientras que el ms. francés, si bien consignado entre los manuscritos del Marqués de Santillana por Mario Schiff (1905) como La Mappemonde de Pierre (d’Ailly), es en realidad una copia de finales del siglo XIV del texto de G. de Metz, según nuestras investigaciones y cotejo con otros ms. franceses y con la edición de este texto, de Ginebra 1517.
3. Remitimos a la bibliografía relacionada con el tema, especialmente a la edición de la carta de Preste Juan (las distintas versiones) a cargo de Zaganelli (1990), al artículo de Ferruccio Giromini (1963), y a nuestros trabajos sobre el tema (especialmente, Popeanga 2000).
4. En H. Yule, Cathay and the way thither , London, MDCCCLXVI, vol. II, Apendix II, CXII.
5. H. Yule, Cathay and the way thither , London, MDCCCLXVI, vol. II, Apendix I, latin text of Odoric, from Ms. in the Bibliothèque Impériale, p. XXI.
6. Yule, op. cit , Apendix II, p. LXIII, Ms. de la Biblioteca Palatina de Florencia.
7. Tratado do Infante D. Pedro de Portugal, o qual andou as sete partidas do mondo , Lisboa, 1723, p. 17.
8. Edición y estudio introductorio por Horacio Capel, Barcelona, Universidad, 1982.
9. Pierre Daniel Huet, Traité de la situation du Paradis terrestre , París, 1691, pp. 4-7.
EL VIAJE DANTE POR LOS CIELOS
Joaquín Rubio Tovar
Universidad de Alcalá
Para James Taylor, naturalmente
Byrne me dijo que uno no puede fijar su posición exacta en la tierra si no es por referencia a un punto en el cielo. Un hombre no puede saber dónde está en la tierra salvo en relación con la luna o con una estrella. Existe un aquí sólo en relación con un allí, no al contrario. Hay esto sólo porque hay aquello; si no miramos arriba nunca sabremos qué hay abajo. «Piénsalo, muchacho. Nos encontramos a nosotros mismos únicamente mirando lo que no somos. No puedes poner los pies en la tierra hasta que no has tocado el cielo». (Paul Auster, El palacio de la luna )
Trascendencia de un viaje
La consideración de Dante como viajero aparece en los primeros comentadores de la Commedia , pero también dantistas más modernos, como el excepcional Charles Singleton, han puesto la categoría de viaje en el centro de su interpretación de la obra. 1 Uno de los méritos de este estudioso ha sido precisamente el de destacar el viaje, el periplo excepcional por el Más Allá como un procedimiento esencial, frente a cierta crítica de orientación crocciana que había hecho prevalecer los episodios singulares y el encuentro con grandes personajes, y los había interpretado de manera autónoma, con lo que se perdía el sentido de la totalidad.
El poema es la narración de un viaje, la « struttura portante » , como afirma Capelli (1994). Ni que decir tiene que el topos no era nuevo. Sí es nueva su polisemia, la variedad y profundidad de sus significados, y también es novedosa la manera en que éstos se entrecruzan. El sentido del viaje se revela poco a poco, pues se otorga una dimensión excepcional al descenso, al ascenso y al vuelo. La Commedia habla del viaje del individuo Dante, pero también de todo ser humano, del hombre pecador en su viaje a la purificación, de la razón ayudada por la fe, etc.
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