Con esta información, Granvelle, después de haber recibido las cartas de Castaldo, 27 respondió agradeciendo la confianza de depositar en él ese asunto. Esta situación a tres bandas, con la inclusión de Giovan Battista Castaldo, como confidente y garante de la correspondencia, se daría en más ocasiones. La reina Bona expandía sus consultas y sus comunicaciones implicando siempre a varios diplomáticos, unidos entre sí por las responsabilidades administrativas y las relaciones amistosas. De la correspondencia de Pedro de Toledo no tenemos más noticias, aunque habría que revisar mejor su correspondencia, pero las alusiones de la reina a su desconfianza y el hecho de que algunas gestiones se realizaran mediante su hijo, don García de Toledo, constatan que su participación hasta 1554, cuando murió, fue importante.
La siguiente carta de Bona Sforza a Antoine Perrenot de Granvelle que se conserva fue escrita desde Varsovia el 22 de septiembre del año 1552. En ella, muy ufana, narra la visita del embajador del rey de Francia a Polonia para entrevistarse con Segismundo y cómo quiso saludar a la reina Bona, lo que ella rechazó. Narra también la conversación que el embajador mantuvo con su hija Isabella y cómo, ante las acusaciones de desprecio que, según él, el emperador tenía con ellas, su hija las refutó. La carta busca reforzar la lealtad de Bona y de Isabella con el Imperio. 28 De noviembre de 1552 se conservan dos cartas que desvelan la insistencia de Bona para hablar con el emperador sobre el asunto de la legitimación de los privilegios de su hijo. La reina Bona envió a su agente, el doctor Corsio, 29 para que entregara a Granvelle un memorial en Austria, pero las circunstancias en que se hallaba la retirada de Carlos V, ante la ofensiva de Mauricio de Sajonia y la incertidumbre de los caminos, no aconsejaron que el doctor Corsio fuera recibido. Granvelle amablemente le escribió que el asunto no era tan urgente como para correr ese riesgo. 30
En 1553, Bona Sforza e Isabella vuelven a mandar las credenciales para una visita de su embajador a la corte. Esta vez el embajador era Giovan Lorenzo Pappacoda, hijo del castellano de Bari, Francesco, y debía tratar los asuntos de la reina Bona y la viudedad de Isabella, que buscaba proteger a su hijo. 31 A estas cartas respondió el emperador, como se puede ver en dos minutas de despacho que se han conservado en el Archivo General de Simancas. 32 Pero antes de obtener esta respuesta, y paralelamente a las gestiones que el doctor Corsio realizaba ante Granvelle, la reina Bona se valió de nuevo de su amistad con Giovanni Battista Castaldo, general en la campaña de Transilvania, para que insistiera ante Granvelle sobre el asunto de la investidura de los estados del reino de Nápoles que pretendía su hijo. El mismo Castaldo habla del ansia de la reina Bona. 33 Cuando por fin el emperador atendió las cartas, la reina Bona respiró. 34 Las cartas 35 del emperador fueron entregadas en mano a Giovan Lorenzo Pappacoda y por la carta de respuesta de la reina Bona sabemos que en la embajada con el emperador también se habló de un préstamo de 150.000 ducados que la reina le hacía. El agradecimiento por la gestión se manifestó en una piel que Bona mandó a Granvelle, por medio de Giovan Battista Castaldo, 36 regalo habitual, como hemos dicho anteriormente. Toda la formalización del préstamo, cédulas, obligaciones y cartas de pago se conservan en el AGS. 37 Todas estas gestiones se hacían de la manera más discreta, a escondidas de Segismundo, rey de Polonia, que probablemente sospechaba porque Giovan Lorenzo narra algunos incidentes inquietantes a Granvelle sobre el seguimiento que Giulio Cesare Brancaccio 38 y algunos españoles hacían de sus movimientos con la intención de matarlo. Pappacoda pide a Granvelle que sean encarcelados. Esto ocurría en Amberes a principios de septiembre de 1553, antes de formalizar el préstamo en Venecia a finales de ese mismo mes.
El casamiento de Felipe II con María Tudor obligó a todos los estados europeos a mandar embajadores a Inglaterra por la importancia del acontecimiento, por la representación diplomática pero también porque Londres se convirtió en el centro de la actividad política. La reina Bona también mandó a su agente, Pompeo Lanza, y a su correo personal, llamado Bartoscio. La reina diseñó un plan para la comunicación con su agente Lanza: Bartoscio entregaba las cartas a Lanza, que las debía distribuir entre los destinatarios. En caso de no poder ser entregadas personalmente, las cartas debían reenviarse a la reina. Además, las respuestas a sus cartas no iban directamente a Varsovia, sino a la corte de Fernando, Rey de Romanos, en Viena, donde un agente de la reina, llamado Pitti, las enviaba adonde ella estuviera. Todo ello se hacía para evitar que el rey Segismundo conociera la actividad postal de la reina Bona.
Las cartas de Lanza son conocidas por la publicación que hemos mencionado al inicio de esta introducción, pero las hemos vuelto a incluir aquí con una nueva edición filológica para reconstruir todos los pasos de esta negociación. La función de Pompeo Lanza era tenerla informada constantemente de los movimientos de la corte y asistir a Giovan Lorenzo Pappacoda, que volvía a ser enviado de nuevo a la corte con otra embajada:
Commendiamo anche molto la vostra diligenza, nella quale vi ricordiamo a dover perseverar di bene in meglio, con darne aviso come già diligentemente facete d’ogni particular et giornale soccesso per farne gratissimo servitio. Al magnifico Gio Lorenzo Pappacoda darete ogni consiglio et aiuto che da lui sarete ricercato in servigio nostro. 39 (Lanza ABL 9)
A finales de agosto de 1554 se menciona por primera vez el regreso de la reina Bona a Italia. Giovan Lorenzo Pappacoda había pasado de Londres a Betuna, donde se hallaban el emperador y Granvelle y donde abordó por primera vez, según estos documentos, la cuestión del viaje de la reina Bona. Granvelle no consideraba que fuera el momento adecuado, pero Pappacoda afirmó que volvía a Polonia a reunir unos memoriales y que luego ya se vería cómo se haría. Escribe Granvelle a Diego Vargas:
El Papacoda es vuelto de Inglaterra y ya V. M. sabe quan corto scriven de allá la respuesta del Rey en lo sobre a quel dicho Papacoda havía ido diciendo que le parece a Su Majestad real que es bien favorecer a la Reyna en sacarla de Polonia y que después se mirará lo que se podrá hazer en lo que más adelante pretende. Yo hazía cuenta de entretener aquí al embaxador hasta ver si acabado esto de la guerra parecería a propósito embiar al Gastaldo a Polonia para hazer este officio. Pero el dicho embaxador ha querido ir entretanto allá para solicitar el despacho de los memoriales que se le habían decretado y pues esto de aquí ya no podrá tardar de quinze días adelante que no se vea poco más o menos en qué ha de parar, será bien que sus despachos estén ay a punto y acá se verá lo que más se podrá hazer por la reina que haya de redundar en beneficio del dicho sereníssimo Rey de Inglaterra, príncipe N. S. Guarde Nuestro Señor la muy magnífica persona de V. M. como dessea. De Betuna, a 31 de agosto 1554. 40
De nuevo vemos cómo la reina Bona actuó paralelamente por otras vías para asegurarse que su interés no fuera olvidado. Por una minuta de Granvelle al regente Figueroa sabemos que le habían llegado cartas en agosto sobre este mismo asunto y que el regente Figueroa hasta en tres cartas había recomendado el asunto a Granvelle. 41
A mediados de septiembre, después de que Carlos V y Felipe II se pusieran de acuerdo, se empezó a considerar la posibilidad de enviar a Giovan Battista Castaldo a Polonia para tratar con el rey Segismundo el viaje de la reina Bona a Italia. Pappacoda quería adelantarse para preparar los memoriales y los documentos que se requerirían, pero Castaldo dudaba por las condiciones del viaje y el alto coste:
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